Buena parte de las portadas, los editoriales y las columnas de hoy, 9-M, huelen a precocinado que es un clamor. Pasase lo que pase en las movilizaciones de ayer, ya se había decidido que lo que había que contar era el fracaso de las marchas y, por supuesto, las reyertas entre las participantes.
“El feminismo exhibe sus grietas”, titula, casi haciendo palmas, ABC su portada. Es el pie para un editorial que lleva por encabezado “La división salta a las calles”, donde el largo dedo señala sin lugar a dudas a las culpables de la ruptura: “La tentación populista nunca resulta inocua. Cuando las ideas o la institucionalidad democrática se ponen al servicio de la propaganda legislativa, el riesgo de malograr causas que son legítimas rebasa el margen de lo prudente. Lo ocurrido este miércoles en el Día Internacional de la Mujer debería demostrar qué ocurre cuando se le conceden responsabilidades de gobierno a partidos cuya cultura política no es homologable al de las democracias liberales contemporáneas”.
La Razón se apunta a bailoteo por la división toma partido editorial empleando como título la consigna de una de las facciones enfrentadas: “Un 8-M contra el borrado de la mujer”. Al aterrizar en la letra pequeña, los ojos quedan presos en una densidad argumental propia de tesina de grado: “La fractura del feminismo español, tal y como ha quedado plasmada en las marchas reivindicativas de este 8 de marzo, ancla sus raíces en la mixtificación ideológica del movimiento «queer», pero, también, en la pérdida por parte de los viejos partidos marxistas europeos de sus referentes clásicos de la lucha de clases y de los modelos económicos dirigistas. Huérfanos de un proyecto político de carácter general para el conjunto de la población, derivan sus esfuerzos hacia el mosaico de colectivos identitarios, las llamadas «minorías», surgidos en los márgenes de la izquierda, doctrinarios hasta el extremo”.
Más campechano y (por lo menos, esta vez) menos campanudo, el director del diario azulón; Francisco Marhuenda, nos cuenta una batallita personal cuya moraleja es que eso de la desigualdad es una exageración: “He vivido en un entorno marcado por la igualdad. Nací en una familia donde mi madre, que tenía un comercio, ganaba más dinero que mi padre. Mi vida profesional se ha centrado en el periodismo y la Universidad, donde no he conocido otra realidad que la igualdad. Esto no significa que no sea consciente de las constantes injusticias que han sufrido las mujeres. Tengo tres hijas y quiero que vivan en un mundo donde no sea necesario celebrar el 8-M”.
"Si fuera mujer no saldría hoy a la calle con una pancarta sino con un lanzallamas"
En El Mundo, Jorge Bustos se marca un Patxi Andion paternalista en el que explica a las despistadas mujeres cómo deberían actuar: “Si fuera mujer no saldría hoy a la calle con una pancarta sino con un lanzallamas. O embestiría con mi camión de camionera contra el happening de activistas desocupadas que me cortara el paso, suceso registrado en Barcelona que simboliza el final de la legislatura-más-feminista-de-la-historia. Porque si fuera mujer estaría harta de ser no ya la mercancía carnal de Tito Berni, sino la mercancía electoral de Pedro Sánchez. Harta del galán de tranvía que proclama la paridad para los demás, mientras vacía de significado registral la condición femenina y blinda a los alfas de confianza en la puntita de su poder ejecutivo”.
En el editorial de El Español, Pedro J, Ramírez se felicita a sí mismo por haber adivinado lo que pasó ayer: “Pronosticamos y no nos equivocamos. La facción minoritaria del Gobierno pretendió ganar en las calles lo que es incapaz de obtener en el Parlamento, porque la mayoría de los españoles no les acompañan, y lo que quedó a la vista de cualquiera es el profundo cisma entre PSOE y Unidas Podemos. Se reconoció no sólo en la incapacidad de compartir marcha, sino en la determinación de partirlas en dos y enfrentarlas”. La descarga lleva por título “Un 8-M para olvidar: el legado de Irene Montero”.
"Ser mujer el 8M es ya lo de menos, es casi preferible ser un ángel asexuado de algún retablo de Berruguete"
En la misma cabecera, Guillermo Garabito añade más leña al fuego desde su condición de varón omnisciente: “Ser mujer el 8M es ya lo de menos, es casi preferible ser un ángel asexuado de algún retablo de Berruguete, incluso ser un hombre llegado el caso para que no le hagan a una elegir bando o la fusilen por desertar. Ser mujer el 8M y feminista es casi un pecado si no se es monterista, de Irene, y del ministerio. De creer en la igualdad, también jurídica, no hablamos”.
Los dos últimos entrecomillados por hoy sí llevan firma de mujer. Y mucho vitriolo, como van a comprobar. La autora del primero es Mariona Gúmpert, que comienza así su filípica en Vozpópuli: “Ayer, 8 de marzo, tuvimos aquelarre feminista. Vuelve el 8-M, vuelve la ilusión. Luchas internas entre PSOE y Podemos, entre feminismo queer y feministas “tránsfobas” (que Dios las bendiga, dicho esto sin ápice de ironía). Imagino a muchos deseando que la pelea fuera más allá de lo verbal, que consistiera en un frente a frente sobre el barro, por lo visto es algo que excita mucho a los hombres. Yo también prefiero resolver ciertas cosas con las manos como hacen los varones: a cara descubierta, un par de puñetazos y después tan amigos. Me resulta más complicada la violencia psicológica y viperina que tanto dominan los políticos y algunas -por supuesto no todas- de mi sexo”.
"Qué cansancio esto de ser mujer. Qué agotador es estar todo el día protegiendo tu vagina de unas y otros"
Dos o tres grados de acidez más arriba, Pepa Gea abre de este modo su columna en The Objective: “Qué cansancio esto de ser mujer. Qué agotador es estar todo el día protegiendo tu vagina de unas y otros. De los hombres para no sucumbir, de algunas mujeres para que no la secuestren. Lo de ayer en Madrid fue una pelea de barro de lo mas falócrata, de lo más machista. Mujeres peleándose con mujeres. Unas, dicen, por la paridad y las otras, por la parida (lo único que saben hacer y aportar en política: paridas). Féminas golpeándose, con los pies hundidos en el lodo que ellas mismas fabricaron con sus torpes manos y su porquería mental”.