sin embargo, ascendió hasta convertirse en la luz guía del movimiento sufragista. Escrita al comienzo de la Primera Guerra Mundial, Mi historia es un documento invaluable de una vida dedicada a los demás, de un momento histórico en el que un grupo oprimido se levantó para defender la más simple de las demandas: la igualdad.
Solo hace cien años las mujeres no tenían derechos tan básicos como a la propiedad, a la tutela de sus hijos, ni por supuesto al voto. Sus decisiones dependían siempre de un hombre y la igualdad de sexos era un sueño lejano, una utopía. Fue a principios del siglo XX, gracias a la dura lucha de las sufragistas británicas lideradas por Emeline Pankhurst, cuando se logró avanzar en el reconocimiento de este derecho de la mujer en Europa. Fue la victoria de un grupo de revolucionarias que se jugaron a vida y que cambiaron la historia para siempre.
Mi historia relata en primera persona la vida estoica de esta sufragista, que consiguió llevar a la victoria el movimiento de las suffragettes. El libro es un documento histórico de activismo feminista convertido en memorias políticas. Un registro de la incansable defensa de una mujer por el bien de muchas otras.
Sus padres eran políticamente activos y Pankhurst se unió al movimiento del sufragio femenino siendo apenas una adolescente. A pesar de que sus progenitores la alentaron a prepararse para una vida como esposa y madre, asistió a la École Normale de Neuilly, en París. El 18 de diciembre de 1879 se casó con Richard Pankhurst, un abogado 24 años mayor que ella conocido por apoyar el derecho de las mujeres al voto. Tuvieron cinco hijos durante los siguientes diez años. Su marido secundaba sus actividades y juntos fundaron la Liga para el Sufragio Femenino, que abogaba por el voto tanto para las mujeres casadas como para las solteras.
En 1903 Pankhurst fundó la Unión Social y Política de las Mujeres (Women's Social and Political Union WSPU) afín al Partido Laborista independiente. Pocos años después, el periódico Daily Mail se burlaría de las activistas integrantes de esta asociación llamándolas suffragettes. Ellas adoptarían con orgullo ese término para distinguirse de las demás sufragistas británicas, mucho más moderadas.
Emmeline, sus hijas y otras activistas de la WSPU fueron sentenciadas repetidamente a prisión, donde hacían huelgas de hambre para asegurar mejores condiciones. Cuando la hija mayor, Christabel, tomó el liderazgo de la WSPU, el antagonismo entre el grupo y el Gobierno se incrementó.
El grupo adoptó la provocación de incendios como táctica y otras organizaciones más moderadas se expresaron en contra de la familia Pankhurst. En 1913 muchos personajes prominentes abandonaron la WSPU, entre ellos las hijas de Pankhurst Adela y Sylvia. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Emmeline y Christabel detuvieron el activismo militante de las sufragistas, en apoyo al Gobierno británico contra el peligro alemán.
Por la libertad
Contada con sus propias palabras, esta es la historia de la organización, de indignación, de penurias y de las huelgas de hambre de Pankhurst y su obstinada determinación para desmantelar los numerosos obstáculos diseñados para impedir que las mujeres reclamasen su libertad.
Como relata Gloria Fortún en el prólogo de Mi historia, al contrario de lo que se cree las sufragettes no eran un puñado de damas ricas con el activismo como pasatiempo. Las obreras desempeñaban un papel muy importante en el movimiento, siendo una de ellas Annie Kenney, molinera desde los diez años de edad, una de sus militantes más destacadas.
De hecho, en su autobiografía, la activista británica cuenta cómo su labor de trabajadora social y registradora la llevó a ser testigo de las miserias sufridas por las mujeres pobres. Entonces se dio cuenta de que "el derecho al voto de las mujeres no solo era un derecho, sino una necesidad desesperada", puesto que los políticos varones no hacían nada para ayudarlas.
Las suffragettes defendían el uso de tácticas como el sabotaje, con pintadas en grandes construcciones de la ciudad, quema de comercios y establecimientos públicos o agresiones a los domicilios privados de destacados miembros del Gobierno y del Parlamento. No eran un puñado de damas ricas con tiempo libre que dedicar al activismo. Aunque durante mucho tiempo estas mujeres en busca del voto femenino se dedicaron a repartir panfletos, finalmente terminarían radicalizando su lucha bajo el lema Hechos, no palabras. Eso sí, nunca pusieron en peligro vidas humanas que no fueran las de ellas mismas.
Emmeline falleció en junio de 1928 y dos años después, tras ser denostada por el establishment en su lucha por la libertad, fue condecorada con una estatua en el jardín de la Torre Victoria en Londres. La película Las sufragistas (2015), protagonizada por Meryl Streep, explica la vida y la lucha de Emmeline Pankhurst inspirándose en la autobiografía que escribió en la cárcel, A Suffragette. My Own History.