Tengo la sensación de que cuando Eneko Andueza aparece en escena los socialistas vascos, y especialmente las dos caras visibles para las elecciones en Álava (Cristina González) y Vitoria (Maider Etxebarria), se echan a temblar por esas ganas de enredar que ha evidenciado cada vez que abre la boca. Los pactos en las principales instituciones han propiciado gobiernos encabezados por el PNV con el apoyo del PSE –con mando en plaza, pero sin verse salpicado por polémicas aunque le atañían directamente– provechosos para la ciudadanía. Una coalición que ha dado estabilidad a nuestro país, nuestro territorio y nuestra ciudad. Euskadi, Álava y Vitoria se encuentran hoy mucho mejor que el que sus actuales mandatarios se encontraron cuando recogieron la makila. Jugar al electoralismo es lícito cuando las urnas se vislumbran ya en el horizonte, pero Andueza parece empeñado en tocar las narices a propios y extraños. Si no, ¿cómo explicar que un día enrede con el gran pacto de izquierdas para al día siguiente señalar el peligro de un acuerdo PNV-Bildu? Alejadas de la polémica, con trabajo silencioso, Cristina y Maider se han ganado su cuota de votos. Nada peor para ellas que alguien enredando a su alrededor, intentando marcar territorio con palabrería que no lleva a ninguna parte.