Rafael Tarradas Bultó ha presentado recientemente su primera novela, ‘El heredero’, una historia muy relacionada con su familia, ya que Su abuelo fue el creador de dos fábricas de motos muy conocidas: Montesa y Bultaco.
Se dedica a la comunicación y a la organización de eventos, pero siempre le ha gustado escribir. Rafael Tarradas Bultó es un apasionado de la historia de los siglos XIX y XX que utiliza la ficción para zambullirse en el pasado de su familia. Aunque el libro acaba de salir al mercado editorial, lleva ya dos ediciones y está teniendo una promoción intensa. Él tiene pensado, aunque titubea al contar sus planes, ponerse con una precuela de El heredero, el libro que ahora promociona, y acercarse al final del siglo XIX. En esta ocasión los protagonistas serán otros. Desea poner el foco en la Barcelona que estaba surgiendo en esa época y en la trayectoria que la ciudad tomaba para adentrarse en los primeros años del siglo XX.
Pertenece usted a una familia muy conocida en España?
Bueno, no sé si tanto en España, pero quizá en Barcelona sí. Somos muchos Bultó, y cuando somos tantos, hacemos mucho ruido. Fíjate, mi abuelo tuvo diez hijos. No he contado exactamente el número de primos, pero seremos unos veinticinco. Podríamos ser más, pero hay tíos que no han tenido hijos.
¿De dónde surge El heredero?
De mi pasión por la historia del siglo XX y de la pasión que despertaba en mí lo que mis abuelos me contaban cuando era niño. Entre lo que me contaban ellos y mi afición a la lectura y a la historia, surgió un cóctel que ha derivado en este libro. Coincidió con el hecho de que me compré una cabaña al lado de Madrid que no tenía ni siquiera luz y allá me entretenía escribiendo.
¿Cómo se escribe un libro en una cabaña sin luz?
Ja, ja, ja? Es muy cómodo: a la luz de la velas.
¡No diga!
Pues sí. Bueno, tienes la luz que genera tu ordenador con una duración de la batería de cinco horas, pero este libro lo escribí a la luz de las velas y con mi perro al lado.
¿Vocación de ermitaño?
No, no exactamente. Cuando llegué a Madrid todo era salir por ahí y un día me planteé que no podía seguir, que no me apetecía estar de juerga todo el rato. Vi esa cabañita, tenía un terreno y me decidí. ¿Ermitaño? No, pero era lo que había. Ya me gustaría que tuviera piscina, jacuzzi y más cosas. Luz, por ejemplo. Pero es a lo que llegaba. Ahora está mejor, porque antes no tenía ni baño.
¿Dónde vive usted?
En Madrid desde hace quince años, pero voy y vuelvo a Barcelona con mucha frecuencia. Mi base ahora está en Madrid, pero no me olvido de la ciudad en la que nací.
El libro tiene como escenario central una mansión, San Antonio, la casa familiar, ¿sigue existiendo?
Sí. Es una casa que está justo en el linde de Barcelona con Tarragona; de hecho, hay un trozo que está en cada una de estas provincias, pero se sitúa en Cunit. Es la casa familiar. Ahora mis abuelos ya no están, pero es donde nos reunimos todos y a donde vamos todos cuando queremos relajarnos un poco.
La novela El heredero está impregnada de la vida de su familia, ¿realidad combinada con ficción?
Hay partes que son históricas al cien por cien, sobre todo el inicio de la guerra civil. En el libro se habla de tres familias y se cuenta cómo vivieron ese tiempo que comienza antes de 1936. Luego ya deriva en ficción. Quizá un 20% es historia real y el resto ficción, pero esta última parte está basada en muchas vivencias que he ido cogiendo de la guerra civil. Hay relatos que a lo mejor no los vivieron los protagonistas de la novela, pero sí que pasaron en realidad.
Un libro en el que mete a su familia, ¿qué opina ella del libro?
Está contenta. Les he explicado, y he insistido mucho en ello, que es ficción. Nadie puede decir eso de: Mi padre no hizo esto, o Así no pasó exactamente? Todos saben que es una novela, que he cogido anécdotas familiares y que me he inspirado en personas reales, pero los nombres los he cambiado. No sale el nombre de mi abuelo y tampoco los auténticos nombres de la familia.
Pero ha utilizado su esencia, ¿no?
Sí, es la base para crear a mis personajes. Al final, es una trampa de escritor hacerlo así. He cogido a gente que tenía muy asimilada en la cabeza para crear a los protagonistas de esta novela. No parto de cero.
¿Y funciona mejor?
Sí. Partir de cero supongo que es más difícil. En cuanto a si funciona o no, pienso que sí. La crítica que tengo de este libro es que los personajes se hacen muy entendibles, muy asimilables por el lector.
Es su primer libro y ha tenido la suerte de que se lo lance una editorial del grupo Planeta y tenga una gran promoción. ¿Enchufe por el apellido?
Ja, ja, ja? Ya me gustaría tirar de algún enchufe. La verdad es que no lo he tenido. Este libro lo escribí para mi familia, para regalarlo por Navidad. Imprimí unos diez ejemplares, pero como te he dicho, es una familia muy grande y todo el mundo me empezó a pedir uno, así que pensé: Me voy a arruinar imprimiendo ejemplares, porque cada uno me costaba 70 euros. Me aconsejaron que lo colgara en Amazon y así podían descargárselo. Lo colgué y a los ocho días se habían producido 508 descargas.
Y lo vio una editorial?
