Nos trasladamos a Donostia para visitar a la diseñadora Isabel Zapardiez que, junto a su familia, nos abre las puertas de su casa para este nuevo número de la revista IN. Nos recibe con un veraniego vestido blanco que pertenece a su colección ‘Touché, directo al corazón’. Confiesa que es así, cómoda pero sin perder la elegancia, como se viste ella en su día a día. A su lado siempre está Gregorio Ortuñez, su pareja, su pilar fundamental. Se conocen desde la infancia y desde entonces no se han separado nunca. Son uno, para lo bueno y para lo malo, y se han apoyado siempre a lo largo de toda su trayectoria, tanto personal como profesionalmente. Juntos nos presentan su mejor colección hasta la fecha, sus hijos Adrián y Alejandro, de 20 y 16 años, convertidos ya en unos auténticos hombres, y Valentina (8 años), la pequeña de la casa o, como dice su madre, “una bolita de luz”.
En este encuentro único, en su casa en Donostia, construida por Goyo, conoceremos los inicios de Isabel Zapardiez en la alta costura y su salto al ‘prêt-à-porter’ y los complementos, visitaremos sus ‘ateliers’, en Donosti y Pamplona, y descubriremos todos los detalles de su nueva colección, ‘Celullar’. Pero además, la diseñadora gipuzkoana nos mostrará su lado más íntimo y familiar.
Goyo, Isabel nos ha contado que esta casa en la que estamos la has construido tú, ¿es así?
-Goyo Ortúñez: Bueno, en realidad el proyecto de la casa es de Iñigo Segurola, y yo, que entonces me dedicaba a la construcción, la levanté con mi empresa de albañilería y pintura. Hace doce años, aquí donde estamos no había nada. En ese momento vivíamos en una casa muy bonita también, que se publicó en la revista ‘Diseño y Arquitectura’, pero hablé con Isabel porque creía que podía ser un buen momento para venderla...
-Isabel Zapardiez: Y así lo hicimos. Compramos el terreno y nos fuimos de alquiler hasta que Goyo construyó la casa.
¿Qué requisitos queríais que tuviese vuestro nuevo hogar?
-Goyo: Queríamos que tuviera mucha luz, así que esta casa está orientada al sur y como aquí tenemos un clima muy gris pensamos que diseñarla con muchos ventanales nos iba a proporcionar esa luz que tanto hace falta en Euskadi. Además, queríamos que fuera muy familiar y muy visual, que pudieses ver todo el espacio desde dentro, pero sobre todo, que fuese una casa para vivirla.
A nivel de decoración vemos que predomina el color blanco...
-Isabel: Así es. El diseño interior de la casa nos lo hizo Manu Lamosa, marido de Elena Arzak, que es amigo de Goyo. Manu era un poco reticente de que todo fuera muy blanco, pero yo se lo pedí porque me encanta, me da mucha paz.
Y tenéis un jardín precioso, también en tonos blancos...
-Isabel: Sí. Las palmeras que veis las trajimos de Elche. Nos enamoramos de ellas y las plantó Goyo.
¿Coincidís en gustos los dos?
-Isabel: Es algo que consensuamos. Lo hablamos y decidimos a medias.
-Goyo: Bueno, en realidad yo opino y ella decide (ríen), pero es verdad que al final coincidimos. Creo que después de llevar tanto tiempo juntos, terminamos pensando muy parecido.
-Isabel: Es cierto. Con el tiempo nos hemos ido compenetrando mucho.
Isabel, ¿también le pides opinión a Goyo en cuestiones creativas?
-Isabel: Sí. Me gusta que él me dé su opinión, a pesar de que la última palabra, en lo que a mi trabajo se refiere, siempre es mía. De hecho, en este momento actual en el que estamos, me he dado cuenta de que tengo talante artístico, porque disfruto con la moda, pero lo que no tengo es talante empresarial. Por eso, necesito que alguien me ponga sobre la mesa el aspecto económico. Goyo me ha apoyado siempre, pero también yo me he dejado aconsejar.
Sin duda, vuestra familia supone un pilar fundamental de esta casa.
