ace poco conocí un curioso estudio psicológico. Los participantes debían jugar a los detectives para resolver un asesinato. A cada uno se le daban diferentes pistas que apuntaban a un sospechoso diferente y que tenían que compartir, ya que sólo del contraste saldría el culpable real. Lo curioso del caso es que cada participante defendía con un celo salvaje su verdad tratando de convencer al resto de que tenía razón para incriminar a su culpable. Y sólo bien entrado el juego se abría a considerar las razones de los demás. Los psicólogos lo llaman "mero efecto de propiedad"; un concepto que hace que pienses que por ejemplo tu perro es el mejor perro del mundo sólo por el hecho de que es el tuyo. Y esto se ve que es extrapolable a las ideas, lo que, según advierten, puede ralentizar o incluso detener el progreso de la sociedad al considerar cada individuo que lo que piensa es siempre superior a lo que opinen o crean los demás. La semana pasada, un dibujante renunció a firmar su libro en Sant Jordi tras ser amenazado. "Que te quede claro, pedazo de maricón, que cuando se ofende a Dios y la patria no hay dialéctica más admisible que los puños y las pistolas. Prepárate", le dijeron. Curiosa forma de defender una patria la de reducirla a lo que uno cree que es o debe ser y excluir de ella a quienes piensen, pensemos, distinto.