Iñigo Aguerri (Tafalla, 1973) es el cabecilla de Mielotxin, una banda de folk que pasea la “riqueza y variedad cultural” de la música de raíces navarras por todo el mundo desde 2004. Este verano han presentado su propuesta musical integradora y pensada para todos los públicos en el Jerash Festival de Jordania, celebrado entre el 24 de julio y el 3 de agosto. Un nuevo hito en la carrera de una formación que define su estilo musical como “folk sin fronteras desde Navarra”.

El folk es una rara avis en el actual panorama musical. ¿Mielotxin ha puesto su granito de arena para popularizar el género? 

-Surgimos cuando el folk empezaba a sonar de la mano de Kepa Junkera, Carlos Núñez, Luarna Lubre, La Musgaña, Hevia y programas de radio como Discópolis o Diálogos 3. Muchos nos contagiamos de la [etiqueta] world music y de mirar a nuestras raíces musicales desde otra perspectiva musical, buscando la fusión y dejando de lado la sonoridad más regional de las formaciones musicales tradicionales. En este contexto nació Mielotxin.

¿Cree que ha cambiado la situación en estos últimos 20 años?

-Hoy en día yo hablaría de otro concepto musical muy distinto, donde la electrónica es un elemento más en los nuevos músicos que lideran el folk: Tanxugueiras, Rodrigo Cuevas, Casapalma, Xurxo Fernades… Estos artistas de nuevo han conectado con la gente joven con un concepto de directo-espectáculo muy potente. 

Existe un circuito alternativo y minoritario que convive con propuestas musicales más comerciales. ¿Qué grupos actuales de nuestro entorno recomendaría?  

-Este círculo se está abriendo en grandes festivales que llevan a artistas que antes he mencionado. El claro ejemplo es Rodrigo Cuevas, que a día de hoy será el artista folk más demandado. Aquí en Euskal Herria sin duda el grupo que más está tocando en los últimos años es Korrontzi. Desde que Kepa [Junkera] tuvo que abandonar los escenarios parece que no hay otro grupo y no paran de tocar tanto aquí como en todo el Estado e internacionalmente. En mi opinión, desde que Oskorri se retiró seguimos huérfanos en el folk vasco y nadie ha sabido llenar su vacío. No voy a ser pesimista, y por supuesto que hay nombres importantes como Kalakan o Mielotxin, por ejemplo, pero creo que la novedad es ver a artistas de moda vascos que se inspiran en nuestra música de raíz para hacer canciones y llevarlas al directo sin la etiqueta de folk.

El pasado 1 de agosto la banda actuó en Oriente Medio, en el Jerash Festival de Jordania. ¿Cómo fue eso de llevar piezas de arin-arin, zortzikos y jotas a un lugar tan remoto?

-Una experiencia increíble. Enviamos la propuesta al festival y en marzo nos escribieron diciendo que estaban interesados. Es un festival histórico y considerado el más importante de Oriente Medio. Tocamos en las ruinas romanas de Jerash en el impresionante templo de Artemisa. El público jordano vibró escuchando nuestra música y, aunque no entendieran nada de las letras, la fuerza rítmica y el sonido del acordeón, la alboka o el txistu les fascinó. Los panderos que maneja nuestro percusionista son de origen árabe y, en cuanto sonaban, se ponían de pie y bailaban o llevaban palmas al pulso. Fue increíble no solo el concierto, sino el ambiente que se respiraba. Nos han escrito diciendo que cuentan con nosotros para el año que viene.

Se definen como una formación de “folk sin fronteras desde Navarra”. 

-Nos está costando mucho defender nuestro proyecto musical. Somos navarros y hablar de nuestra identidad es muy complejo. Esto no ocurre en Castilla, Asturias o Galicia… Cuando creamos el grupo, el pilar fundamental era dar una visión de nuestras raíces musicales sin pensar en fronteras. Navarra está muy diferenciada entre norte y sur. Hacia el sur compartimos la música con Aragón, Soria o La Rioja, y hacia el norte con el País Vasco y Ultrapuertos… Reivindicamos el Ager y el Saltus Vasconum como nuestro territorio de referencia, y en nuestro repertorio entran jotas cantadas como el cancionero vasco. El que no que no quiera entenderlo o le moleste, allá él.

