Si tiene un vehículo sin etiqueta medioambiental, es probable que la nueva Zona de Bajas Emisiones le obligue a cambiar de hábitos. Pero más allá de la incomodidad puntual, está en juego un problema mayor: la contaminación mata. Cada año, más de mil personas mueren prematuramente en Euskadi por la mala calidad del aire. Esta medida pretende reducir esa cifra y transformar nuestra forma de movernos.
Ese cambio de hábitos tiene fecha: el 15 de septiembre. Ese día arranca la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en Vitoria-Gasteiz. Esta iniciativa, que es una obligación legal para aquellas ciudades de más de 50 mil habitantes, restringirá el acceso a la ciudad a los vehículos más contaminantes.
En una primera fase, abarcará la circulación en el Casco Medieval y parte del Ensanche a los vehículos que no cuenten con distintivo ambiental –es decir, los de gasolina anteriores al año 2000 y los diésel previos a 2006–. Eso afecta únicamente al 15% del parque automovilístico local.
La medida, sin embargo, no pretende ser estricta ni punitiva. Por eso, se contemplan 12 exenciones permanentes y, durante el primer año, habrá moratorias para comerciantes y otros colectivos con necesidades específicas. La moratoria se amplía a dos años en el caso de residentes.
La concejala de Espacio Público y Barrios, Beatriz Artolazabal, resume la implantación de la ZBE así: “Es un nuevo paso para consolidar el modelo de entorno urbano que la mayoría de la ciudadanía ya comparte: una ciudad pensada para las personas, que protege su espacio público y que prioriza la calidad de vida frente al ruido y la congestión”.
El Ayuntamiento estima que, a medio plazo, la ZBE permitirá reducir las emisiones de dióxido de nitrógeno y partículas finas, responsables de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Y, aunque en Vitoria-Gasteiz, la calidad del aire sea buena, desde el consistorio prefieren “liderar una transformación desde la prevención, y no desde la urgencia”.
El plan contempla una segunda fase, ya en 2027, que ampliará el perímetro hasta calles como Ramiro de Maeztu y Coronación. Además, en el horizonte está la posibilidad de crear un Área de Prioridad Residencial (APR), más restrictiva, que limitaría el tráfico de paso y daría prioridad a vecinos, transporte público y repartos autorizados.
La experiencia en otros municipios ha sido positiva. En Barcelona, por ejemplo, un informe determinó que la implantación de la ZBE había logrado reducir un 11% el dióxido de nitrógeno en apenas dos años, evitando 125 muertes prematuras anuales. Aunque la escala de Vitoria es distinta, los beneficios pueden ser igualmente significativos. En ese sentido, Artolazabal insiste: “La salud pública es el eje que debe guiar cualquier transformación urbana seria. Y la evidencia científica es clara: el aire que respiramos tiene un impacto directo en nuestra salud”.
Al impacto positivo en la salud, se suman mejoras en la convivencia urbana: menos ruido, menos tráfico, más espacio para peatones, bicicletas y transporte público. El modelo urbano se refuerza. Junto con otras iniciativas que se están desarrollando, el objetivo es que la capital vasca “siga siendo una ciudad verde, moderna y amable durante las próximas décadas. Ejemplo de sostenibilidad, salud y calidad de vida”.
Desde el Ayuntamiento son conscientes de que la medida no satisface a toda la ciudadanía y es necesario hacer mucha divulgación. Por eso, se ha creado una oficina de atención específica, así como campañas informativas que buscan aclarar los detalles de una normativa compleja, pero ambiciosa.
Artolazabal destaca que la ordenanza es el resultado de un proceso participativo “fruto de meses de trabajo compartido con los diferentes sectores: comerciantes, vecinos y vecinas, gremios y operadores logísticos. Se han incorporado mejoras, se han adaptado propuestas, se ha escuchado con honestidad y se ha construido una norma realista, gradual y justa”.
La ZBE es un paso firme hacia una ciudad más saludable, más habitable y más preparada para el futuro. Vitoria-Gasteiz vuelve a elegir el camino de la responsabilidad compartida, sabiendo que los grandes cambios comienzan con decisiones valientes y compromiso colectivo. Y ese futuro se construye desde hoy.