El pequeño concejo de Elorriaga, enclavado en la zona rural este de Vitoria, tiene un nuevo vecino. Y no uno cualquiera. Maialen Pascual, gasteiztarra, y Mireia Tramunt, canaria, han sido las encargadas de revitalizar, desde la parte artística, esta zona de poco más de cien habitantes a través de un mural diseñado a gran tamaño, bautizado como Tarohaize.
Una composición que, según exponen ambas autoras dedicadas al mundo del tatuaje a este diario, nace del diálogo con el entorno natural que rodea la zona: los humedales de Salburua, los montes y la rica biodiversidad –fauna y flora– que albergan la ciudad y el territorio alavés en su conjunto.
“Queremos visibilizar que desde la cultura y el arte en las calles se puede llegar a todo el mundo y contar historias”
Ingredientes que han servido como fuente de inspiración en el proceso creativo. “Desde el primer momento supimos que el vuelo de los pájaros, símbolo de libertad y movimiento constante, debía estar presente en la pieza, en relación directa con el viento, el agua y la vegetación del entorno”, desgrana la gasteiztarra.
Es más, el exterior de la casa escogida como lienzo, propiedad de un vecino al que pidieron permiso y que ahora permanece en desuso, “entran y salen” sendos tipos de ave por la ventana. Por lo que ahora, se ha convertido en un refugio todavía más especial para estos pequeños seres voladores.
Fusión de dos lenguas
Sobre el nombre escogido (Tarohaize), las artífices explican que nace de la fusión de dos lenguas: taro (construcción y refugio ancestral canario) y haize (viento en euskera, símbolo también de movimiento, libertad y el alma de la naturaleza). En lo que al diseño respecta, Pascual y Tramunt tenían claro que no querían interferir en la esencia rústica de la infraestructura. “Hemos mantenido el color de la propia fachada, sin ponerle una capa de imprimación, a pesar de que facilita el trabajo de pintura”, matizan las autoras.
En ese proceso creativo, explican que primero marcaron con tiza para después comenzar a rellenar cada pieza de colores vivos. Así, la composición, que abarca dos paredes, juega con la tensión entre lo orgánico y lo geométrico.
El resultado, sin ir más lejos, es un espacio en equilibrio, pensado como un lugar para el vuelo y también para el descanso. “Queremos visibilizar que desde la cultura y el arte en las calles se puede llegar a todo el mundo”, subraya Tramunt. Al mismo tiempo, destaca el espacio urbano como “un escaparate artístico para contar historias”.
La apuesta por Elorriaga
No es el primer relato que plasman en pintura, ya que el de Elorriaga es el tercer mural que han llevado a cabo juntas detrás de otros dos realizados en tierras canarias hace unos meses. De hecho, la idea es poder ampliar ese abanico creativo hasta convertirlo en un bonito proyecto compartido con recorrido. En este caso, el núcleo rural gasteiztarra ha sido escogido por el vinculo familiar que une a Pascual, ya que su padre reside allí.
“Cuando vimos la pared pensamos en pintar solamente en una parte de ella, pero nos vinimos arriba y acordamos dibujar también en la fachada que da a la carretera, porque era la que más visibilidad iba a tener. Queríamos dar a entender que en el pueblo hay movimiento”, concretan.
Asimismo, remarcan que la acogida vecinal ha sido positiva pese que, en un primer momento, se los residentes se mostraron un tanto sorprendidos al ver a dos jóvenes manos a la obra sobre una escalera, durante dos días.