El traslado a cárceles vascas de los últimos presos de ETA que se mantenían alejados ha provocado el previsible crujir de dientes al fondo a la derecha.
"Es lo razonable en el caso de una coalición gubernamental que ha elegido como socio en la dirección de España al partido político de los etarras"
“Sánchez cede ante Bildu y pone fin a la dispersión de los presos de ETA”, titulaba La Razón en primera. En el editorial, dos gotas más de bencina: “El sabor amargo de la derrota frente a ETA”. En la letra menuda, toda la cacharrería dialéctica de repertorio: “Es un signo de este Gobierno y de la mayoría Frankenstein que lo asiste que la lucha contra el terrorismo de ETA y en consecuencia la justicia reparadora con las víctimas de la banda ha desaparecido de su agenda y de sus prioridades. Es lo razonable en el caso de una coalición gubernamental que ha elegido como socio en la dirección de España al partido político de los etarras y que ha dado la espalda a todos los que entregaron el mayor sacrificio en la lucha contra los peores enemigos de la nación durante décadas”.
ABC señalaba expresamente en su titular de apertura a una de las reclusas de la última partid de acercamientos: “El Gobierno cumple con la novia de Txapote su pacto con Bildu y el PNV”. En el editorial insistía: “Es innegable que el caso de esta etarra añade un plus de simbolismo a este proceso, que solo se corresponde con una decisión política del Gobierno de Pedro Sánchez para satisfacer a Bildu y al PNV. La estrategia de blanqueo de ETA, unida a una política de beneficios penitenciarios y permisos añadidos a los traslados, ha configurado durante toda esta legislatura una ofensa a la inmensa mayoría de colectivos de víctimas del terrorismo”.
"Ya están todos juntos, incluida la pareja de Txapote, mientras Otegi muestra en público su satisfacción por lo que considera un triunfo de su grupo"
También en el vetusto diario, Ignacio Camacho incidía en las circunstancias (presuntamente) sentimentales de la trasladada y aprovechaba para colar el ripio de moda entre la derecha cañí: “Ya están todos juntos, incluida la pareja de Txapote, mientras Otegi muestra en público su satisfacción por lo que considera un triunfo de su grupo. Lo es, de hecho: la obligación de que los condenados cumplan la pena en su tierra no está escrita en ninguna parte y por tanto se trata de una decisión discrecional de las autoridades que en este caso se corresponde con las exigencias explícitas de los aliados de Sánchez. La ya famosa pancarta podrá ser maligna, aviesa, incluso infame. Pero alude a una realidad incuestionable, y es que este Gobierno se sostiene sobre una banda de habituales inquilinos de las cárceles”. La pieza se titula: “El voto de Txapote”.
Otro columnero del diario de las tres letras, Ángel Expósito, la cogía llorona. No tanto por el fin de la dispersión como por el escaso daó electoral que le va a hacer a Sánchez: “Y, sin embargo, las encuestas no reflejan que estos pactos con los herederos de ETA tengan ningún efecto electoral. ¿Y sabes qué es lo peor?... Que me lo creo. Como que no nos importa. No nos afecta lo más mínimo otro escupitajo sobre las lápidas de los asesinados por ETA. Para nuestra vergüenza”.
Al día siguiente de la noticia, Vozpópuli nos regalaba un tirabuzón titulado “Marlaska se alinea con los familiares de los presos de ETA sobre su acercamiento”. El primer párrafo es para que se estudie en las facultades de plumiferismo: “Fernando Grande-Marlaska y las familias de los presos de ETA tienen más en común de lo que podría parecer en un principio. Porque sobre el acercamiento de los etarras presos tienen una visión similar: eliminar las leyes de excepción para que sean tratados como cualquier otro recluso. Así lo reconoció el propio ministro ayer sábado en Segovia tras acabar de forma definitiva con la dispersión de los miembros de la banda”.
El editorialista de El Mundo recurría también al clásico: “El fin de la dispersión es una victoria moral para EH Bildu”. Les copio y pego el confuso párrafo final: “Causa desazón que el Gobierno ceda sin pestañear a los deseos de quienes aún llaman ‘presos políticos’ a los asesinos. Pero ese bloque político por el que Sánchez apuesta y que consolida de cara a las elecciones generales con la entrega a Otegi de un símbolo tan grande como el precio que ETA puso al Gobierno para no asesinar a Miguel Ángel Blanco”.
"Otegui, el etarra reconvertido en embajador de la paz, ya le ha anunciado que con Chapote y la novia no terminan las exigencias del mundo etarra al Gobierno de España"
Alfonso Ussía no se podía perder un festejo así, incluso aunque no sepa ni el nombre de algunos de los personajes principales: “Y en los últimos días, Chapote, el brutal asesino de Miguel Ángel Blanco y su novia terrorista Amaya, se han asentado en cárceles dependientes del PNV, y Otegui, el etarra reconvertido en embajador de la paz, ya le ha anunciado que con Chapote y la novia no terminan las exigencias del mundo etarra al Gobierno de España. Esas exigencias finalizarán cuando todos los criminales de la ETA sean puestos en libertad. Claro, que las concesiones de Sánchez a la ETA –o a Bildu, por disfrazar al muñeco-, cuentan con el apoyo asombroso de algunos dirigentes y conocidos militantes del PP, como García Margallo y Borja Samper”. Miente, que algo queda.