Dice uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero que es mejor alejarse cuanto más posible de quienes se otorgan para sí el derecho a repartir carnés, sobre todo de pertenencia a una tierra, algo muy habitual por estos lares. Por eso él, nacido en Nueva Dentro siendo sus padres de la misma calle y teniendo los cuatro primeros apellidos compuestos, cada vez que le decimos que no se puede ser más alavés, nos pone mala cara. Dice que de patatero, de vitoriano, de alavés de pura cepa, de VTV... de lo que se quiera en este sentido, no se come. Sí de la educación, del respeto, del trabajo y con compañía. Y se nos pone muy serio cuando le sale el discurso. Sospechamos que hay algo detrás que todavía no nos ha contado. Pero cuando le sale esta vena, nuestro escanciador de café y otras sustancias, por tocar un poco las narices, saca el plumero de detrás de la barra para quitarle un poco el polvo a las dos figuras de San Prudencio y la Virgen Blanca que tiene al lado de las botellas para el marianito. Ahí el viejillo suele sacar la sonrisa socarrona, porque sabe que le están buscando. Por eso se pone a tararear algo de Donnay y espera que el resto de viejillos se meta con algún otro por otra razón. Sentido de pertenencia no sé, pero de humor, siempre. l