San Vicente Mártir, cedida por la Diócesis de la capital alavesa al Miñano Menor hace tres años, luce desde finales del año pasado la recuperación que se ha llevado a cabo de las pinturas murales rojas que estaban ocultas de la época medieval y, sobre ellas, otras pinceladas de estilo renacentista; concretamente, realizadas en el siglo XVI. La intervención no es el final del camino, ya que queda por hacer, pero es una muestra más que significativa del interés por recuperar y poner en valor el patrimonio alavés. Así se compartió el pasado fin de semana en una jornada de encuentro y celebración.
Todo comenzó a raíz de una gotera en el techo en 2023. Se observó que se había caído un trozo de encalado y que detrás de los desconchones había una pintura. Así que desde la Junta Administrativa se pusieron en contacto con la Diputación Foral de Álava, en concreto con el Servicio de Restauración. Se hicieron las perceptivas catas para ver si podía haber algo interesante. Por supuesto, la respuesta fue afirmativa.
Eso sí, para poder afrontar el coste de los trabajos se contó con una ayuda foral. Con ese refuerzo, fue la empresa Artyco, especializada en restauración y conservación de obras de arte, la encargada de llevar a cabo la intervención.
Carácter divulgativo
Vecinos y vecinas, componentes del departamento foral de Cultura –con la diputada Ana del Val al frente– y del Servicio de Restauración, y representantes de la firma encargada de los trabajos compartieron hace unos días ese camino. Lo hicieron en un encuentro con un marcado carácter divulgativo.
Esta actuación de recuperación se ha realizado en 70 metros cuadrados de pinturas murales del periodo medieval que comparten espacio con las de época renacentista en la bóveda sobre el altar central. Pero aquí no se termina la senda. Tanto la Junta Administrativa como la Diputación tienen previsto llevar a cabo una segunda fase para intervenir en la parte del crucero central del templo.
De todas formas, a la espera de concretar plazos y, cómo no, costes económicos de lo que queda por hacer, lo cierto es que Miñano Menor ha hecho un esfuerzo más que importante por rescatar su propio pasado y compartirlo. Ha sabido atreverse, investigar y llamar a las puertas de quienes han podido y querido sumar sus conocimientos y experiencia. Cuidar el patrimonio no es solo una obligación del presente, es un compromiso con el futuro, con aquellas personas que formarán las próximas generaciones que habitarán la localidad. Hacer eso es seguir el legado, por ejemplo en este caso, de figuras tan importantes y necesarias como Micaela Portilla.
Con todo, tras la cesión del edificio a la Junta Administrativa, todavía se está trabajando en seguir recuperando el edificio. Por ejemplo, no se descarta actuar en su exterior. También está sobre la mesa la posibilidad de establecer visitas para que la ciudadanía en general pueda acercarse a sus singulares pinturas.