Respeto
ay cosas que no deberían ni pedirse. Y el respeto es una de ellas. Llega el fin de semana con una nueva medida de movilidad reducida. Todavía quedan resquicios de nieve en nuestros montes y ello ofrece una alternativa para olvidar el mal trago que no lo está haciendo pasar el covid-19. Maldito bicho. Y, aún sin nieve, la zona rural se presenta perfecta para esos momentos de distensión tan necesarios para mantener, en lo que se pueda, un cierto estado anímico que se parezca a lo que teníamos antes. Pero ello no puede ser excusa para asaltar e irrumpir como elefante en cacharrería en nuestros pueblos. En la zona rural existen vados, garajes, carreteras que deben ser utilizadas por los y las agricultures y, claro, fincas sembradas que no pueden ser pisadas. Porque por mucho que se trate de pisar ligero el terreno y parezca que uno se eleva y no toca la tierra, lo cierto es que ésta sí que se pisa y se estropea el cultivo que permanece debajo. Invisible quizás todavía, pero creciendo si le dejan. Y, aunque invisible también, el coronavirus amenaza igual en los pueblos que en un parque de ciudad por lo que la mascarilla es, del mismo modo, obligatoria para el paseo del visitante y el residente. Nos ponemos un fin de semana más a prueba. Veremos.