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Mesa de Redacción

Carlos González

Las cosas del dinero

Hay ocasiones en nuestro amado templo del cortado mañanero en las que, como andes un poco despistado, te pierdes una cita del G7 sin darte cuenta. Ni Foro de Davos ni reunión del Grupo Bilderberg, ni encuentro en Sun Valley, ni leches en vinagre. Entre estas cuatro paredes hay mandanga económica de la buena con dos productos esenciales a un lado y al otro de la barra: el vino y el café. Todo ha venido estos días porque nuestro querido escanciador ya ha avisado que ambos productos los va a empezar a cobrar más caros en nada porque a él también le están apretando. Total, que vamos para una semana larga de discusiones sobre si en el aumento de los precios tiene que ver con el cambio climático, los aranceles del naranjito que gobierna el mundo, con la carestía del transporte, con la falta de contenedores, con la escasez de mano de obra... Se están buscando mil y una razones aunque en lo que todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo en esta santa casa es que nada en esa subida de precios tiene que ver con el crecimiento de la demanda. Sostiene el barman que tanto a él como al resto de sus colegas de las barras alavesas le piden cada vez menos txikitos y cafés. Y esto nos ha llevado a otra discusión antropológica de alto copete.