No han sido pocas las personas que a lo largo de la historia se han hecho la pregunta de cuál es el secreto de la longevidad porque, aunque la esperanza de vida haya aumentado, el tiempo máximo de vida humana es el que es. De momento, el de los 122 años y 164 días, alcanzado por la francesa Jeanne Louise Calment. Aunque se teoriza que los límites fisiológicos se sitúan entre 120 y 150 años y se especula con la posibilidad de superar los 130 años en el futuro mediante avances médicos, el tope demostrado hasta la fecha sigue siendo ese récord de Calment. En Euskadi, en concreto, los hombres viven de media 81,2 años y las mujeres 86,6, según recoge el último estudio al respecto del Instituto Vasco de Estadística, Eustat, con datos de 2023. 

Si bien, hay algunos vascos que parecen haber desafiado el paso de las hojas del calendario. Es el caso de la alavesa María Purificación López de Viñaspre Seigido que este sábado ha cumplido 100 ‘añazos’ y la respuesta que ha dado a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA sobre cuáles son claves para poder soplar tantas velas no ha podido ser más reveladora, a la par que graciosa. Porque quien tuvo, retuvo. “Tener buenas relaciones familiares, ser alegre al igual que ser buena persona para recibir cariño, y muy importante: comer plátanos”, contesta.

En imágenes: María Purificación López de Viñaspre celebra un siglo de vida rodeada de familiares, amigos y personal en la residencia Betania Garden Pilar Barco

CURANDO MALES

Rebobinemos. "¿Cómo? ¿Que las bananas, esa fruta que tenemos tan a mano, son el ansiado elixir de la juventud?" 

La directora y enfermera de la residencia Betania Garden, de Vitoria, María Nina Vuiescu, y su hijo Cristian, del departamento de Administración de la misma, donde en la actualidad vive esta alavesa, nacida en Yécora, un 11 de octubre de 1925, aclaran, con una sonrisa de oreja a oreja, que su devoción por los plátanos se remonta a sus años mozos.

"Porque en su juventud, cuando enfermó, en el hospital le dieron esta fruta. Como se puso bien, para ella, son milagrosos. Y sigue pidiendo uno cuando no se encuentra bien”

Porque en su juventud, cuando enfermó, en el hospital le dieron esta fruta. Como se puso bien, para ella, son milagrosos. Y sigue pidiendo uno cuando no se encuentra bien”, explican sobre esta mujer que se fue a Vitoria a vivir a los 13 años y en ella estuvo hasta los 25, trabajando en una empresa de cremalleras antes de casarse.

Pero cumplido su primer cuarto de siglo, pasó por el altar y se mudó a Elgoibar (Gipuzkoa), así, hasta que a los 37 años volvió a la capital alavesa, donde empezó a trabajar en “la residencia de niños La Paz”.

En imágenes: María Purificación López de Viñaspre celebra un siglo de vida rodeada de familiares, amigos y personal en la residencia Betania Garden Pilar Barco

BIZNIETOS

Gracias a la salud de hierro que ha tenido durante todos estos años, ha visto crecer a sus cuatro hijos, a siete nietos y otros tantos biznietos. Y también, por desgracia, cómo tenía que dar el último agur a su compañero de vida, su marido, durante 58 impresionantes años. Ahora, López de Viñaspre Seigido lleva una vida “con movilidad reducida, conserva parcialmente la memoria y la atención, tiene la capacidad de tomar decisiones y un nivel emocional satisfactorio con su vida”. 

Por eso, en esta fecha tan señalada, ha podido pasar lista a sus familiares, y casi todos estuvieron con ella, además de estar rodeada también del personal de este centro geriátrico y de los amigos que ha ido haciendo en este tiempo, en la inolvidable celebración de sus 100 años, con tarta, corona, como reina indiscutible del día, y música, como en toda fiesta que se precie.

Pero, sobre todo, no ha faltado, predicando con su ejemplo, “mucha alegría y cariño”, como a ella tanto le gusta. La chispa de la vida.