Joselu Anayak va camino del medio siglo en los escenarios y no tienen intención alguna de retirarse. No podemos más que darles las gracias por ello. Los hermanos Ruiz de Gordoa –Javier, Andoni, Félix, Jesús y Joselu– actuaron recientemente en Ali –lleno absoluto de nuevo en una de sus plazas predilectas– y, una vez más, evidenciaron que se encuentran en plena forma después de una nueva y extensa temporada de conciertos. Poner la banda sonora de las fiestas de gran parte de los pueblos de Álava y un buen puñado de los de Euskal Herria o de la mayoría de los barrios de Vitoria, sin olvidarse de fechas emblemáticas como San Prudencio, el Día de Santiago o las Fiestas de la Virgen Blanca, es su modus vivendi durante todos los fines de semana que van desde abril a principios de noviembre. Miles de conciertos, que esconden detrás muchas más horas de trabajo y aún más de kilómetros recorridos, para poner voz y sonido a todas las fiestas con un repertorio de clásicos que cada temporada incorpora nuevos sones. Quien les contrata –y muchos se quedan con las ganas– se asegura de antemano el éxito de su fiesta, pues arrastran a un público incondicional que les sigue allá donde actúan. Si vendiesen entradas, colgarían el no hay billetes cada noche. Unos auténticos Rolling Stones, pero con sello alavés.
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