-Isabel: Somos muy caseros y tenemos una relación muy estrecha con nuestros padres. Nuestros hijos, a su vez, están muy unidos a sus aitonas.
Goyo y tú lleváis juntos toda la vida prácticamente...
-Isabel: Sí. Somos novios desde pequeños y Goyo siempre me ha apoyado a hacer lo que quiera con mi vida profesional. Nunca me ha cortado las alas y siempre me ha animado. Eso ha hecho que en la madurez coincidamos el uno con el otro.
¿Qué podéis contarnos de vuestros hijos: Adrián, Alejandro y Valentina?
-Isabel: Nuestros hijos son una aventura más en nuestra vida y en nuestro caso no fueron planeados, a excepción de Valentina, pero disfrutamos de todos ellos y vivimos las distintas etapas de la vida todos juntos. Los dos mayores aportan como dos adultos ya y Valentina nos contagia la felicidad y la alegría de la infancia.
¿Saben ya a qué quieren dedicarse?
-Isabel: Adrián, el mayor, es el que más se parece a mí a nivel emocional. Le interesa mucho el mundo estético. Está estudiando Filosofía, Economía y Política en la Universidad de Navarra. Quiere ser piloto comercial, pero ahora, con el covid, no es el mejor momento.
-Goyo: Además, es mejor que estudie una carrera y que luego se prepare si quiere.
¿Y en el caso de Alejandro?
-Isabel: Alejandro es mi pequeño Buda. Tiene un corazón enorme y es muy discreto. Es el que físicamente más se parece a su padre.
-Goyo: El otro día hablé con él y con sus amigos, y noté que están en un tremendo mar de dudas. Antes era más fácil elegir. Decidías entre Ingeniería, Medicina o Derecho, pero ahora, con toda la información que tienen, creo que les cuesta mucho más decantarse por una cosa o por otra. Hay muchísimas posibilidades.
Valentina aún es muy pequeña ...
-Isabel: Sí. Después de perder a Valeria, que este año habría cumplido los 11 años, Valentina fue un tremendo regalo para toda la familia. Es nuestra bolita de luz.
Y no nos podemos olvidar de la nueva incorporación en vuestra familia, vuestro perro Voll-Damm.
-Goyo: Sí. Es un pastor vasco y tiene sólo cuatro meses.
-Isabel: Los niños querían tenerlo y...
-Goyo: ...y yo sólo dije que si teníamos un perro se iba a llamar Voll-Damm, como mi cerveza preferida (risas).
Valentina es la "luz" de la casa. | Alejandro adiestrando a Voll-Damm. Fotos: Aida M. Pereda
¿Cómo habéis llevado la vida en familia durante la pandemia?
-Isabel: Estamos muy unidos y la pandemia nos ha unido aún más.
Hemos visto cómo muchas bodas se han suspendido por la covid, ¿cómo te han afectado esas cancelaciones a nivel profesional, Isabel?
-Isabel: Durante mucho tiempo se han ido posponiendo todos los grandes eventos y hemos visto a parejas que lo han pasado mal al tener que cancelar su boda, otras incluso han decidido cambiar el orden de sus planes y tener hijos antes de casarse. Ha sido un año duro, pero hemos logrado mantenernos. No hemos cerrado nunca el taller. Ahora tenemos la mirada puesta en 2022, ya que se espera mucha más actividad.
-Goyo: La mayor parte de las bodas se han atrasado hasta el año que viene porque quieren hacerlo todo a lo grande. Aun así, este verano ya se están realizando muchas celebraciones.
¿Has incorporado las mascarillas en el vestido de novia o de invitada?
-Isabel: Pues fijaos que tres años antes de que fuesen obligatorias hice una colección, titulada ‘Cosmology’, en la que hablaba del futuro. Entonces. se me ocurrió hacer unas pantallas protectoras de alta costura, ¡iguales que las que se llevaron al principio de la pandemia! (risas) ¡Quién me iba a decir que tres años después iban a ser obligatorias! De todos modos, siempre he creído que los diseñadores no debemos hacer mascarillas, ya que es un producto sanitario que debe proteger al máximo. Una mascarilla desechable es la más segura, aunque para estos eventos puntuales, sí que hago mascarillas especiales para que vayan a juego del vestido de novia o de invitada.
