Camilo Camayo tiene 26 años e Itziar Moreno, 25. Ambos son de Vitoria y voluntarios de Cruz Roja en Álava en el proyecto El juguete educativo y a ambos les sale una sonrisa de oreja a oreja cuando se les dice que son como los elfos de Santa Claus, los galtzagorris de Olentzero o los pajes de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Y no, poco les falta para convertirse en esos inestimables aliados ya que son los encargados de preparar y clasificar los lotes, en los que por los menos van dos juguetes donados por empresas o particulares a familias en situación de vulnerabilidad.
Sus requisitos son que sean nuevos, educativos, no sexistas y no bélicos.
“Los ordenamos teniendo en cuenta las edades del menor o de la menor”, explican. Procuran también que sean diversos “con el objetivo de poder abarcar varias competencias o varias habilidades”, añaden.
El mayor rompecabezas a la hora de hacer la clasificación, suele ser esa, “la de mirar más qué habilidades pueden desarrollar” porque la de la edad recomendada, ya suele venir especificada en la etiqueta.
Personalizados
Además, intentan adaptarlos a sus gustos, siempre y cuando conozcan previamente a los txikis. En algunos casos sí que es posible “si son participantes de Pineo (alternativa de ocio basada en la educación de valores) o de Éxito Escolar. Por ejemplo, si sabemos que a Paula le gusta dibujar, pues miramos un juego con el que pueda desarrollar esas habilidades”.
Lo más gratificante suele ser cuando vienen las familias a recoger esos juguetes. “A veces estamos presentes”, recuerdan. Y si no lo están, el equipo técnico de Cruz Roja le hace llegar el “feedback”, a modo de agradecimiento, que muchos de esos hogares les transmiten.
Estos voluntarios también ayudan a sensibilizar sobre la importancia del juego, como en el Hogar San José, durante la hora de tutoría que tuvieron recientemente con los de primero de la ESO.
“Llevamos cuatro juegos. Nos dijeron que en esa etapa son muy autónomos y con que se los diéramos, ya estaba, pero es que al final a mí me llama”, recuerda Moreno, que acabó por eso jugando con ellos.
Y es que solo practicando se descubre el poder del juego.