El mismo día en el que este diario publicaba lo bien que funciona el transporte público en la ciudad, un tranvía y un pequeño autobús colisionaban en un cruce de Salburua provocando varios heridos e imágenes de las que acogotan al más pintado, aparte de mil y una incidencias en el normal discurrir de las líneas afectadas y de la circulación rodada, también cortada para contribuir a los trabajos de los servicios sanitarios y técnicos. Varios profesionales de este medio estaban ocupados y preocupados con el incidente cuando, oiga, que casi hay que sacar entrada en el lugar, dada la expectación. Pese a que los policías asignados al accidente trataban de poner orden y acotar expectaciones, la acumulación de curiosos fue llamativa en ciertos momentos para contemplar in situ la intensidad dramática de un bodegón demasiado real para hacer bromas con él. Hay quien se ha preocupado en definir el comportamiento de aquellos humanos que se comportan como las vacas viendo pasar el tren (y perdón por el símil), porque no son pocos. Parece que este tipo de hechos con tintes dramáticos provocan en cierta gente un morbo desmedido por curiosear y echar mano de móviles para compartir las escenas contempladas. En fin, que me reafirmo en que somos una especie para comer aparte, por ejemplo, en un establo.
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