Llevar la cabeza rapada está siendo una tendencia cada vez más usual en la actualidad, ya sea por disimular una ausencia parcial o total de pelo, generalmente causada por algún tipo de alopecia, o bien por decisión propia por una mera cuestión estética.
Sin embargo, a pesar de la comodidad que supone un cabello rapado, este tipo de peinado conlleva una serie de cuidados básicos para mantener la cabeza saludable y en perfecto estado, ya que, cuando el pelo se cae o afeita, la piel del cuero cabelludo queda más expuesta y es más propensa a sufrir deshidratación, descamación o quemaduras, según explican desde Hospital Capilar, la mayor corporación del sector capilar.
“El cuero cabelludo corresponde a una estructura especializada que recubre el cráneo, actuando como una barrera física y térmica de protección, y a unos 4 mm de profundidad, alberga una gran cantidad de unidades pilosebáceas, unas estructuras que aportan grosor a la piel y sirven como amortiguación. Por ello, a la hora de raparte, hay que tener en cuenta, tanto en el caso de hombres como mujeres, que la cabeza ya no dispone de la protección que otorga el cabello, por lo que es necesario llevar a cabo unas pautas básicas y usar unos productos específicos para un cuidado óptimo”, detallan.
Por ello, mientras que en las personas con calvicie se produce una pérdida de las unidades foliculares, lo cual puede ir atrofiando el cuero cabelludo y generar un adelgazamiento del espesor del mismo, al rapar el cabello no se cambia la estructura ni la genética de las unidades pilosebáceas, por lo que, en consecuencia, el cuero cabelludo mantiene el mismo grosor.
Sin embargo, en ambos casos, se pierde la protección natural que brinda el pelo, por lo que esta zona estará más expuesta a factores externos que pueden agredir el cuero cabelludo, como ocurre con la contaminación ambiental o la exposición solar continua y directa que, además, se ve incrementada durante los meses de verano, siendo necesaria una mayor hidratación que en otras épocas del año.
Recomendaciones
- Lavar la cabeza con frecuencia. En los cabellos rapados, el cuero cabelludo se encuentra más expuesto y, por ello, es importante no dejar de lavarse la cabeza de forma habitual, potenciando los masajes durante cada lavado con el fin de promover el flujo sanguíneo y suavizar el cabello.
- Usar productos específicos. Es importante incorporar a nuestra rutina productos que estén expresamente indicados para tratar el cuero cabelludo en estos casos, usando champús acordes a cada tipo de piel y a la producción de grasa que se genere.
- Proteger el cuero cabelludo de los rayos solares. En las cabezas rapadas, los rayos del sol inciden de manera aún más directa en el cuero cabelludo por lo que la protección solar se convierte en un elemento primordial cuando el cuero cabelludo no dispone de pelo que lo proteja.
- Cuidar la alimentación. Por último, es importante seguir una dieta equilibrada que contribuya a mantener una buena salud capilar, basada en frutas, verduras, alimentos ricos en vitamina D y Omega 3. Por ejemplo: salmón, el aguacate, la leche o el pollo cuyos nutrientes y oligoelementos aportan los requerimientos necesarios para un cuero cabelludo saludable.