A estas altura ya no es extraño encontrar hurones en familias urbanas que los tienen como mascotas. De hecho son la tercera mascota preferida en España después de perros y gatos. De hecho, con en la Ley de Bienestar Animal se les otorga la consideración de animal de compañía. Pero el asunto es que no es ni un perro ni un gato, es un mustélido cazador cuyos instintos básicos naturales están a flor de piel. Y estos lo ha convertido también en un animal de trabajo.

Son juguetones y sociables, con buena adaptación a vivir con humanos y con otros animales, pero sus características y su forma de comportarse no es la misma. Por ello, a la hora de adoptar uno, si en una familia hay niños pequeños surgen dudas sobre como reaccionaran ambos y si podrán convivir sin problemas.

De entrada la respuesta es que sí. De hecho, en algunas escuelas, sobre todo en Estados Unidos, los tienen como mascotas de las clases de los más pequeños. También se suele emplear como animal terapéutico para jóvenes con autismo.

Con 6 años, los pequeños de la casa ya son capaces de aprender cómo deben tratar al hurón de la familia. Freepik

Lo primero que hay que hay que saber es que los hurones se relacionan entre ellos de manera distinta a como lo hace un perro o un gato. Los expertos afirman que tienen lo mejor de los perros, su sociabilidad y su carácter, y lo mejor de los gatos, su curiosidad y su limpieza. Y como punto extra, son hipoalergénicos, por lo que las personas con problemas de alergias encontrarán en estos animales una buena compañía.

Pero la forma de relacionarse con el resto de su familia no es igual al de las mascotas habituales. De entrada, es a través del tacto como investigan el mundo. Su olfato y su vista no son sus puntos fuertes, por lo que sacian su curiosidad tocando y mordiéndolo todo. Por ello quizá parezca más agresivos de lo que son.

Al igual que perros y gatos, deben ser adiestrados y es un adulto quien debe hacerlo. En este sentido son algo más lentos que perros y gatos, por lo que el proceso puede ser algo largo. Hay que aprender a reconocer sus señales de incomodidad y advertencia, que suelen ser más sutiles, qu e en función del ejemplar pueden ser inexistentes, por lo que al sentirse incómodos pueden morder sin avisos.

Por este motivo, los expertos recomiendan que la edad mínima para que un niño interactúe directamente con un hurón es de seis años, cuando ya pueden entender el comportamiento de estos animales, especialmente por qué emplean la boca para todo y por qué muerde, si lo hacen para investigar, por juego o por defensa.

También es importante que a pesar de su aspecto tierno y peludito, los pequeños de la casa sean conscientes de que no son muñecos de peluche, que son animales a los que ser cogidos en brazos puede poner muy nerviosos si se hace por sorpresa y no conocen a quien lo hace. A pesar de ser depredadores, su tamaño los hace también presas en un medio natural, por lo que su instinto es atacar y huir cuando se ven atrapados.

Por ello, hasta que el niño aprenda a relacionarse con el hurón, tendrá que ser un adulto el que supervise cómo se relacionan los dos. Para que esto ocurra sin incidentes, los juguetes suelen ser el mejor medio, cañas con plumas, pelotas con sonidos, mantas olfativas. También formar parte de las rutinas de cuidado y alimentación ayudarán a que se establezca una mutua relación de confianza.

Hurones de trabajo

Al igual que hay perros que tienen la consideración de ser de trabajo por realiza labores de ayuda y apoyos en labores concretas como el pastoreo , la caza, seguridad ciudadana, búsqueda y rescate, también hay hurones que realizan otras labores más allá de la compañía, como la caza o labores de asistencia social.

Los hurones se adaptan bien a vivir en grupo tanto con otros hurones como con perros o gatos. Freepik

De hecho, es la domesticación de turón (Mustela putorius) la que dio lugar a los hurones (Mustela putorius furo), la subespecie doméstica de esta especie. Su habilidad para cazar conejos y roedores en sus propias madrigueras les hace ser una magnífica herramienta para controlar los excesos de poblaciones en explotaciones agrícolas y frutícolas.

De momento no ha trascendido si esta labor va a quedar también reflejada en la futura Ley de Bienestar Animal, como se ha hecho con los perros, y los hurones que se dediquen a la caza, o a otras labores, no sean considerados mascotas.