Dos días después de la pasarela Cibeles del patrioterismo, la prensa de orden trae regusto a rojigualdina.
"Sánchez no tiene más que convocar una manifestación en el mismo sitio y a la misma hora. No llena ni la mitad"
“Pedro Sánchez no llena ni media plaza de Cibeles”, proclama Federico Jiménez Losantos en El Mundo. Picado por las insinuaciones de que la asistencia no fue para echar cohetes, el turolense desafía al inquilino de La Moncloa: “El éxito de la extraordinaria manifestación nacional y constitucional en Cibeles lo ha certificado la rabieta incontenible y contraproducente de Sánchez. Al comparar a los sediciosos golpistas de Barcelona –con los que gobierna– con esa multitud de españoles indignados en Madrid, a la que llamó «excluyente», hizo el retrato de sí mismo como un perdedor que ha renunciado a incluir a la más de media España que rechaza su política. Pero si quiere comprobarlo, Sánchez no tiene más que convocar una manifestación en el mismo sitio y a la misma hora. No llena ni la mitad”.
"Fue un grito, con eco en muchos lugares, dado por la mayoría de la sociedad que está a hasta las pelotas del bloque Frankenstein"
Hasta Raúl del Pozo se une a la celebración en la última página del mismo diario: “Entre banderas de España y gritos de «separatistas fuera de aquí», la del sábado fue una reivindicación serena del modelo de vida que encarna la Constitución –según nuestro director– frente a la desvertebración del Estado auspiciada por Sánchez. También fue un grito, con eco en muchos lugares, dado por la mayoría de la sociedad que está a hasta las pelotas del bloque Frankenstein”.
En Libertad Digital, junto al torrente de piezas informativas (o así) y profusión de material gráfico, comparecen los opinateros más distinguidos haciendo ola. Como ejemplo, les copio y pego esto de Agapito Maestre: “Bastó una chasquido de dedos para que salieran miles de ciudadanos a la calle. Bastó una llamada casi inaudible de unos cuantos tipos de a pie, buena gente que dice cosas sencillas, para que llegarán a Cibeles miles de paisanos desde Cádiz, Oviedo, La Coruña, Barcelona y otros mil pueblos de España. Bastó un leve grito de los de abajo para que se abarrotará el centro de Madrid. El sábado millones de españoles se fueron contentos a dormir. Disfrutaron viendo una inmensa muchedumbre que exigía la dimisión de un gobierno traidor a la Nación y a la Constitución. Nos fuimos a descansar con una sonrisa de alegría”. Cuesta tan poco hacerlos felices…
"Es el pueblo quien clama, unido. Y desde esa cohesión, su victoria está asegurada"
“España clama desde Madrid contra Sánchez”, se adorna en el encabezado el editorialista de El Debate. Párrafo a párrafo, se va animando hasta vaticinar la segura victoria de los buenos: “Que la España de 2023 tenga que emitir gritos de «Libertad», como se escucharon en la Cibeles constantemente, es sin duda preocupante. Pero que haya tantos miles de ciudadanos dispuestos a gritarlo también nos da esperanza en la oposición al sistemático abuso y en el cambio que el país necesita. Ese clamor no es ocasional ni minoritario, por mucho que Sánchez y sus terminales se empeñen en denigrarlo. Es el pueblo quien clama, unido. Y desde esa cohesión, su victoria está asegurada”.
Haciendo los coros, Antonio R. Naranjo vierte bilis sobre el presidente del gobierno español por haber menospreciado, según él, la santa movilización: “Si a Sánchez le dan más asco sus propios compatriotas que quienes históricamente les han despreciado, coaccionado, perseguido e incluso asesinado pero ahora son sus socios; el daño es irreversible y solo queda algo por hacer: llenar cada mes, cada semana, cada día las calles de toda España de esa misma gente silenciada por el poder que hoy, sin duda, es la gran esperanza para acabar con un Régimen definitivamente antidemocrático de este Kim Jong-un con ínfulas”.
El director de Vozpópuli, Jesús Cacho, tiraba por lírico y lo épico en su descarga: “No hay otro objetivo. No puede haberlo. Lo primero y prioritario es desalojar a Pedro Sánchez de la presidencia del Gobierno. Por eso, Madrid se echó ayer a la calle en una luminosa mañana de enero y en multitudinaria demostración de apoyo a España, la Constitución y la Democracia, tríada de valores inserta en el corazón de la inmensa mayoría de españoles de bien y seriamente amenazada hoy por el mismísimo Gobierno de España y sus socios”.
Les he dejado para el final al disidente. Miren por dónde, a Juan Manuel De Prada le disgusta que la manifestación fuera en defensa de lo que él considera un cadáver. Y tal cual lo suelta en ABC: “Entre las variantes más pintorescas del culto a los muertos se halla, sin duda, la que la derecha española profesa a la Constitución del 78. Da mucha pena que los españoles que se proclaman de derechas estén apacentados por personas desfasadas e incapaces de interpretar los signos de los tiempos, encadenadas al culto necrofílico de una Constitución fiambre que nació, precisamente, para amparar las 'mutaciones' que los escandalizan. Son ciegos que guían a ciegos; y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo”.