Fue a los 16 años cuando Juan Carlos Suso, vecino de Vitoria, se subió por primera vez a lomos de una motocicleta. Desde entonces, el vehículo de dos ruedas se ha convertido en su fiel compañera de viajes cada invierno. “Empecé haciendo motocross y, más tarde, pasé a las motos de carretera”, relata a este diario.
Si bien, no fue hasta el año 2011 cuando se adentró de lleno en largas travesías por distintos rincones de Europa; recorriendo carreteras secundarias de lugares como Serbia, Bosnia, Hungría o Polonia además de otros como Inglaterra, Escocia o los países Bálticos (Lituania, Letonia y Estonia).
“Hemos llegado a ir desde Vitoria hasta Venecia sin parar, que fueron catorce horas"
Y no en cualquier estación del año, sino bajo las gélidas temperaturas del invierno. Y aunque suele ir en compañía de uno o dos amigos, como su compañero Alfredo Díaz, esta vez lo hará solo, “que es más complicado”.
Sin ir más lejos, el pasado miércoles emprendió el viaje hacia el corazón de Los Alpes con una primera parada en Agnellotreffen. “Es una reunión que se celebra en Pontechianale, localidad alpina italiana, muy cercana a Francia y Suiza, donde la nieve y el hielo están asegurados y donde son habituales -15 grados en estas fechas. Allí la gente acampa y hace hogueras”, expone.
Tras pasar allí dos días en compañía de Díaz y otros dos motoristas, quienes después de la quedada retornarán a sus casas, Suso pondrá rumbo a Mandello del Lario, a orillas del lago Como, y visitar asimismo el museo que la fábrica de Moto Guzzi alberga en sus instalaciones.
El siguiente destino será Liechtenstein, en el corazón de la cadena montañosa. “Haré una noche en este pequeño país fronterizo con Austria y Suiza, de apenas 40.000 habitantes”, expone. Siguiendo el itinerario planteado, el lago Constanza, cuyas orillas bañan Alemania, Austria y Suiza, será el próximo destino. “Intentaré bordearlo, si la nieve lo permite”, apostilla en este sentido.
El Lago Leman, también conocido como lago de Ginebra, no faltará en su hoja de ruta. De hecho, uno de sus propósitos es poder “ver algunos pequeños lagos de Suiza, de muy difícil acceso en esta época del año”. Tampoco quiere dejar escapar la posibilidad de visitar la localidad medieval de Annecy, ubicada en el Alto Saboya, “que perteneció a Suiza, y anteriormente a otros imperios, y que Napoleón anexionó a Francia”.
"Viajar en moto, y más en invierno, es duro. Hemos pasado mucho frío y penurias, pero al final es lo que buscamos"
Ya como broche final a la experiencia de este mes de enero, se encaminará hasta el Lago de Bourget, desde donde iniciará la vuelta a Gasteiz. En total, calcula unos “diez o doce días”. “Todo depende de lo cansado y aburrido que me encuentre”, apunta con cierta sorna.
“Es duro"
“Viajar en moto, y más en invierno, es duro. Hemos pasado mucho frío y penurias, pero al final es lo que buscamos”, sostiene. Eso y que el trato de la gente no ha sido del todo positivo en algunas fronteras. “En los países soviéticos suelen ser más severos”, concreta. “Pero hemos sobrevivido”, comenta.
"Cuando te quitas la ropa de moto, te das una buena ducha y sales a ver la ciudad, se te olvida todo lo malo del día"
Respecto al factor de viajar en solitario, añade que si sufre una caída, solamente levantar la motocicleta “ya es una tarea muy difícil, porque pesa 300 kilos”. Además de echar en falta la compañía de otras persona cuando se llega a la meta. “Tomar un cervecita y charlar un poco siempre sienta bien”.
“Cuando te quitas la ropa de moto, te das una buena ducha y sales a ver la ciudad, se te olvida todo lo malo del día”, considera. Tampoco deja a un lado la riqueza cultural y las costumbres que recolecta en cada de uno de los lugares a los que se desplaza. “A cualquiera de los sitios a los que viajamos siempre vamos a bares locales, no a aquellos a los que acuden turistas”, expone Suso.
Huyendo de las autovías
La intención del motero vitoriano es transitar únicamente por carreteras secundarias. Y es que Suso es de los que piensa que esta es una de las mejores forma de conocer realmente un país. “Evitamos todo lo posible las autovías”, señala en este sentido. “En las comarcales no te obligas a ir rápido y puedes apreciar los paisajes y los pueblos. La diferencia es abismal”, comparte.
Además, ese terreno del kilometraje, las horas de conducción que emplean Suso y el resto de viajeros pueden dejar datos que sorprenden. “Hemos llegado a ir desde Vitoria hasta Venecia sin parar, que fueron catorce horas”, recuerda.