Sentenciado” - La prensa de orden le tiene tomada la matrícula a su otrora amado Fernando Grande-Marlaska. Se ha notado después de que el Tribunal Supremo anulara el cese del coronel de la Guardia Civil López de los Cobos, ordenado por el ministro español de Interior. “Grande-Marlaska, sentenciado”, jugaba con las palabras el editorialista de ABC. También en el vetusto diario. Carlos Herrera completaba la bofetada: “Al coronel -que debiera ser general- Pérez de los Cobos, una vez obligado a ser readmitido en su cargo, le está espolvoreando insidias el ministro Marlaska mediante el viejo método de dar a entender que ha ‘manejado’ mal los fondos reservados, cosa que tiene la ventaja de no poder ser demostrada y que siempre levanta sospechas entre todos aquellos que creen que las cloacas del poder son insondables y, además, están podridas”.

Polvo gris - En El Mundo, Jorge Bustos veía la apuesta y la subía, añadiendo en el coscorrón los ingredientes de costumbre: “Hoy, cinco años y 176 etarras acercados después, la honorabilidad de Marlaska es como ese pellizco de polvo gris con el que los cristianos arrancan la cuaresma; como un pájaro dodo que nadie recuerda vivo; como la libertad de un preso pálido de no ver el sol. Pero lo quemado ya no arde más, así que Marlaska programó su bautismo de queroseno cuanto antes”.

Un héroe español - Buena parte de la inquina se explica por la condición de héroe de la patria que se atribuye al benemérito destituido. Así lo glosaba Pablo Planas en Libertad Digital: “Pérez de los Cobos se tuvo que enfrentar a los independentistas promovidos por Zapatero y Rajoy. El agente que organizó el quirúrgico operativo del 1-O. El guardia civil que tuvo que aguantar las chulerías y los desmanes de Trapero, el jefe de los Mossos. El hombre que puso algo de orden en la contención del golpe de Estado”.

Se la tiene jurada -Como remate, el inefable Alfonso Ussía soltaba este chismorreo: “Algunos dicen que en un tiempo pasado, coincidieron en su destino de Bilbao un juez Marlasca joven e impetuoso y un capitán de la Benemérita cuyo honor era -y es- su divisa. Y que algo sucedió en una calle. En la calle suceden muchas cosas que terminan en un cuartelillo o una comisaría. La maldita calle, fragua de amores, jardín de pesares”.