En nuestro amado templo del cortado mañanero es fácil pillarle el truco a cada uno de los viejillos para saber por dónde te pueden venir en un momento dado. Pero siempre hay quien te sale con alguna que te deja vuelta al aire. Resulta que ante la inminente fiesta de la democracia, uno de los abueletes nos dijo el otro día que va a votar a las cosas esas amarillas. Tras el primer momento con cara Pikachu, fuimos adentrándonos en la nave del misterio para averiguar a qué se refería. Resulta que uno de sus nietos pequeños le tiene abrasado. Cada vez que se quedan en casa a solas, le pide la misma película con los minions en bucle. Claro, ante la repetición ad infinitum, hasta al aitite le han terminado haciendo gracia los personajes en cuestión. Pero su pensamiento ha ido más allá. El buen hombre ha establecido que en la sociedad en general somos como las cosas esas amarillas, esbirros que en cada elección van buscando cuál es el mejor villano al que seguir y votar. Así que le ha pedido a su nieta la mayor, que con la cosa de los ordenadores y las impresoras se maneja que da gusto, que le imprima una imagen de los minions, que es la que va a meter en el sobre. Así que el domingo habrá una mesa electoral en la que, como mínimo, se van a echar unas risas durante el recuento.
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