En Álava, y en toda la Comunidad Autónoma Vasca, la solidaridad ciudadana sigue latiendo fuerte a pesar de la subida de precios y la inflación. Miles de familias se enfrentan a la vulnerabilidad, pero también miles de voluntarios y donantes se movilizan cada año para que nadie se quede sin alimentos básicos.
La gran campaña de recogida de alimentos muestra cómo, incluso en tiempos difíciles, la generosidad de los ciudadanos mantiene viva una red que ayuda a quienes más lo necesitan.
La Asociación Nacional de Alimentos Solidarios (ANDAS) ha sido un pilar fundamental en la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Así lo explica su presidente Santiago López Ortega a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA donde ha compartido su visión sobre el panorama actual de la solidaridad en Euskadi, destacando tanto los avances como los desafíos que enfrentan.
RESULTADOS
Al evaluar los resultados de la última campaña de recogida de alimentos en Euskadi, López Ortega señaló que, aunque la cantidad de donaciones ha experimentado una ligera disminución respecto al año anterior, el número de donantes ha aumentado.
Este fenómeno sugiere que, aunque los recursos disponibles para donar son menores debido a la inflación y otros factores económicos, la solidaridad de la ciudadanía sigue siendo fuerte. “La solidaridad va en aumento, únicamente lo que está disminuyendo son los recursos que los ciudadanos disponen para donar”, afirmó.
"Muchas familias dependen directamente de estos alimentos para cubrir sus necesidades básicas; incluso personas que antes eran voluntarios ahora se convierten en beneficiarios"
Según destaca, aunque Euskadi no figura entre la ciudadanía más vulnerable, la situación de precariedad también se deja sentir entre ciertos sectores de la población.
Santiago López señala que la vulnerabilidad social suele concentrarse en zonas con mayores tasas de desempleo, como Andalucía, Extremadura o Asturias, pero advierte que eso no significa que Euskadi esté exenta de dificultades.
De hecho, muchas familias enfrentan problemas cotidianos para llegar a fin de mes, especialmente aquellas con ingresos bajos o sueldos insuficientes. Incluso se dan situaciones sorprendentes: personas que antes eran voluntarios en los bancos de alimentos ahora se encuentran en la necesidad de recurrir a ellos, un indicativo de que la crisis económica afecta de manera transversal a distintos perfiles sociales.
En este contexto, los bancos de alimentos juegan un papel crucial, funcionando como una red de apoyo que garantiza que nadie quede desamparado y que los más vulnerables tengan acceso a alimentos básicos, asegurando así que la solidaridad se materialice en ayuda concreta y tangible.
“El trabajo de los donantes y voluntarios no solo tiene un impacto inmediato, sino que también fortalece la cohesión social y refuerza la red de apoyo comunitaria"
Además, una de las principales preocupaciones de ANDAS es la implementación efectiva de la Ley de Prevención de pérdidas y desperdicio alimentario. Esta legislación busca aliviar la carga económica de los bancos de alimentos, que actualmente deben asumir el IVA de las compras que hacen con el dinero de las donaciones de los ciudadanos particulares y otros donantes.
López Ortega destacó que, al no aplicarse esta ley, los bancos de alimentos deben destinar más de 3 millones y medio de euros anuales al pago de IVA, recursos que podrían utilizarse para adquirir más alimentos para los necesitados.
PAGO IVA
A pesar de que la ley ya ha sido aprobada, su puesta en marcha ha sido lenta. López Ortega expresó su frustración por los retrasos y piden al gobierno que implemente la ley de “inmediato”, especialmente antes de la gran campaña de recogida que se realiza a finales de noviembre, la más importante del año.
Por otro lado, en cuanto a la labor, la labor de ANDAS y los bancos de alimentos “no sería posible sin la colaboración masiva de voluntarios y donantes”. En este sentido, el presidente de ANDAS, enfatiza que más de cuatro millones de personas participan activamente en estas iniciativas en toda España, ya sea aportando alimentos, dinero o dedicando su tiempo para organizar y distribuir los recursos.
