Hay en nuestro amado templo del cortado mañanero una tradición que, en realidad, solo tiene cuatro años. En las primeras navidades pandémicas, a dos de los viejillos habituales se les ocurrió que si llegaban vivos y a salvo de todo al 31 de diciembre de 2020 invitaban ellos a una ronda de vermut para los más jatorras del lugar. El brindis que se hizo aquel día terminó quedando institucionalizado para los siguientes: ¡a tomar por culo, que seguimos vivos!. Así lo hemos venido repitiendo cada Nochevieja desde entonces, aunque uno de los dos aitites precursores dijo, sin decir, en 2023 lo de verdes las han segao y se fue para el otro barrio. Esta semana hemos cumplido. Por supuesto, para no cambiar las costumbres, nuestro querido escanciador de café y otras sustancias ha puesto las bebidas y nada más, que el que sigue invitando es el abuelo vivo. Le hemos dicho al compañero que nos deje colaborar en la cuenta, pero nos ha dicho que a la tumba no se piensa llevar la cartera y que a sus descendientes solo les quiere dejar pellas para que se acuerden de él durante muchos años, aunque sea para mal. Y con ese espíritu lleno de positividad afrontamos un 2025 que tiene muy mala rima. Solo llevamos dos días y en el local ya la hemos escuchado 20 veces.
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