En el momento en el que nos planteamos que un gato venga a vivir con nosotros a nuestros hogares, adoptado o comprado, son muchos los preparativos a realizar. Uno de los más importantes corresponde a su lugar de descanso, su cama.

Los gatos probablemente sean los animales domésticos que más tiempo pasan durmiendo. Si tienen todas sus necesidades de comida, juegos, estimulación y socialización cubiertas, descansar será su principal actividad. Pueden llegar a dormir hasta 16 horas. Cierto es que la mayor parte de este tiempo será un sueño ligero, presto a reaccionar a cualquier cosa que llame su atención.

Un cachorro de gato en su cesta. Freepik

Por este motivo es importante elegir bien su cama y colocarla en el lugar adecuado. Para ello es importante conocer bien sus características, tanto físicas como de carácter.

La edad del gato

La edad del gato es un dato importante que hay que tener en cuenta. Lo más habitual es que el recién llegado sea un cachorro, al que a medida que vaya creciendo se le vaya cambiando la cama, adaptándola a su talla. En esta primera etapa se pueden incluir algunos complementos con los que puede jugar y hacerla suya.

Por otra parte, cuando se convierta en un gato adulto, quizá haya que buscar una cama que se acomode a su estado físico, ya que puede ocurrir que tenga problemas de movilidad y le cueste entrar o salir de ella. Además, es probable que pase más tiempo descansando, por lo que puede ser necesario buscar una más mullida para que se encuentre cómodo. Puede que haga falta, incluso, ofrecerle una cama ortopédica.

Si la cama le proporciona algo de altura, le da más seguridad. Freepik

Tamaño y forma

De entrada, va a depender del tamaño del gato cuando sea adulto, cuando haya terminado de crecer. No todas las razas tienen la misma talla. De entrada, la cama debe tener unas dimensiones en las que quepa estirado, con algo de holgura pero que se sienta recogido. Basta con un diámetro de entre 45 y 50 cm. Si es de los que se hacen una bola para dormir, con 40 cm. suele bastar.

Ahora bien, el gato debe considerar su cama como un lugar seguro por lo que también es necesario que tenga unas paredes que rodeen su perímetro y lo mantengan dentro. Es más, algunos gatos prefieren esconderse y si el que llega a casa es de esos, un cama cerrada, tipo cueva es la más indicada.

De qué material

El material con el que se haya fabricado la cama también es importante, y debe cumplir dos características básicas: ser resistente y ser fácilmente lavable.

Empezando por esto último, no está de más que pase por la lavadora al menos una vez cada 15 días. Se trata de evitar que ectoparásitos como pulgas, garrapatas o piojos se asienten allí con los consiguientes problemas de salud que puedan derivarse. También hay que eliminar los pelos de la muda que se vayan acumulando. Como apunte, tener dos camas puede ser una buena idea por si la primera no se seca a tiempo.

También debemos preferir las telas de diferentes materiales textiles a las polipieles y los sintéticos. El aroma químico de esto puede producirles rechazo, pero también tiene el problema de ser menos transpirables, por lo que puede acabar causando problemas de piel.

A todo esto, hay que añadir un relleno lo suficientemente mullido para ser cómodo y poder descansar, pero lo suficientemente firme para no hundirse en él.

Dónde ponerla

Hay que hacer un trabajo de observación para localizar cuáles son sus lugares preferidos para descansar. Esto puede facilitar el trabajo siempre que sea un lugar donde quepa la capa sin interferir en las zonas de paso o de trabajo.

También hay que tener en cuenta que los gatos prefieren las alturas, no estar a ras de suelo, por lo que una ubicación a la que tengan que subirse es una buena opción, siempre y cuando la cama esté fijada de forma que no resbale y caiga al suelo. De esta manera se sentirá seguro y a la vez podrá vigilar su entorno pasando más o menos desapercibido.

Finalmente, hay que desechar las zonas con corrientes de aire, las cercanas a la zona donde se encuentren los cuencos de comida y agua así como el arenero.

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De fabricación casera

Aunque sea más fácil comprar una cama ya hecha, tampoco es mala idea dedicarle algo de tiempo y hacerla en casa. Si es nuestro gato el que decide dónde dormir, podemos adaptar una cesta, una caja, una maleta vieja, incluso un cuco infantil para que sirva de base. Incluso el cajón de una cómoda o de un armario en desuso puede ser una buena opción. Con un jersey o cualquier ropa que ya no usemos, con telas de cortina o de tapizado se pueden hacer cojines y pequeños colchones mullidos a los que se puede añadir alguna toalla o manta de viaje por encima para convertirlas en lugares confortables donde poder descansar. Para animarle a usarla y se sienta relajado se puede usar algo de aroma de hierba gatera para atraerlo y convencerlo para que se quede. Si se pone por encima del nivel del suelo para que vigile y curiosee escondido, mejor.