De la pandemia ha nacido ‘Celullar’, tu nueva colección.
-Isabel: En realidad se gestó antes de la pandemia. Ya la hemos presentado aquí en Donosti, en el Museo de San Telmo, y también en Oviedo, y el 6 de septiembre abriremos la pasarela ‘Madrid Bridal Fashion Week’, donde presentaremos ‘Revolution’.
¿Cuál ha sido tu fuente de inspiración en esta última etapa?
-Isabel: Hablo de evolución, revolución y transformación. Cuando pasó lo de la pandemia creí que tenía que dar un paso atrás, pero al final decidimos que no, porque como marca es así como me encuentro, en una continua evolución hacia una marca mucho más global.
¿Y cómo te definirías como creadora y como persona?
-Isabel: Soy una persona constante, enamorada de mi trabajo y de mi familia. Mi principal problema es la falta de tiempo para poder llegar a todo, pero hay que elegir, porque el día tiene las horas que tiene. Mis hijos viven mi trabajo de manera natural. Lo primero que hizo Alejandro fue ir a una sesión de fotos y Valentina acaba de estar con nosotros en un desfile en Oviedo.
¿Y cómo la definirías tú, Goyo?
-Goyo: Isabel es una máquina en todo lo que hace. Es capaz de dar forma a todas las ideas que tiene. Y en su profesión es una gran experta en patronaje y controla todos los ámbitos del diseño.
Y además eres muy reconocida en moda nupcial, ¿pero no sólo haces vestidos para ceremonias, verdad?
-Isabel: No, y por eso no queremos que se nos encasille en el mundo ‘bridal’, ya que nuestro espectro es mucho más amplio. Abarcamos el universo de la mujer en su día a día.
¿Y cómo es tu día a día? ¿Qué te gusta hacer más allá del trabajo?
-Isabel: Soy bastante disciplinada. Soy la primera en levantarse de toda la casa. Nada más despertarme, mientras desayuno, aprovecho para estudiar inglés. Todos los días durante media hora.
Además te encanta hacer deporte.
-Isabel: Sí. Aprovecho todas las mañanas para hacer deporte. Después de desayunar, entreno 35 minutos. Hago tablas de tonificación y también me gusta salir a correr. Nada más terminar, me pongo en marcha.
Isabel Zapardiez realiza 35 minutos de ejercicio todos los días. Foto: Aida M. Pereda
¿Y algún truco más para mantenerte en forma?
-Isabel: Soy bastante metódica comiendo y el cuerpo que tengo no es más que trabajo, no vamos a engañar a nadie (risas).
¿Y tú, Goyo?
-Goyo: Llegué a ser pertiguista, pero a día de hoy me cuesta más hacer deporte.
-Isabel: Sí. Antes Goyo era más deportista que yo, pero ahora las tornas han cambiado (risas).
¿Os gusta viajar?
-Isabel: Sí, aunque siempre buscamos una excusa para que nos aporte algo a nivel profesional. Si hay que ir al parque de Origami en Japón para inspirarme para mi colección ‘Oh!rigami’ pues se va (risas). La primera vez que fui tenía 20 años y la segunda, hace cinco años, volví acompañada de Goyo. Le impresionó muchísimo el exotismo del país. La excusa para viajar a Japón fue que quería hacer un curso de patronaje de kimonos, así que aprovechamos para hacernos todo el país de arriba a abajo en diez o doce días.
-Goyo: Sí. Fuimos con una guía que hablaba español y fue una experiencia increíble. Me alucinó su cultura. Recuerdo que a Isabel le pedían fotos, ya que les impresionan muchísimo los europeos. Al verla tan alta y europea, le pedían fotos (sonríe). También me sorprendió ver lo limpio que es el país. No ves un papel ni una colilla tirada por el suelo. Y si te dejas el móvil en un banco, ahí está luego cuando vas a buscarlo. Además, nos gusta mucho su gastronomía. Isabel me regaló un curso para que aprendiese la técnica del sushi.
