Entre el Tarot y la lectura de las vísceras de un pollo, los amanuenses de orden ya ven a Sánchez fuera de la Moncloa. Sí, queda medio año para las generales, pero en cinco semanas tenemos otra cita con las urnas. Y, aunque en estas no se presenta el secretario general del PSOE, el cuento de la lechera más extendido en Diestralandia es que ahí empezará su camino a la derrota.
"Una victoria del PP en las autonomías, grandes ciudades y en el cómputo total de las municipales sería el principio del fin del gobierno socialista comunista"
“El 28-M y el fin de Sánchez”, se relame Francisco Marhuenda en La Razón, adelantando los triunfos de la fecha mágica: “El cambio de ciclo tiene que comenzar ese día con una serie de éxitos que darían un enorme impulso para que Feijóo consiga la victoria. El inquilino de La Moncloa, así como la izquierda política y mediática son muy conscientes de ello. Esto explica la campaña que han desatado contra el presidente del PP, pero, también, contra Ayuso, porque les preocupa que logre la mayoría absoluta. (…) Una victoria del PP en las autonomías, grandes ciudades y en el cómputo total de las municipales sería el principio del fin del gobierno socialista comunista”.
A Ignacio Camacho también se le hacen los dedos huéspedes. Sus cálculos arrojan el ansiado resultado. Todo sería cuestión de que el último domingo de mayo se alinearan unos cuantos astros, según deja negro sobre blanco en ABC: “Una capital importante, Valencia o Sevilla, y alguna autonomía socialista emblemática: la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón o Castilla-La Mancha. Ése es el balance mínimo que necesita el PP para que la opinión pública le dé las elecciones por ganadas, aunque con toda probabilidad vaya a ser el vencedor en votos en el conjunto de España”.
Pedro J. Ramírez lo tiene incluso un poco más claro, y así lo deja anotado en una larguísima parrapla en El Español: “¿Por qué se huele el aroma del milagro? ¿Por qué los sondeos no adulterados van creando el consenso de que los únicos feudos que peligran el 28-M son todos socialistas y si varios de ellos caen Feijóo tendrá expedito el camino hacia una gran victoria en diciembre? ¿Y por qué, sobre todo, son los votantes, los militantes, los dirigentes, los altos cargos, los ministros socialistas incluso, los que en privado transmiten de manera creciente la desconfianza en el rumbo marcado por su líder?”.
El subdirector de El Debate, Luis Ventoso, no centra el foco en Feijóo sino en el principal puntal del PP, la emperatriz de Sol: “Ayuso le ha echado valor. Se lío a mandobles dialécticos con Sánchez cuando Mi Persona patinaba en la pandemia y es la única dirigente del actual PP que se atreve a levantar la voz contra los lugares comunes de la corrección política zurda. La presidenta de Madrid le afea sus contradicciones a la izquierda caviar con desparpajo y se proclama abiertamente liberal y pro negocios, mientras que su partido semeja por momentos una formación de credo socialdemócrata templado. En paralelo, ha ilusionado a Madrid”.
Sin piedad contra Irene Montero
Si la miel cavernaria es Feijóo y Ayuso, la hiel sigue cayendo a borbotones sobre la ministra de Igualdad. “La indiferencia comunista de Irene Montero por las víctimas de su Ley”, titula Federico Jiménez Losantos su torrencial sábana en Libertad Digital. Aquí les va uno de los soplamocos: “Esa tara moral nunca se ha exhibido tan obscenamente como cuando Irene Montero, tras la votación de la reforma de su Ley subió a la tribuna a gimotear que era "su día más triste como ministra". Casi mil violadores, pederastas y agresores sexuales en la calle, tres mil esperando en la puerta, y ella no estaba triste por las mujeres violadas, los niños abusados, las víctimas que nunca lo habrían sido si a sus agresores no los suelta la Ley de marras. Hace falta un carácter muy especial para demostrar semejante egoísmo, sólo superado por su injustificada vanidad, porque su aplastante derrota parlamentaria, dijo, era de todas las feministas de la Cámara y de toda España. Ella, Montero, es todas las demás. Las demás, a su lado, nada”.
"Ver a Irene Montero haciendo pucheritos porque tiran por tierra de una vez su nefasta ley no tiene precio"
En Vozpópuli, Rosa Martínez también saca las teclas a pasear contra la titulr de Igualdad: “Ver a Irene Montero haciendo pucheritos porque tiran por tierra de una vez su nefasta ley no tiene precio. Mucho pucherito, pero nada de pedir perdón o de dimitir, que en el supermercado no pagan igual. Ella con su historia de siempre y huyendo hacia adelante: “las feministas con esta ley hemos puesto en el centro el consentimiento”. La señora ministra todavía no se ha enterado de que lo que ha puesto en el centro ha sido la reducción de condenas y excarcelación de agresores sexuales”.
En The Objective, un tal Pablo de Lora, se despacha a gusto contra el pimpampum del momento: “La actitud de Montero y sus monteros, sus actos y declaraciones expresas, sus tules morados para la pequeña ocasión revolucionaria, así como sus mohines y enfurruñamientos colegiales, el teatro de sus abrazos y llantos, no son sólo muestra de un despotismo insoportable sino de deshonestidad intelectual y sordera sectaria”.
Y terminamos con las líneas que le dedica Diego S. Garrotxo en ABC, casi con un punto de admiración: “Ya no le quedan victorias posibles y no pelea por una causa justa, pero ahí la tienen: como ese soldado solitario que, ya con todos sus compañeros abatidos, empuña un cuchillo y se lanza contra una línea de enemigos armados con ametralladoras. Irene ya ha caído, aunque se mantenga en pie. La neurosis ideológica, la injusticia de su causa y la traición de sus próximos son el motivo de su derrota”.