El fantasma de Chernóbil no puede estar más vivo. Cuando se cumplen 25 años de la catástrofe en la central nuclear ucraniana, el debate sobre la seguridad de esta energía se ha reavivado tras el accidente de la japonesa Fukushima.

Chernóbil, en cuya zona de exclusión de 30 kilómetros los niveles de radiación aún son varias veces superiores a la norma, fue clausurada en el año 2000, pero aún acoge combustible nuclear, por lo que los ecologistas todavía la consideran una amenaza latente.

"El sarcófago está lleno de grietas de hasta cien metros y agujeros por donde sale el agua radiactiva. Era previsible, ya que el hormigón armado se degrada con el paso del tiempo. Es urgente colocar el nuevo sarcófago para 2015 a más tardar", señaló Vladímir Chuprov, jefe de la sección rusa de energía de Greenpeace.

Desde el 26 de abril de 1986, la radiación afectó a más de cinco millones de personas, principalmente en Rusia, Ucrania y Bielorrusia, según la Organización Mundial de la Salud.

"145.000 kilómetros cuadrados de territorio en Ucrania, Bielorrusia y Rusia resultaron contaminadas por radionucleidos", aseguró Nikolái Azárov, primer ministro ucraniano, en un comunicado.

Greenpeace organizó ayer un acto de protesta contra la energía nuclear frente a la verja que impide el acceso a la planta y recordó que casi un 70% de los ucranianos es contrario a la construcción de nuevas centrales.

Ucrania y Rusia demandaron reforzar la seguridad nuclear en todo el mundo al recordar el 25 aniversario de la catástrofe en la central ucraniana de Chernóbil, la más grave de la historia de la energía atómica civil.

esfuerzos adicionales Dmitri Medvédev, presidente ruso, pidió la elaboración de nuevas convenciones internacionales para evitar accidentes como el de Chernóbil, ocurrido el 26 de abril de 1986, y el de la planta atómica nipona de Fukushima, que sufrió una cadena de accidentes tras el terremoto y el maremoto de principios de marzo pasado. "Las tragedias de los últimos años y especialmente el accidente en Fukushima demostraron que estamos obligados a realizar esfuerzos adicionales para que la energía nuclear sea auténticamente pacífica", dijo.

Entre otras cosas, Rusia propone un nuevo sistema internacional para la explotación segura de plantas atómicas con estrictos requisitos para zonas de gran actividad sísmica o amenazadas por cataclismos naturales.

Medvédev, quien hizo hincapié en la necesidad de responsabilidad individual y máxima transparencia informativa en caso de accidente, envió estas propuestas al OIEA, el G8 y el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). "Antes del 26 de abril de 1986 el mundo tenía una ilusión de seguridad. Después de esa fecha ya nadie puede tener garantías de seguridad en el mañana. Los acontecimientos en la central Fukushima-1 confirmaron esta amarga verdad", aseguró por su parte el presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich.

Los mandatarios asistieron a una misa en memoria de las víctimas en la única iglesia de la zona de exclusión de Chernóbil y realizaron una ofrenda floral en el monumento en honor a los 28 bomberos fallecidos en la explosión del cuarto reactor.

Seguidamente, colocaron la primera piedra del memorial que será erigido en honor a los cientos de miles de likvidátor, los "liquidadores" que arriesgaron sus vidas en las labores de desactivación.

Por su parte, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, aseguró que la tragedia de Chernóbil "fue una lección para toda la humanidad". El accidente "obligó a revisar la fiabilidad y seguridad de la energía nuclear", señaló Putin.

También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, subrayó la necesidad de reforzar el régimen global de seguridad nuclear. Ban señaló que en estos momentos en que coinciden los efectos adversos del cambio climático y se prevé un aumento de la demanda de energía nuclear, adquiere mayor importancia que haya "un debate global sobre cómo asegurar el uso pacífico de la energía nuclear junto a la máxima seguridad".

El director de Proyecto Equo, Juan López de Uralde, recordó a las víctimas, en el 25 aniversario de Chernóbil a las que consideró que se "humilla" al negarles su propia existencia cuando se minimiza el número de afectados o cuando bailan las cifras, al tiempo que exigió el fin de la energía nuclear completamente en 2020.