Purgador purgado: Y tanto que los extremos se tocan. Su historia es una versión edulcorada (y, desde luego, sin sangre) de Lavrenti Beria, el gran sicario de Stalin, que después de haber identificado y condenado a muerte a miles de disidentes, fue señalado como enemigo del pueblo y ejecutado por Krushev. En su caso, quien lo nombró para que lo ayudara a mantener a escuadra a la militancia de Vox fue el führer Santiago Abascal, el mismo que ahora acaba de darle la patada porque se pasó de vueltas con el látigo. Eso sí, en lugar de largarlo del todo, lo coloca de candidato a alcalde de Madrid para verlo humillado dentro de ocho meses. La degradación ha sido pública. Ha probado de su propia medicina, y no sabe cuánto me alegro por ello.