¿Y qué más os gusta hacer en vuestro tiempo libre?
-Isabel: Otra de mis aficiones es la jardinería. Me encanta perderme los fines de semana en el jardín. Si me pilla un día bueno puedo estar todo el día con las plantas.
¿Cuál es tu flor favorita?
-Isabel: Las flores blancas. Tenemos ‘agapanthus’ y hortensias clásicas. Aquellas que me han salido de color azul es porque han mutado, pero tenemos que hablar con Iñigo Segurola para que nos ayude. También tenemos nenúfares en ese pequeño estanque, pero ahora no les sale flor y tenemos que traer otros.
¿Y algún ‘hobbie’ oculto?
-Isabel: Somos unos amantes del arte y una de nuestras aficiones cuando vamos a una ciudad es visitar todas las galerías que haya. Y bueno, Goyo pinta también, aunque no lo sabe mucha gente.
-Goyo: Sí. Me gusta pintar. Hago obra en gran formato. Trabajo mucho en 2x2, aunque tengo algunas más grandes. Creo que la grandeza de una obra es el 50% de su éxito. Mis cuadros son pesados y pueden llegar a pesar 40 kilos porque utilizo materiales vinculados a mi mundo, el mundo de la construcción, como hormigón, arena, masas, morteros...
-Isabel: El arte de Goyo sale de la emoción, es muy visceral y contundente, hay mucho corazón. En su obra hay mucho de su mundo y además, conceptualmente también estamos muy unidos. Ambos tenemos una colección con el nombre de ‘Touché’.
¿Cuándo empezaste?
-Goyo: Desde que perdimos a nuestra hija Valeria empecé a sacar todo mi dolor expresándome a través de la pintura.
-Isabel: Así es. Goyo empezó a pintar con asiduidad a raíz de ese punto de inflexión que tuvimos en la vida. Cada uno empezamos a sacar el dolor que sentíamos, a nuestra manera.
-Goyo: Y hace dos años, a través de un conocido, cambió todo.
-Isabel: Sí. Un amigo vino a casa, vio algunos de sus cuadros y preguntó quién los había hecho. Alucinó con ellos y al descubrir que eran de Goyo, aún más.
¿Y has pensado en exponer?
-Goyo: Estamos en ello. Hasta ahora era un ‘hobbie’ para mí, nunca pensé en mostrar mis cuadros en una exposición, pero me han convencido para hacerlo.
¿Cómo repartís las tareas del hogar?
-Isabel: En casa tenemos marcados unos roles determinados que hemos ido adquiriendo con el tiempo. Él, por ejemplo, es el encargado de cortar el césped y yo de poner la lavadora.
¿Y en el tema de cocina?
-Isabel: La cocina del día a día la hago yo, pero en grandes eventos es él. Por ejemplo hace un rape que lo borda. De hecho, si hay que hacer pescado, no me meto en la cocina (ríe).
-Isabel: Si cocina Isabel, lasaña de verduras, caldereta o paella de marisco.
¿Os queda tiempo para leer?
-Isabel: Por mi trabajo me gustan las revistas de moda y llevo comprando ‘Elle’ desde joven, aunque para mí la referencia es ‘Vogue’. Cuando publicaron un artículo sobre mí me hizo mucha ilusión y lo guardo con el resto de publicaciones en las que he salido.
-Goyo: Yo siempre he sido de prensa diaria y de leer actualidad.
¿Un libro que nos recomendéis?
-Isabel: Todo lo relacionado con el Imperio Romano me encanta, como podéis ver por el nombre de mis hijos. Y eso que Goyo no me dejó ponerle ‘Adriano’ al mayor (risas). También me gusta la poesía. El último libro que he leído es ‘Dioses y Reyes: Ascenso y caída de Alexander McQueen y John Galliano’, que es impresionante.
¿Y qué tipo de series o películas os gusta ver en familia?
-Goyo: ‘Juego de Tronos’ nos la hemos visto entera, aunque es sólo para adultos.
-Isabel: Nos enganchamos también a ‘Suits’. No soy muy de Meghan Markle, me gusta más Gina Torres. Es increíble los trajes que lleva su personaje, Jessica Pearson, y cómo le sientan…
-Goyo: También nos gusta ver documentales de viajes exóticos y hoteles increíbles en Netflix.
