En 1945 Jackson Pollock y su mujer Lee Krasner llegaron a Springs, en Long Island (NY), refugio de magnates y artistas, donde los turistas no pueden dejar de acudir hoy a la casa museo donde vivió el matrimonio. Un granero de 21 metros cuadrados con sus aparejos de pesca, un lugar sucio y destartalado inundado de luz donde Pollock desarrolló su célebre action painting, el libre goteo sobre inmensos lienzos que le convirtieron en la mayor personalidad de la pintura en Norteamérica. A su lado, Lee destacó por sus obras abstractas y el art collage, influenciada y discreta tras la envergadura artística de su pareja.

Pollock y Krasner posan en el estudio de Springs en 1940.

Mujer, arte y talento

Nacida en octubre de 1908 en Brooklyn y de origen judío pronto comenzó a mostrar interés por las disciplinas artísticas y tomó clases de dibujo y pintura en la Cooper Union de Nueva York. Allí conoció al maestro y padre del expresionismo abstracto, Hans Hofmann que, al ver algunas pinturas de Lee, le brindó el ya tan famoso como tóxico aplauso: “Esto tan bueno que nadie pensaría que ha sido pintado por una mujer”. Pese a las dificultades, Krasner siguió pintando y experimentando con diferentes técnicas. En la década de 1930, cuando comenzó a exponer sus obras, conoció a su esposo en la galería McMillen, en una exposición sobre expresionismo con un elenco formado por artistas franceses excepto De Kooning, Pollock y Krasner. Vivían en el mismo barrio y fue ella misma quien visitó su estudio para conocer su trabajo. Salía de una relación rota por carta con el pintor Igor Pantuhof y Pollock fue su gran revulsivo, un genio al que apoyó para impulsar todo su potencial. A través de la mecenas Peggy Guggenheim, consiguió 2.000 dólares para pagar el adelanto de la hipoteca de la casa de Springs. Comenzaba una relación tumultuosa donde el pintor fue su mayor influencia: “La gente me trataba como la mujer de Pollock, no como una pintora”, señaló después. Pollock comenzó a recibir más atención y reconocimiento por su obra para después poner freno a su actividad destruido por las adicciones e incapaz de digerir el éxito junto a los continuos conflictos con Lee, a quien reprochaba la falta de hijos. 

Lee Krasner murió en 1984 tras ver impulsada su carrera como pintora.

Viuda del expresionismo

Tras la muerte de Pollock, Krasner se convirtió en la viuda de un gigante. Sin apuros económicos, fue la gestora de su legado. Instaló su taller en el granero donde desarrolló su talento y al que la popularidad de Pollock impuso sordina durante la década que duró su matrimonio. Quiso sacudirse su influjo, enemiga de los automatismos y mostrando un geometrismo acusado que devaluó su obra y le hizo destrozar sus lienzos para surgir un nuevo estilo Krasner impulsando su arte con fuerza. Desde entonces, el valor de sus pinturas no ha dejado de crecer a pesar del peso artístico de sus coetáneos hombres y de sobrevivir a todo un genio.

El fin trágico de un genio y un golpe para el arte

El matrimonio Pollock-Krasner se tensionó por el alcoholismo, la violencia y las constantes infidelidades del pintor. Él había alcanzado la gloria y constituía el sustento de la pareja, pero también era frágil e inestable con el apoyo inquebrantable de Krasner, que también señaló que relación con él la ayudó a desarrollar su propio estilo artístico. 


La pareja, llena de altibajos, ya estaba erosionada cuando Pollock murió el 11 de agosto de 1956. El hombre que desafió los principios del arte con sus pinturas abstractas, falleció trágicamente en un accidente de coche contra un árbol a dos kilómetros de su casa en Springs. Murió en su Oldsmobile junto a Edith Metzger, mientras que la otra ocupante, la artista y amante del pintor Ruth Kligman, sobrevivió al siniestro. Pollock, que conducía borracho, fue encontrado en el asiento del conductor, decapitado. Murió a los 44 años siendo una influencia capital para los artistas del futuro. Una muerte prematura que se unió a la de otros artistas de su época como Franz Kline y Mark Rothko, enormes exponentes pictóricos de su generación.

Arriba, ‘Geaa’, obra de Krasner (1966) expuesta en el MoMA. Abajo, el estado del automóvil de Pollock tras el choque mortal.