legado ya el momento de contemplar la que se avecina con el regreso del Deportivo Alavés a Segunda División tras seis temporadas pisando las moquetas más elegantes del fútbol estatal, cabe recordar a quienes lo han olvidado -o a quienes directamente ni siquiera lo han conocido- que la categoría de plata es un auténtico tormento, interminable como un maratón y en la que partir como favorito al ascenso tiene el mismo valor que un cero a la izquierda. Quien crea que El Glorioso se va a pasear en una amable campaña de regreso a Primera y que lo va a hacer con un fútbol de fino estilismo, conoce poco la realidad. Ese cuadro no se corresponde para nada con la realidad de Segunda, ni aunque se parta con cierta ventaja económica, que habrá que ver también cómo se administra. Diez meses de competición sin apenas parón alguno, un agotador pasodoble de 42 jornadas, siempre con la obligación de ganar, ya sea ante clubes históricos que buscarán reverdecer laureles o contra otros de apariencia humilde pero colmillo afilado. Y siempre picando piedra y sudando la gota gorda. Con la primera meta de los 50 puntos de la salvación -ojo con esto- y solo dos plazas de ascenso directo -y un terrorífico play off- al final del camino. Un verdadero tormento. l