Con el cisma de los dos socios del Gobierno española a cuenta de la reforma de la ley que ustedes como banderín de enganche, hoy, 8 de marzo, las plumas diestras espolvorean teoremas sobre lo que es o deja ser el feminismo. No pocos las firman mujeres, como van a ver.
Empezamos la selección por el editorial de El Mundo (no se sabemos si hay autor o autora detrás) que habla de “El reto de la igualdad real ante un feminismo desenfocado”. ¿Y cuál es el foco correcto? A ver si nos enteramos: “El debate político en el Congreso que ayer sirvió de preludio del Día Internacional de la Mujer ilustra el desenfoque con el que el Gobierno afronta la necesaria lucha a favor de la igualdad entre mujeres y hombres. Los socios de la coalición se enzarzaron en reproches mutuos sobre la ley del sólo sí es sí, una norma que ha generado más de 700 rebajas de condenas a agresores sexuales y cuya reforma ha empezado a tramitarse cinco meses después gracias al respaldo del PP”.
" Se nota en el teatrillo de las socialistas indignadas porque Podemos se haya apropiado de un feminismo que, al parecer no es el de las titis, la cocaína y las subvenciones al queso de cabra del Tito Berni"
Lo curiosos es que, según anota en la página anterior Emilia Landaluce, la gresca por la ley que vimos en el Congreso estaba guionizada: “Seguro que si las elecciones municipales y autonómicas de mayo no se cernieran sobre el presidente Sánchez, no habría habido ayer votación para reformar la ley del solo sí es sí de Irene Montero. Se nota en el teatrillo de las socialistas indignadas porque Podemos se haya apropiado de un feminismo que, al parecer no es el de las titis, la cocaína y las subvenciones al queso de cabra del Tito Berni. Hoy veremos quién se lleva el feminismo de calle. En cualquier caso, a los dos partidos de la coalición les viene bien esta ruptura preelectoral. Las causas y los principios les importan poco”.
“El cisma del Gobierno contradice el espíritu del 8-M”, titula Pedro J. Ramírez (sin firmarlo) el editorial de El Español. Pues sigamos avanzando en el cursillo acelerado, a ver si nos iluminan sobre cuál es el espíritu verdadero: “Para desgracia de todos, hoy habrá por segundo año consecutivo dos manifestaciones enfrentadas, existiendo incluso el temor de que las convocatorias paralelas puedan acabar en un enfrentamiento entre las organizaciones feministas. El 8-M debería simbolizar una lucha colectiva de todas las fuerzas políticas en torno al objetivo común de avanzar hacia mayores cotas de igualdad. Y no un pretexto para la política electoralista, ni una continuación de la guerra parlamentaria por otros medios”.
" Han querido «privatizar» el feminismo para que forme parte del patrimonio partitocrático de unos pocos, que gobiernan con mano de hierro"
A Ángela Vallvey (La Razón) tampoco le gusta el 8-M. Por lo menos en su versión moderna: “Que el 8M ha perdido su alegría, se ve a la legua. Y parece evidente que la responsabilidad es de esos políticos, y políticas, que al meter sus manos en un movimiento que fue capaz de aunar a mujeres de distintas ideologías, se lo han cargado en tiempo récord con idéntica efectividad con que otros hundieron las Cajas de Ahorros. Han querido «privatizar» el feminismo para que forme parte del patrimonio partitocrático de unos pocos, que gobiernan con mano de hierro, y por el camino se les han caído todas esas mujeres (¡y hombres!) feministas que se niegan a ser mangoneados por su ronzal”.
"Hay otro feminismo, el liberal, que no reniega de la naturaleza humana y no pretende destruir las instituciones fundamentales de la civilización occidental"
En Libertad Digital, Santiago Navajas (esta vez toca tío) reivindica a las “Mujeres femiliberales sin complejos”. Ya imaginan: de Thatcher a Ayuso pasando por Esperanza Aguirre: “Sin embargo, hay otro feminismo, el liberal, que no reniega de la naturaleza humana y no pretende destruir las instituciones fundamentales de la civilización occidental, de la familia al Estado de Derecho. Este feminismo liberal no trata a las mujeres como discapacitadas a las que constantemente haya que tutelar, orientar y proteger porque, pobrecitas mías, son incapaces de pensar, elegir y decidir sin un observatorio de género, un instituto de la mujer y un ministerio de la igualdad que las lleve de la manita hacia determinadas carreras universitarias, profesiones y preferencias”.
Tampoco Guadalupe Sánchez (The Objective) se siente muy representada en lo que hoy veremos en las calles y en las piezas del telediario: “El feminismo que ha institucionalizado este Gobierno ha intentado convencer a las mujeres de que sus demandas y necesidades no tienen cabida en el Estado liberal y democrático de Derecho basado en la economía de mercado. Nuestros enemigos son, pues, los derechos y libertades fundamentales que dan forma al sistema, ya que nuestra seguridad o bienestar pasa por invertir la carga de la prueba en el proceso penal cuando nosotras somos las víctimas o por dotar a nuestra palabra de un plus de credibilidad por razón de nuestros genitales. Se trata de un feminismo de corte totalitario, que ya no aspira a la dictadura del proletariado sino a la del matriarcado, porque allí donde no triunfó la lucha de clases lo hará la de sexos”.
Sonia Lalanda (Vozpópuli) viene a decir lo mismo, aunque incluyendo otros ingredientes de su cosecha: “¿Mujer? No, ahora somos “persona menstruante”. ¿Embarazada? No, solo “persona gestante” “Madre”, palabra sagrada, sustituida por “progenitora” La menstruación, hecho natural en todos los mamíferos, ha pasado a ser una enfermedad que debe tener reconocimiento social. Poco a poco, pero con gran rapidez y siguiendo una ruta perfectamente marcada, a las mujeres nos han ido despojando de nuestra identidad biológica hasta convertirnos prácticamente en unos seres neutros, de tal forma que cualquiera puede ser mujer con tal de acudir al Registro Civil y decir que lo es”.
"Estoy harta, estoy cansada y sobre todo profundamente aburrida del 8-M, del feminismo, y de su ola de locura y fealdad que gira entorno de lo mujeril"
Y terminamos con la diatriba más dura, la que lanza Irene González también en Vozpópuli: “Estoy harta, estoy cansada y sobre todo profundamente aburrida del 8-M, del feminismo, y de su ola de locura y fealdad que gira entorno de lo mujeril. Ya ni de la mujer, desde que la biología es un estado emocional. Supongo que invocar el hastío es insuficiente para describir mi estado de hartazgo de esa ideología invasiva, llena de quejidos, estupidez y tampones públicos por doquier. Me declaro en guerra contra el feminismo como acto desesperado de autodefensa, de subversión y decencia. Como anhelo personal de recuperar mi poder legítimo social frente a unas desequilibradas sedientas de hacer el negocio de su mediocre vida”.