- China inició ayer su aplazado evento político del año con la celebración de una Asamblea Nacional Popular (ANP) preparada al milímetro, en un intento de pasar la página de los daños causados por el coronavirus y ofrecer un signo de reafirmación al país y fortaleza al mundo.
Un mundo que sufre aún los fuertes embates del covid-19 y en el que sería impensable un congreso multitudinario como el que congregó en Pekín a más de 3.000 delegados provistos de mascarillas ante la plana mayor del Partido Comunista, que presidió el cónclave a cara descubierta.
Se trataba de la primera vez en 25 años que la ANP -prevista inicialmente para principios de marzo- había sido pospuesta, y su grandiosa escenificación, ahora que China parece haber casi superado la pandemia, pretende ofrecer un símbolo de unidad en torno a sus líderes, que deben afrontar una compleja recuperación económica y una espinosa situación en lugares como Hong Kong.
En el discurso más breve ante la ANP de los últimos cuarenta años, el primer ministro, Li Keqiang, reconoció que “controlar con eficacia en un tiempo relativamente corto” el coronavirus “constituyó una tarea extremadamente ardua”, cuyo cumplimiento les exigió “no solo trabajar duro, sino pagar un elevado precio”.
Destacó que, en el primer trimestre, la economía china se contrajo por primera vez en décadas -un 6,8%- y que “el orden de la producción y la vida se vio alterado”.
Y también anunció que la ANP no fijaría este año como venía haciendo desde hace treinta un objetivo de crecimiento económico debido a la “gran incertidumbre” en relación con la pandemia y con el entorno económico y comercial mundial.
Tras ensalzar los logros alcanzados desde la última Asamblea, Li llamó enseguida a los delegados a ser “muy conscientes” de las dificultades que afronta el país: en el plano económico, una grave recesión mundial, el bloqueo de las cadenas de suministros, la contracción de las inversiones o la presión sobre el empleo.
China debe resolver “no pocos eslabones débiles en la gestión de las emergencias sanitarias, así como el planteamiento, por las masas populares, de algunas opiniones y sugerencias que debemos tomar en serio” dijo en referencia a las críticas ciudadanas por los intentos de ocultar la epidemia en sus primeros compases.
El primer ministro instó a “combatir y frenar las actividades secesionistas” en Taiwán y a “aplicar integral y acertadamente las directrices del modelo de un país, dos sistemas”, así como a “completar los sistemas jurídicos y los mecanismos ejecutivos” relativos a la “salvaguarda de la seguridad nacional” en Hong Kong.
La excolonia británica se ha convertido en uno de los temas centrales de la Asamblea, ya que los delegados aprobarán una ley de seguridad para el territorio que está ya desatando protestas y críticas en amplios sectores de la ciudad semiautónoma china.
El presidente del Comité Permanente de la ANP, Wang Chen, explicó que la nueva ley pretende prohibir “cualquier acto de traición, secesión, sedición, subversión” contra Pekín, además del “robo de secretos de Estado y la organización de actividades en Hong Kong por parte de organizaciones políticas extranjeras”.
Hong Kong se movilizará. La oposición política hongkonesa y activistas prodemocracia han llamado a la movilización frente a la nueva ley de seguridad nacional que aprobará China.
Críticas de Taiwán. El Gobierno de Taiwán acusó ayer a las autoridades de China de amenazar la libertad de los ciudadanos de Hong Kong con su nueva ley de seguridad nacional que podría terminar de desatar el caos.
Toque de atención de la UE. La Unión Europea instó ayer a China a respetar los derechos y libertades de Hong Kong, así como a mantener su autonomía.
Reino Unido pide respeto. El Gobierno del Reino Unido advirtió de que China debe respetar los “derechos y libertades” de Hong Kong,