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Mesa de Redacción

César Martín

Ciudad

Escuchaba el otro día la radio mientras circulaba con mi coche camino de una escapada de unas horas en una localidad cercana. El protagonista que se asomaba desde la emisora al interior de mi utilitario era un residente en un pueblo, ocupado (y, al parecer, preocupado) en el sector primario. Elevaba en las ondas una queja sobre la identidad de los que legislaban sobre el territorio. A su juicio, los aludidos tenían toda la pinta de no haber pisado una finca en su vida y que los cultivos y formas de hacer en el campo que trataban de imponer, ordenar y gestionar desde los correspondientes boletines oficiales sonaban a los interpelados, si acaso, de oídas.

No sé si tales afirmaciones tienen el rango suficiente para establecerse como cátedra y verdad absoluta. Sin embargo, bajando hasta el rango de ciudadano raso estándar residente en un núcleo urbano y urbanizado, como el que escribe y suscribe estas líneas, sí creo que se puede aseverar que se coge el rábano por las hojas a la hora de atender la parte menos sustancial para concluir de manera equivocada. Me temo que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y que, habitualmente, se desprecian u olvidan hechos significativos, como que desde los pueblos se vertebra toda la comunidad.