Este enorme esfuerzo colectivo es el corazón de la red solidaria que sostiene a miles de familias vulnerables cada año. “Sin los donantes sería imposible y todavía más imposible sin los voluntarios”, subraya, recordando que, detrás de cada kilo de alimentos, de cada cesta repartida, hay horas de trabajo, coordinación y compromiso personal. Según valora, “el papel de los voluntarios va mucho más allá de recoger y clasificar productos”.
Según explica que incluso pequeñas acciones, como dedicar unas horas un fin de semana, tienen un efecto multiplicador: cada gesto individual se traduce en toneladas de alimentos distribuidos y en familias que no pasan hambre
Cada campaña de recogida implica una logística compleja que requiere coordinación entre supermercados, bancos de alimentos y organizaciones asociadas.
Los voluntarios supervisan los puntos de donación, orientan a los ciudadanos, verifican la calidad de los alimentos y garantizan que todo llegue a las personas que realmente lo necesitan. En muchos casos, son ellos quienes transmiten la cercanía humana y el apoyo emocional que complementa la ayuda material.
Los donantes, por su parte, representan otro pilar fundamental. Más allá de la cantidad que aportan, su constancia demuestra que la solidaridad no es un fenómeno puntual, sino un compromiso sostenido a lo largo del tiempo
Según explica que incluso pequeñas acciones, como dedicar unas horas un fin de semana, tienen un efecto multiplicador: cada gesto individual se traduce en toneladas de alimentos distribuidos y en familias que no pasan hambre.
DONANTES
Los donantes, por su parte, representan otro pilar fundamental. Más allá de la cantidad que aportan, su constancia demuestra que la solidaridad no es un fenómeno puntual, sino un compromiso sostenido a lo largo del tiempo.
López destaca que la participación ciudadana no solo se refleja en los grandes números: muchas personas que colaboran lo hacen con pequeñas aportaciones, conscientes de que cada kilo de garbanzos, cada litro de leche o cada paquete de pasta puede marcar la diferencia para alguien que atraviesa una situación de vulnerabilidad.
Mirando hacia el futuro, López se muestra optimista respecto a la próxima gran campaña de recogida, que se celebrará en la primera semana de noviembre. Se trata del evento más importante del año para los bancos de alimentos, y se espera que movilice a millones de personas.
Según López, el estado nacional sigue destacando en solidaridad a nivel europeo: “España dona en estas grandes campañas igual o más que el resto de Europa”, comenta, subrayando que este comportamiento refleja no solo generosidad, sino también un profundo sentido de responsabilidad social.
La ciudadanía, incluso en tiempos de inflación y dificultades económicas, mantiene vivo un compromiso con los más vulnerables, demostrando que la solidaridad no se mide solo por la riqueza disponible, sino por la voluntad de ayudar, explica.
“La solidaridad no se mide solo por la riqueza disponible, sino por la voluntad de ayudar"
López también recuerda que, detrás de cada cifra, hay historias humanas que evidencian la importancia de la colaboración ciudadana.
Muchas familias dependen directamente de estos alimentos para cubrir sus necesidades básicas; en algunos casos, personas que antes participaban como voluntarios ahora se convierten en beneficiarios, un reflejo de cómo la crisis económica puede golpear de manera inesperada a distintos sectores de la sociedad.
Por eso, el trabajo de los donantes y voluntarios no solo tiene un impacto inmediato, sino que también fortalece la cohesión social y refuerza la red de apoyo comunitaria.
En resumen, aunque los desafíos que enfrentan ANDAS y los bancos de alimentos son enormes, la solidaridad ciudadana sigue siendo una fuerza “poderosa y constante”. Con la colaboración de donantes, voluntarios y organizaciones, “es posible aliviar el sufrimiento de los más vulnerables, garantizar que las familias tengan acceso a alimentos básicos y, al mismo tiempo, construir una sociedad más justa y equitativa”.
 
        
     
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