La rebelión de las máquinas no debe de andar muy lejos. Ya lo dejé escrito por aquí: comparto con Sheldon Cooper que probablemente la liderarán los cajeros automáticos. Y teniendo en cuenta que estos tienen los días contados, a juzgar por nuestro uso cada vez más extendido de medios digitales de pago, la crisis informática vivida este pasado viernes en todo el mundo no ha podido ser otra cosa que una de las trompetas del Apocalipsis. Después de que se señalara a Microsoft como culpable de la jornada de pantallas azules, el dedo acusador se redirigió contra Crowdstrike, gigante de la ciberseguridad, y una actualización de un antivirus. En cualquier caso, instituciones, aeropuertos, hospitales, trenes, entidades financieras, empresas... prácticamente no hubo un sector que no viera afectados sus servicios y actividad al caer el sistema de Microsoft. Ha quedado en segundo plano el juego de tronos vivido en noviembre en OpenAI, creadora de ChatGPT. Recientemente, un grupo de empleados y exempleados de OpenAI y Google DeepMind firmaron una carta abierta denunciando que la industria de la Inteligencia Artificial está priorizando las ganancias sobre la seguridad. Cada vez añoro más mi vieja Olivetti.
- Multimedia
- Servicios
- Participación