Me llamaron dos medios de comunicación que me hicieron una pequeña reseña y por Instagram me contactó una de las editoriales de Planeta, Espasa: Soy Rosa, si quieres publicar, llámame, me dijeron. Le mandé el libro y yo me dije: Tardará en leerlo, me llamará y me dirá que a lo mejor, que en dos o tres meses, me dará largas y ya está. Se lo mandé a las nueve de la mañana y a las tres de la tarde me escribió diciendo: Rafa, voy por la mitad del libro y muy mal se tiene que poner la trama para que mañana mismo no te ofrezca un contrato.
Y el lanzamiento ha sido a lo grande...
Es algo inesperado para mí, estoy sorprendido. Es una gran apuesta de Espasa, porque la primera edición salió con 20.000 ejemplares, al quinto día salió la segunda y me siento desbordado, impresionado. No me esperaba nada de esto.
¿A qué se dedicaba hasta que se fue a esa cabaña a años luz del siglo en el que vivimos?
Ja, ja, ja? Me sigo dedicando, no he dejado de hacerlo. Yo trabajo en una agencia de comunicación en Madrid y hacemos eventos, presentaciones de cine... Vengo mucho al País Vasco porque trabajamos con el Festival de Cine de San Sebastián, pero una de mis aficiones es escribir y en esta ocasión la afición se ha convertido en un libro. Después, ya veremos.
¿No le apetecería dedicarse solo a escribir?
Vamos a partir de que me gusta lo que hago. Creo que tiene que ser estupendo dedicarte a escribir solamente y poder vivir de ello; es como a quien le gusta jugar al tenis y le dicen que va a ganar dinero con ello. De momento solo he escrito un libro y ya estoy esbozando el segundo, pero ha sido un paso muy importante. No solo hay que querer dar este paso, hay que poderlo dar.
El apellido Bultó suena a motos y a aventuras.
Mi abuelo tuvo dos fábricas de motos: primero Montesa y luego Bultaco. Todos somos muy de moto. En la casa que sale en el libro, lo que tenemos son motos, porque es la gran afición familiar. Del mayor al más pequeño, desde mi abuela, que ahora ya no está, hasta mis sobrinos de cuatro años, todos van y han ido en moto. Respecto a la aventura, también mi familia ha sido muy dada a buscar emociones fuertes. Desgraciadamente, ha habido algún miembro que ha muerto haciendo deporte de riesgo, como mi tío Álvaro. La búsqueda de sensaciones un poco fuertes es un rasgo característico de mi familia.
Es un apellido que también suena, cómo decirlo, ¿a pijo?
Ja, ja, ja? ¿De verdad? Mira, yo el tema del pijo lo relaciono mucho con el que está tirado en su casa sin hacer nada. Lo que he visto en mi familia es a la gente partirse los cuernos y no sabes de qué manera. Es muy fácil y lo hacemos todos: juzgar sin conocer. Pero los que conocen a mi familia dicen que en ella todos curran como bestias. Cada vez que hay que hacer algo en San Antonio, la casa familiar, hay una convocatoria a través del chat. Una convocatoria de este tipo puede ser porque se haya caído un muro, y allí estamos todos recogiendo piedras y levantándolo de nuevo. Nos han inculcado mucho el tema de trabajo.
En una familia con dinero pueden aparecer los problemas por la herencia, y si es tan numerosa se acrecientan, ¿en la suya?
En la mía todos nos llevamos bien. Primero, no había mucho dinero, y aunque hay muchos herederos, cuando hay poco para repartir y te llevas tan bien, no hay problemas. Piénsalo, diez hijos; aunque hubiera habido mucho, que no es el caso, al final te queda muy poquito. No hay razones para pelearse por el dinero.
Supongo que tiene moto.
Por supuesto, por supuesto. Tengo una Bultaco, una Alpina. A los que les gusta el motocross en mi familia tienen maquinas más modernas; date cuenta de que las Bultaco son motos de hace 30 años.
Aprendería muy pronto a manejarlas...
En los Bultó todos aprendemos a partir de que sabías ir en bici. Cuando conseguías ir bien bicicleta, te daban la moto, que es algo más fácil: darle gas.
Y más peligroso.
Sí, si das gas a fondo. Todos hemos tenido algún golpe, alguna rotura... Es que a partir de los cuatro años, todos íbamos en moto. Las excursiones en moto de mi familia han sido, y son aún, impresionantes. Recuerdo que el mayor era mi abuelo, el que iba el primero, y el penúltimo el más pequeño, porque siempre detrás iba un padre.
¿La moto es su forma de desplazarse en Madrid?
Aunque caigan chuzos de punta. Y también es mi forma de moverme por Barcelona.
PERSONAL
Edad: 43 años.
Lugar de nacimiento: Barcelona, pero desde hace quince años reside en Madrid.
Familia: Pertenece a la saga de los Bultó. Su abuelo puso en pie las fábricas de motos Montesa y Bultaco. Su tío Álvaro fue un conocido aventurero, deportista y presentador de televisión, que murió en accidente practicando deporte de riesgo.
Formación: Estudió Diseño industrial en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Trayectoria: Ha trabajado como headhunting y en la organización de eventos deportivos como la 32nd Americas’s Cup. Durante dos años fue director de la galería de arte Helga de Alvear. En estos momentos pertenece a Montaz Comunicación, agencia especializada en eventos de ocio y cine. Da clases de marketing y eventos en ESDEN Business School. Además de sus aficiones artísticas y deportivas, es un enamorado de la historia de los siglos XIX y XX. Escribe desde su refugio, una cabaña del Valle del Tiétar (Ávila).