Dejar de poner la calefacción para poder llenar la nevera o vivir en hogares que pierden calor por ventanas, puertas o paredes son algunos de los problemas a los que ha ido dando solución Cruz Roja en Álava a 396 familias hasta el 15 de octubre, gracias a su proyecto para paliar la pobreza energética.
Lo consigue a través de un proceso que incluye asesoramiento, talleres, entregas de kits de eficiencia energética y rehabilitaciones energéticas u otras actuaciones en la viviendas, como compra de electrodomésticos. Y una prestación económica de 500 euros anuales ampliables a mil en casos excepcionales para abonar las facturas pendientes de pago de luz, gas y agua.
En todo caso, el procedimiento para acceder a la prestación ofrecida por Cruz Roja y Gobierno Vasco comienza con un compromiso que adquiere la persona demandante de la ayuda para seguir un itinerario de inclusión marcado por las personas técnicas.
Las cifras
Y pese a que oficialmente son 396 las familias atendidas en lo que vamos de año, el número total de beneficiarios, es mucho mayor, si tiene en cuenta a todas esas madres, padres e hijos que pueden vivir en esas unidades convivenciales.
Una cifra que se extiende hasta las 1.200 personas, según los cálculos de Txomin Ondarre, director de Inclusión Social y Empleo de esta entidad social en el territorio.
Por tres
“Se multiplica por tres”, precisa Ondarre que como lleva décadas trabajando en Cruz Roja, conoce a la perfección cómo el número de personas atendidas va en aumento año tras año: “el año pasado, por ejemplo, que fue significativamente importante porque llegamos a 455, en todo 2023, y en 2022 a 362, es decir, que casi de un año a otro fueron cien más”.
Y en Álava la inmensa mayoría son nuevas, ya que no se incluyen a las que recurren al Ayuntamiento de Vitoria, para sus ayudas municipales propias, sobre pobreza energética.
“Por eso, en 2015, establecimos un protocolo propio para no duplicar ayudas, de tal manera que todas las que nos vienen y tienen más de seis meses de empadronamiento, las derivamos a sus servicios sociales”, matiza.
Corte de suministros
No obstante, hay excepciones en las que también actúa Cruz Roja en Álava. “Por ejemplo, ante un corte inminente y el Ayuntamiento sabe que nosotros vamos a ser más rápidos o para que hagamos intermediación con las empresas suministradoras, porque tenemos convenios con ellas, que, en general, consisten en hacer que en lugar de pagarles directamente los suministros, lo que hacemos es que la deuda que tengan acumulada, fraccionarla en cómodos plazos tras hacer un plan personalizado de los pagos”, matiza.
Bono social
En cuanto al incremento progresivo año a año de esas familias atendidas, el director de Inclusión Social y Empleo lo atribuye “a que está habiendo mucha llegada, sobre todo, de nuevas personas de origen extranjero, que por esa razón, no pueden acceder a ningún recurso. Son familias que, además, no pueden ni acceder al bono social porque para ello, primero necesitan estar en el mercado regulado, no en el libre, y segundo, tener el contrato de energía a tu nombre, y como muchos viven en habitaciones (pisos compartidos), no lo tienen a su nombre”.
Por tanto, no pueden ser beneficiarias del bono social eléctrico, pero tampoco del térmico (el de gas) “porque para ello, tienes que ser beneficiario del eléctrico”.
Nacionalidades
En cuanto a nacionalidades, como aclara, la foto es diferente si hablamos de Cruz Roja en Bizkaia y Gipuzkoa, donde suele ser el 50% gente española, a la de Álava, “ya que aquí, los de origen nacional son residuales por ese protocolo que tenemos con el Consistorio de Vitoria. Por eso, son siempre población recién llegada, extranjera y siempre mujer, porque suele ser la persona que vienen a pedir la ayuda y, por tanto, a la que identificamos como titular. En lo que llevamos de año, 256 son mujeres y 140 hombres”.
En relación a su procedencia destacan las familias llegadas de Colombia, Venezuela, Marruecos “y ahora estamos teniendo a muchas de Perú, pero está por temporadas”.
La edad media es de 35 a 50 años.
MENOS REENGANCHES
Para poder acceder al proyecto de Cruz Roja que ayuda a paliar la pobreza energética, lo primero que se tiene que hacer es acudir a su sede en Álava, de Portal de Castilla, donde les atenderá el Servicio de Acogida. Allí, se le asignará una persona tutora que guiará en ese itinerario individualizado. “Una persona puede venir aquí para el pago de sus suministros, pero, a su vez, puede necesitar un asesoramiento jurídico o tiene menores que necesitan participar en su proyecto de Promoción del éxito escolar”, detalla el director de Inclusión Social y Empleo de Cruz Roja en Álava, Txomin Ondarre.
VALORACIÓN
Por tanto, además de una valoración económica, también se hace otra de tipo social para ver si se le puede ayudar de otra forma. “Cuando viene una familia, por lo general, no solo es pobre energéticamente. Dejan de pagar el agua, la luz o el gas, porque antes tienen que pagar el alquiler y la comida, y dejan el pago de suministros para lo último porque ya no cortan de golpe el suministro.Ahora, ese proceso de impago es un proceso largo y da tiempo a trabajar con la persona antes de que lo corten”, añade.
Y para muestra, los datos que tienen con su programa con el Gobierno Vasco, “Se ha notado el cambio, de cuando empezamos en 2015, a ahora. Marcamos unos topes para familias por año y otro para reenganches, y para esto último, nos estamos encontrando que su uso es muy residual”, destaca.
CHIP CAMBIADO
Aparte de que todas las personas que participan deben de firmar un compromiso expreso, todas reciben un kit de eficiencia energética, que se personaliza (funda nórdica, bombillas LED, cintas aislantes para ventanas...) y todas también tienen que asistir a los talleres sobre ahorro energético:
“En Cruz Roja tenemos el chip cambiado hace tiempo. Hemos pasado de la caridad, a la solidaridad y ahora hemos dado un salto más: que las personas tienen que ser sujetos activos de su situación, es decir, que aunque no deja de ser una prestación, tienen que responsabilizarse de su situación. Nosotros damos herramientas, pero ellos tienen que hacer algo por su parte. No se pueden quedar así. Por eso firman un compromiso”.
Pero tampoco, como dice, se hace un café para todos, puesto que se hacen diferentes talleres para sus diversas respuestas. “En algunos casos, formamos sobre competencias digitales. En otros, trabajaremos el ahorro energético o el apoyo emocional, la mejora de la empleabilidad o varias de estas cosas. Se trata de adaptar la respuesta a la necesidad que mejor se ajuste a la persona que viene a pedir la ayuda”, subraya Ondarre.
TALLERES
En cuanto a los talleres sobre ahorro energético, son todos los viernes. También imparten otros sobre alimentación, en los que hablan de marcas blancas y consumo responsable, que son dos al mes. El de apoyo de emocional, es, al menos, uno al mes, en función de la demanda, y también hay otros sobre duelo migratorio. Muchos de ellos los imparten personas voluntarias, como Claudia Marcela Amaya Pedraza que este viernes les enseñaba a diferenciar cada color de la etiqueta de la eficiencia energética o cómo apagar el botón rojo de la regleta cuando no se use
Trabajadores pobres
Además, también hay personas, que aún teniendo ingresos acuden a Cruz Roja porque no son los suficientes. “No estamos encontrando con eso porque los salarios no están yendo acordes a la subida de precios. Por tanto, hay trabajadores pobres que no son capaces de llegar a fin de mes”, resalta.