Quince minutos, ni más ni menos. Ese es el tiempo justo que dura la charla con Andrea Azkune (Hondarribia, 1990), donde habla a la velocidad que le va el cerebro sin atropellarse. Como las carreras de obstáculos de 15 kilómetros, conocidas como OCR (Obstacle Course Racing), en las que compite. La atleta guipuzcoana se muestra locuaz, espontánea y rápida como un látigo. Acaba de terminar de entrenar. Es un verano atípico para ella, ya que se dedica en cuerpo y alma a la preparación del campeonato mundial de OCR que tendrá lugar en Bruselas, Bélgica, los días 15, 16 y 17 de septiembre. Coincide que el próximo día 17 es su 33 cumpleaños. ¿Qué mejor manera de festejarlo que siendo campeona? “Eso es mucho decir”, responde Azkune. “Cuesta mucho rascar posiciones porque hay compañeras que se dedican solo a esto y que, como en el caso de Hungría, tienen unas condiciones e instalaciones deportivas increíbles. Para poder hacer pódium tienen que fallar muchas”, se sincera.
Si acaso, sus esperanzas de subir al podio estarían puestas en la explosiva modalidad Ninja, de 100 metros, donde tiene que superar a sus rivales. En su perfil de Instagram, con más de 21.000 seguidores, se puede seguir su día a día casi a tiempo real. Dentro y fuera del deporte. En muchas imágenes y vídeos aparece acompañada de su perro Kil, escrito con una sola ele, apunta al interlocutor. “El nombre no equivale a ‘matar’ en inglés. Pensé en llamarle Bill y de ahí se quedó en Kil. Es un malinois, un perro policía de ocho meses”, dice. Resulta que el animal también es ‘runner’: le hace compañía cuando se calza las zapatillas y salen juntos a correr por el monte Jaizkibel, cerca del barrio de Amute donde vive desde hace unos años. “Estos perros se usan mucho en las competiciones”, aclara Azkune. Vistas las aptitudes de su can, está pensando en apuntarse a las carreras de canicross. “Haré una prueba y a ver si le gusta”, comenta con la esperanza de que a Kil le entre el gusanillo.
Su experiencia en ‘El conquis’
Que la vida es una competición se palpa en su paso por ‘El conquis’, donde las tensiones y los roces entre los distintos miembros son habituales. Su primer año como capitana fue el más satisfactorio -“hicimos mucha piña y me sentí muy cómoda”-, mientras que en 2023 las sensaciones han sido muy distintas. Pasado el tiempo, hace una lectura positiva y serena de la última experiencia en televisión: “Cada concurso es diferente. Este año todo ha sido más caótico y no he terminado con tan buen sabor de boca, pero de todo se aprende”, dice. El trabajo físico al que está sometida es realmente severo. Ella está más que acostumbrada: antes del exigente universo OCR se destapó como una brillante luchadora de artes marciales. Cualquiera acabaría muerto tras tantas horas de desgaste físico y un tute agónico en el mes de agosto.
Pese a tanta paliza y sudor acumulado siguiendo una estricta rutina de entrenamientos, saca tiempo para el ocio y los placeres mundanos como la gastronomía. La vida también es disfrute, pasárselo bien y zamparse una hamburguesa de cuando en cuando. “Ayer fui al cine y me comí unas palomitas”, confiesa. Fan del chocolate y el café, de vez en cuando se escapa al restaurante Rodeo Burger del puerto deportivo de Hondarribia. Y ríe cuando se le pregunta cuándo fue la última vez que se llevó a la boca los míticos calamares del bar Rafael, en el barrio de la Marina. “Uy, pues hace mucho. Creo que en las fiestas del año pasado”. Vuelta a Instagram. En sus stories se mezclan los entrenos, Kil y una caña con los amigos.
Campeona ninja
2021. Por la mañana se coronó campeona de España de OCR; por la tarde también acabó en primera posición en la prueba de Ninja Track, quizás su mayor especialidad. Un año y un día para el recuerdo en Pravia, Asturias. Su mayor hazaña.
2023. Una lesión la apartó de la carrera de obstáculos de 15 kilómetros celebrada en mayo en Zuasti, Navarra. Pero por la tarde se la jugó en los cien metros Ninja, donde el tendón de Aquiles iba a sufrir menos. Se arriesgó. Y ganó por los pelos en una reñida final.