Isabel, con dos de sus hijos, Valentina y Alejandro, tomando un tentempié durante la sesión de fotos. Foto: Aida M. Pereda
Volviendo a tus inicios, ¿les costó aceptar a tus padres que quisieras dedicarte al mundo de la moda?
-Isabel: Para mis padres era muy importante que tanto mi hermano mayor como yo estudiásemos y nos labrásemos un futuro. Y yo era una empollona que lloraba si sacaba un notable (ríe). Cuando tenía once años, de repente me dio el ataque y me apunté a una academia de corte y confección en Loyola. Fui a casa y le pedí el dinero de la matrícula a mi madre. Les costó entender que yo me quisiera dedicar a este mundo, pero al final lo aceptaron.
¿Agradeces esa comprensión y apoyo que te brindaron tus padres?
-Isabel: Por supuesto. Mi madre siempre ha dicho que nunca he dado problemas, pero que nunca he preguntado antes de hacer algo, ya que siempre he tenido las cosas claras.
¿Dónde te formaste como modista?
-Isabel: Conjugué mis estudios con un curso de corte y confección. Luego seguí formándome, primero en Madrid y luego en París. Con 17 años gané un concurso internacional en Düsseldorf y después en Colonia. Mi reconocimiento en Alemania me llevó a tener un ‘stand’ en la Mercedes Benz y ahí conocí al que fue mi primer jefe, el dueño de Boinas Elósegui, que esperó a que tuviese 18 años para poder trabajar en una de sus empresas.
Ahí aprendiste mucho, ¿verdad?
-Isabel: Sí. Esa experiencia me ayudó mucho. Era joven y tuve que aprender a entender a un empresario. Recuerdo que cuando le llevé mi primera colección, me dijo: “Isabel, a mí me da igual hacer chaquetas que tornillos. Lo importante es que se vendan”.
A día de hoy sigues manteniendo relación con sus sucesores, ¿no?
-Isabel: Sí. Hace cinco años hicimos una colección llamada ‘La sombra de Venus’, en la que diseñé la boina más grande que se ha hecho en el mundo.
-Goyo: Sabíamos de entrada que eso no se iba a vender, pero disfrutó tanto haciéndolas, que sólo por eso mereció la pena. Un desfile comercial lo puede hacer cualquiera, pero en una pasarela así un diseñador de verdad quiere expresar cosas.
¿Siempre has podido compatibilizar tu carrera con ser madre de una familia numerosa?
-Isabel: La maternidad no debe ser una traba para crecer profesionalmente. Dicho esto, justo cuando decidí abandonar mi trabajo en Boinas Elósegui y empecé a trabajar para grandes marcas como ‘freelance’, me quedé embarazada de nuestro hijo mayor. Entonces, me empezaron a salir ofertas profesionales fuera, en el extranjero, pero no lo veía claro.
Para ti, Goyo, tampoco sería fácil esa etapa, ¿no?
-Goyo: Sinceramente no. Estábamos muy arropados por nuestra familia y no queríamos tener que marcharnos fuera. En ese momento fue cuando se me ocurrió que podía montar su propio taller de costura.
¿Qué te pareció esa idea, a priori?
-Isabel: Pues claramente le dije que no. Me había pasado media vida formándome en diseño y patronaje y no quería acabar siendo modista.
Goyo fue tu impuslo para crear tu propia marca entonces...
-Isabel: Sí. Goyo me convenció para que probase durante unos años hasta que volviese a mi mundo, mientras nuestro hijo mayor crecía. Y así nació la marca Isabel Zapardiez, hace ya 19 años...
¿Crees que el oficio de modista sigue estando infravalorado?
-Isabel: Sí. Creo que la palabra ‘modista’ está denostada y hay que ponerla en valor. Ahora hay personas que son diseñadores y otras que son patronistas y otras que son modistas. Pero antes, la modista englobaba todo, como Balenciaga. La modista sabía coger una tela y convertirla, darle una inspiración, para contar algo. En mi caso, respeto mucho a mis modistas y las considero de la familia.
