A cuatro días para lo que algunos han dado en bautizar como El Tamamazo, y después de ver y escuchar ayer al dúo de cómicos que protagonizará el vodevil, la prensa de orden se tira de los pelos cada vez con mayor virulencia.
"Convertida la moción en el epílogo autolaudatorio y casi narcisista de la carrera de Tamames, lo mejor que podría hacer Vox es retirarla"
“Lo mejor que podría hacer Vox es retirar la moción”, ruge Pedro J. Ramírez desde uno de los editoriales de El Español. Todavía está a tiempo, viene a decir el baranda del medio digital: “Lo peor para Vox es el espectáculo televisado de un candidato que aprovecha todos los micrófonos para desmontar los fundamentos ideológicos de Vox y que confiesa más sintonía con el PSOE que con el partido que representa. A estas alturas, y convertida la moción en el epílogo autolaudatorio y casi narcisista de la carrera de Tamames, lo mejor que podría hacer Vox es retirarla”.
Justo al lado, Cristian Campos consuma la diatriba y, antes de poner el punto final, saca la bola de cristal para anunciarnos lo que pasará entre el martes y el miércoles: “Pedro Sánchez saldrá en pie, y quizá hasta reforzado, de la moción de censura de la próxima semana. Lo de Santiago Abascal está por ver. Ningún político que aspire seriamente a presidir algún día el gobierno de su país permitiría que un Tamames, por muy vinum optimum rare signatum que sea, le monte un circo que le haga quedar como un líder naif, torpe y atolondrado a merced de un Narciso de 90 años”.
"Vox, con esta iniciativa, ha dejado de ser —si alguna vez lo fue-— un partido medianamente serio"
En El Confidencial, José Antonio Zarzalejos aporta un matiz. No hay que retirar la moción sino a quien la va a defender. “Evitar la catástrofe y retirar a Tamames”, titula su pieza el veterano opinatero. Si los abascálidos persisten, dice Zarzalejos, lo lamentarán: “Porque si Vox no asume que se ha confundido y no apuesta por una “bella retirada”, las dos sesiones de la moción —días 21 y 22 próximos— van a ser un jolgorio dialéctico del que se librará —y él lo sabe— Ramón Tamames, pero no el partido que le presenta. Vox, con esta iniciativa, ha dejado de ser —si alguna vez lo fue-— un partido medianamente serio. Es improvisador, visceral, descoordinado, adolescente, radical e incompetente, y todos esos calificativos se resumen en la oportunidad eutanásica que se ha dado con la ascensión de Ramón Tamames a su minuto de gloria cuando por circunstancias evidentes ya no podía esperarlo”.
"Uno no arranca campañas en Covadonga para acabar promoviendo la nación de naciones"
Jorge Bustos se apunta al festejo con un choteo titulado “Dinosaurio del 78 escapa de la jaula de Vox”. La rueda de prensa conjunta de Abascal y Tamames le regalo al columnero de El Mundo quintales de barro para chapotear: “Sentado a la derecha del candidato –como corresponde al lugar ideológico de Vox respecto de Tamames–, Santiago Abascal insistió este jueves en el argumento de la transversalidad: «Queremos tender la mano a los españoles que no piensan como Vox». Pero también sentenció: «Nos gusta ser previsibles». Hombre, Santi: o transversales o previsibles. La moción de Tamames está resultando bastante transversal, pero muy poco previsible. Uno no arranca campañas en Covadonga para acabar promoviendo la nación de naciones”.
Emilio Campmany encabeza así su desparrame en Libertad Digital: “Tamames, el mayor espectáculo del mundo”. El primer párrafo sirve como resumen de todo lo demás: “Es fácil que la moción de censura de Vox degenere en un circo. Todos quieren que sea así. Lo quiere desde luego Tamames, al que embriaga el foco como la luz emborracha a la polilla. Lo quiere Sánchez, para demostrar lo alocada que es cualquier alternativa a su presencia en la Moncloa. Lo quiere Feijóo, que espera que la función desautorice a Vox como opción ante su potencial electorado. Y lo quiere Abascal, que sólo piensa en dar mayor visibilidad política a su formación”.
Y para no eternizarnos, hacemos parada y fonda en ABC, donde Ignacio Camacho anuncia el mismo show que aguardamos casi todos: “La moción de censura se va a celebrar porque en el código de valores de Vox, lleno de resonancias épicas de brocha gorda, la simple idea de una retirada ya es por sí deshonrosa, pero hasta el menos perspicaz de sus cuadros sabe que el asunto ha terminado por adquirir ribetes de chirigota. Aunque, bien mirada, la colección de despropósitos previos es tan abrumadora que el debate poco puede ya agravar las cosas”.