Tras más de dos años de pandemia en los que la incidencia de la pediculosis se había reducido considerablemente, es previsible que con la supresión de las medidas de distanciamiento social y de los grupos burbuja en los centros escolares se incrementen los casos de piojos. Tal y como subraya el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “ahora que las circunstancias sociales y sanitarias vuelven a ser las habituales, la pediculosis o infestación del cuero cabelludo y pelo por piojos va a volver a constituir un problema de salud de alta incidencia en las aulas y hogares españoles, ya que es de esperar que los niños tengan de nuevo un comportamiento de mayor contacto entre ellos. Y ese contacto directo cabeza con cabeza es la principal vía de contagio de los piojos. De hecho, se trata de una de las afecciones más contagiosas, junto al resfriado, por lo que es lógico pensar que su propagación aumentará este curso”. 

La investigación de Cinfa y SEFAC se basa en un cuestionario online realizado a una muestra representativa de 3.072 familias con hijos de 3 a 12 años escolarizados –4.204 menores–, residentes en todas las comunidades autónomas. El estudio confirma, además, que, en el país la pediculosis es más frecuente en las niñas, ya que seis de cada diez (55,8%) tuvieron piojos en los tres años previos a la pandemia, frente a la mitad de los niños (47,5%).

 “Este hecho se explica porque el cabello largo supone una mayor superficie de transmisión para los parásitos y porque, entre las niñas, son más habituales los juegos de cercanía y son más proclives a compartir artículos de pelo”, afirma Maset.

El temido picor

Como aclara Ana Molinero, vicepresidenta primera de SEFAC, “aunque es muy molesto, el Pediculus Humanus Capitis o piojo humano de la cabeza no transmite enfermedades, por lo que no constituye un peligro para la salud. De hecho, la pediculosis no siempre produce síntomas. Si los hay, el más frecuente es el picor y la necesidad de rascarse, lo que puede llegar a provocar lesiones en el cuero cabelludo”.

El estudio muestra también que, más allá de los síntomas físicos, el impacto psicológico de este problema es considerable, ya que uno de cada cinco padres del País Vasco cree que tener piojos afecta emocionalmente a sus hijos y uno de cada tres siente que les afecta a ellos directamente. Esta afectación emocional se da más en madres, en los progenitores más jóvenes y en familias con hijos más pequeños. 

Según Maset, “esto pone en evidencia la necesidad de normalizar la pediculosis en la sociedad como un problema más de salud, fácilmente atajable y en absoluto vinculado al pelo sucio, para ahorrar angustias innecesarias”. 

La investigación confirma que “la desinformación y las falsas creencias acerca de la pediculosis siguen estando muy extendidas. Por ejemplo, uno de cada cuatro progenitores con niños en edad escolar sigue creyendo que los piojos están relacionados con una falta de higiene, lo que lleva a algunos padres a temer que traten a sus hijos de diferente manera por tener piojos”. 

Este miedo al estigma y la vergüenza es, de hecho, uno de los principales motivos que conduce a los progenitores a no cumplir con la responsabilidad de notificar al colegio que sus hijos tienen piojos, lo que aumenta la gravedad de un problema que, bien gestionado, podría solucionarse rápida y eficazmente”, explica Molinero. En concreto, uno de cada diez progenitores no avisa al colegio cuando su hijo tiene piojos, a pesar de que siempre debe hacerse. La razón para ello, en uno de cada tres casos es la vergüenza y el miedo al estigma provocado por la pediculosis.  

Pero relacionar la pediculosis con la falta de higiene no es el único falso mito en torno a los piojos. Por ejemplo, la mitad de los progenitores españoles con niños en edad escolar sigue pensando que vuelan de una cabeza a otra o que las mascotas contagian piojos. Además, uno de cada tres cree que el mejor remedio para eliminar los piojos es cortar el pelo, algo que, si bien puede facilitar la aplicación del tratamiento, puede generar un mayor trastorno psicológico a algunos niños.

Los piojos no saltan, el contagio se produce por contacto. Pixabay

Decálogo para ganar la batalla

1. Conoced bien a vuestro enemigo. Para eliminar los piojos de una manera eficaz es necesario, en primer lugar, desterrar los falsos mitos en torno a ellos. Sobre todo, es importante saber que estos parásitos no vuelan ni saltan, sino que se desplazan rápidamente de un pelo a otro, lo que explica su gran capacidad de contagio por contacto entre cabezas. También hay que recordar que su presencia no está relacionada con una higiene deficiente, sino que puede afectar a cualquier persona de cualquier estrato social o económico. 