Hablando un poco de tu equipo, hay que destacar que está formado al 100% por mujeres.
-Isabel: Sí, pero ha sido mera casualidad. Hemos conseguido conciliar trabajo y familia, intentando que todas disfrutemos de tiempo con los nuestros. Además, me han ayudado mucho en momentos complicados, como cuando perdimos a nuestra hija Valeria.
-Goyo: Nos arroparon mucho y eso es algo por lo que estaremos siempre muy agradecidos.
Goyo, ¿cómo le ayudaste en su nueva etapa?
-Goyo: Siempre le he apoyado. Le aporto esa parte más empresarial de hacer posible un proyecto. Encontré una buena ubicación para su ‘atelier’ y le animé a desarrollar allí su firma. Sabía que podía hacer algo muy bonito en su interior.
¿Cómo debe ser el armario de una mujer?
-Isabel: Tu fondo de armario debe evolucionar con tu vida.
¿Y qué podemos encontrar si abrimos tu armario?
-Isabel: Pues en mi armario tengo piezas de hace años que me encantan. En mi caso tengo un físico que mantengo durante los años, con mi esfuerzo, por lo que tengo la posibilidad de ponerme prendas de hace veinte años.
¿Qué opinas de la ‘fast fashion’?
-Isabel: Estoy en contra. Creo que hay que comprar según lo que necesites en cada momento, pero no en exceso. Y siempre de calidad.
-Goyo: Ahora yo creo que las mujeres tienden a comprar con mucha más cabeza que antes y la firma de Isabel lleva hablando de sostenibilidad en la moda desde sus inicios.
¿Qué mensaje te gustaría lanzar en este sentido?
-Isabel: Que el consumidor tiene que concienciarse de lo que compra, que utilicen las prendas durante mucho más tiempo y que las mujeres no podemos ser víctimas de una industria. Nunca he creído que las mujeres seamos las perchas de los diseñadores. Tenemos que saber qué queremos contar con la ropa y es lo que intento transmitir a mis clientas. Hay que utilizar la moda de forma inteligente.
¿Y cómo logras hacer moda sostenible?
-Isabel: Toda mi manufactura es europea, aunque nos gustaría que el 100% fuera de España.
-Goyo: Y toda la mano de obra es local.
-Isabel: La ropa que hacemos es de calidad. Además, no se desecha nada, ya que con los retales que nos sobran hacemos otras prendas o los utilizamos en otros trabajos. Somos sostenibles en gran parte, pero no al 100%. Si rascásemos, tendríamos que ir a la base de dónde se fabrica el hilo u otros materiales que utilizamos, que en su mayoría no son europeos, ni mucho menos de España.
Una de las partes más bonitas de tu profesión es el contacto directo con tus clientas.
-Isabel: Sí, el otro día me encontré con una clienta ya mayor que tiene un fondo de armario mío. Ahí pude comprobar la vigencia que tiene la ropa que hacemos, ya que llevaba puestas cosas mías de temporadas de hace años y parecían totalmente actuales.
¿A qué ‘celebrity’ que no hayas estido ya te gustaría vestir?
-Isabel: Pues en relación a esto os voy a contar una anécdota. Estoy haciendo un traje para una mujer de edad ya avanzada, que se encuentra en una situación médica complicada, pero creo que hacer un vestido para ella es de las cosas más bonitas que me han pasado este año. Para mí eso es vestir a una mujer de los pies a la cabeza. Se me ponen los pelos de punta acordándome de su historia. He hablado con ella sólo dos veces, pero me ha dejado huella, así que no quiero ni pensar la huella que ha dejado en todas las personas que se han cruzado en su camino… Me he dado cuenta de que quiero vestir a mujeres valientes, como ella, que quieran disfrutar de la vida y que no estén todo el día martirizadas por si ganan medio kilo aquí o allí. Aunque eso no quita para afirmar que claro que me gustaría vestir a una súper top con gran proyección internacional, pero...
¿Pero es ése realmente tu objetivo?
-Isabel: No. Mi objetivo es seguir viviendo de la moda.