Uno de los conciertos de Mielotxin. Cedida

Su trayectoria no se puede entender sin las aportaciones de otros músicos y artistas como Oreka TX, el cantautor Gontzal Mendibil, el compositor valenciano Hugo Chinesta… 

-A lo largo de estos 20 años hemos tenido la suerte de conocer a grandes músicos que nos han hecho crecer y aprender el oficio. A esta lista habría que añadir a Pipo Refojo, nuestro productor gallego, Hutsun txalapartariak, el pianista Jokin Taboada… Muchos de ellos siguen colaborando con nosotros en los directos.

¿Con el Primer Premio de Jóvenes Artistas de Navarra de 2004 despegó la carrera del grupo? ¿Ahí fue donde pensaron que Mielotxin tenía futuro? 

-Realmente fue el gran empujón para que al año de formarse el grupo diera sus frutos. Éramos muy jóvenes y algunos nunca habían hecho folk ni apenas tenían referencias de este estilo musical. Venían de tocar rock y vivían la escena musical del rock radical vasco del dos mil. En dos o tres años nos presentamos a varios concursos de folk en Asturias, Cantabria, el Folkez Blai en Ermua o el Eurofolk celebrado en Granada y en todos quedamos ganadores o segundos. Así que te hace creer que lo que estás haciendo puede tener futuro. Fueron años inolvidables de unos jóvenes que, por primera vez, miraban a sus raíces y dejaban la distorsión por la búsqueda de nuevos lenguajes sonoros.

En 2013 Mielotxin se tomó un año sabático y usted aprovechó para publicar un libro sobre jotas antiguas. ¿Quería rescatar del olvido algunas piezas?

-Así es. Con los recortes en Cultura o Educación, cayeron muchos festivales y concursos y empezó la crisis del folk en España. Aproveché para escribir un libro (El quinteto de los Pajes, pioneros de la jota navarra) sobre la investigación de las primeras jotas navarras a través de la recuperación y análisis de los primeros discos de pizarra de jota navarra. Digitalizamos los discos en formato CD, hicimos la limpieza sonora e incluso creamos un musical donde se contaba cómo fue la vida de este quinteto y el contexto en el que vivieron a finales del siglo XIX. 

¿Ordago ha sido el proyecto más ambicioso hasta la fecha?

-Siempre ha rondado en mi cabeza renovar la jota a nivel sonoro y crear algo nuevo donde fuera protagonista. A lo largo del año Covid planteamos este proyecto que terminó en una grabación, un cortometraje y finalmente en un musical que seguimos representando. Una historia ficticia donde abordamos muchos conceptos de nuestra identidad con el enfrentamiento de una jotera y tres dantzaris. 

No hemos hablado de dónde sale el nombre de Mielotxin

-Del personaje central del carnaval de Lantz; el bandido que es paseado y quemado finalmente el martes de ceniza. Un carnaval rural recuperado por Pío Baroja que estaba perdido por su prohibición en la Guerra Civil y que hoy en día atrae a un montón de gente. Es un icono de Nafarroa.

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Integrantes del grupo Mielotxin. Cedida

Revitalizando el folk desde 2004

El grupo navarro se encuentra inmerso en la celebración de su vigésimo aniversario como banda. En la actualidad, Mielotxin Folk Taldea -su nombre completo- es un quinteto compuesto por Iñigo Aguerri (voz, acordeón), Igor Martínez (txistu, alboka, piano), Salva Tarazona (batería), Jorge Sánchez (guitarra) y Xanti Etxeberria (contrabajo). Como en sus inicios, su objetivo sigue siendo “reactualizar y revitalizar la música popular navarra de norte a sur” con canciones en euskera y castellano, así como con piezas instrumentales

Hasta el momento, Mielotxin ha publicado seis álbumes, incluido el recopilatorio Mielotxin 20 urte (2024), su trabajo más reciente. Es una formación querida y respetada en los circuitos de las músicas del mundo, que amplía las fronteras de un territorio sonoro hoy recuperado por ciertas figuras del pop que han encontrado una auténtica mina en las raíces del folclore y de la música popular. Mielotxin actúa este otoño en Pamplona (Teatro Gayarre, 19 de octubre) y en casa, Tafalla (22 de noviembre, Centro Cultural Kulturgunea).