2. Ante todo, precaución. Si se notifican casos en vuestro entorno, tomad las medidas preventivas necesarias para mantener los piojos lejos de las cabezas de vuestros hijos: revisad su cabello con una lendrera regularmente, usad repelente y concienciadles de la necesidad de evitar el contacto de cabeza con cabeza y de intercambiar prendas u objetos personales que hayan podido estar en contacto con el pelo. 

3. Aprended a pasar la lendrera correctamente. Se trata de una herramienta muy eficaz tanto para diagnosticar como para eliminar los parásitos, pero su uso requiere ser sistemático, ya que ha de pasarse mechón a mechón y de abajo a arriba, haciendo especial hincapié en la nuca y detrás de las orejas, así como en la zona del cabello a tres o cuatro milímetros de la raíz. Antes de empezar, poneos cómodos, colocad un paño blanco sobre los hombros del niño y aseguraos de tener una buena iluminación.

4. Si confirmáis que hay piojos, avisad al colegio. Una advertencia a tiempo puede evitar que otros niños se infesten y el ciclo vuelva a comenzar. Los padres han de asumir sin dilación su responsabilidad de informar a los maestros, monitores u otros educadores de la presencia de piojos en su hogar, para que a su vez alerten al resto de alumnos.

5. Elegid el tratamiento adecuado. Acudid a la farmacia para conseguir un tratamiento pediculicida. Si no tenéis claro cuál es el más adecuado para vuestro hijo, consultad al farmacéutico la mejor opción en su caso. También puede ser necesario pedir consejo al pediatra si sufre dolencias dermatológicas o asma (casos en los que debería evitarse el uso de espráis) o tiene menos de 2 años. Si la revisión con lendrera no ha confirmado la infestación, recurrid a un repelente, pero nunca a un pediculicida.

6. No confiéis en tratamientos caseros. Por una parte, la eficacia pediculicida de sustancias como la mayonesa, el aceite de oliva, la mantequilla, o la vaselina es nula o no está demostrada. Por otra, otros remedios como el alcohol o el queroseno, además de irritar el cuero cabelludo, son tóxicos, inflamables, y por tanto, peligrosos. En el caso del vinagre, puede ayudar a despegar las liendres, pero por sí solo no es capaz de matar al piojo y, en concentraciones altas, también puede irritar el cuero cabelludo. 

7. Seguid al pie de la letra las instrucciones del fabricante con el pediculicida. Una vez aplicado sobre el cabello seco, pasad la lendrera para retirar los piojos muertos y las liendres, y después lavad la cabeza con el champú habitual y aclarad. Recordad que solo se han de tratar con pediculicida los miembros de la familia que se encuentren infestados. Para el resto, está indicado el repelente.

8. No utilicéis secadores. Tras el aclarado, dejad que el pelo se seque al aire libre, nunca con secador, ya que el calor inactiva el efecto insecticida residual del producto y este pierde eficacia.

9. Higiene en casa. Cuando alguien en casa ha tenido piojos, los peines o cepillos se deben lavar con pediculicidas o hervidos en agua. La ropa, incluida la de cama, y las toallas u otras prendas que haya usado la persona con piojos durante los dos días anteriores se han de lavar con agua caliente (60ºC) y/o secarse en la secadora a la máxima temperatura posible. Lo que no pueda limpiarse o lavarse adecuadamente se debe guardar en una bolsa de plástico sellada durante al menos una semana. También ha de pasarse el aspirador por el suelo y los muebles, pero no es necesario fumigar el hogar o usar aerosoles con insecticidas.

10. No bajéis la guardia en los días posteriores. Durante las dos semanas siguientes al tratamiento pediculicida, volved a revisar con la lendrera la cabeza de vuestro hijo a días alternos, o incluso diariamente. Si a los siete días seguís detectando piojos o liendres, será necesario reaplicar el pediculicida. Posteriormente, es recomendable realizar exámenes visuales cada dos o tres semanas, hasta asegurarse de que todos los piojos y liendres han muerto. También será necesario repetir las medidas preventivas como revisar la cabeza de toda la familia.