Un poco de viento. No mucho. Nada extraordinario para lo que se ha llegado a ver en el corazón del territorio. Fue la salvedad de una jornada que ha vuelto a ser grande y que ha respetado los valores que definen una comarca, como la Llanada, y un municipio, como Agurain.
La Feria Agroganadera de la villa volvió a concitar a miles de personas, propias y extrañas, que no quisieron perderse la transformación de Salvatierra en referente del sector primario y de la fiestas en el territorio histórico, al menos, en estas fechas del año.
La centenaria cita, histórica como pocas en el norte del Estado y fundamental en la CAV, dio de sí lo que acostumbra. Sabores, olores y tradiciones. Lo mejor de la gastronomía local, lo mejor de la cabaña ganadera de la zona, lo mejor de la maquinaria utilizada en el sector y decenas de puestos de ropa, otros con lo mejor de un bazar, mucho queso, pan, chacinas, sidra... Y así hasta decir basta.
En el ecosistema creado este martes en la villa principal de la Llanada oriental, cohabitaron integrantes de las cuadrillas de blusas y neskas con varias horas de déficit de sueño y descanso tras ya unas cuantas jornadas dando el do de pecho en las fiestas aguraindarras; ganaderos que desde temprano tomaron la localidad con sus cabezas de ganado, que rodearon gran parte del exterior de la muralla que delimita la parte vieja; visitantes dispuestos a no perder ojo en el concurso de quesos y en los otros certámenes ya tradicionales en la jornada (motosierra y equino, cuyos participantes desfilaron con gracia en el recinto); y quienes solo tenían ojos en los pintxos que asomaban en las barras de las tabernas de toda la vida (El Gordo, Jai Alai, Herriko...) y las habilitadas ayer para la ocasión con talos, chorizo a la sidra, cervezas artesanales y queso. Por supuesto, no faltaron primeras espadas de la vida institucional de la Cuadrilla, del ámbito foral y del Gobierno Vasco en apoyo del sector primario.
Historia apasionante
La historia de esta cita ferial dato de más allá de los calendarios. Recogen los anales que la de este año es la edición número 629. Décadas y siglos que han visto cómo los tratos ganaderos y la venta de viandas se convertían en motor de la economía y de la subsistencia de la zona. Este martes, todo regresó al inicio. Quizás, lo de la venta de ganado ha pasado a otro nivel, ya que lo de ayer, como ocurre desde hace años, se convirtió más en un acto de exhibición de ejemplares y de maquinaria más que en una ocasión para hacer negocio con la compra-venta de los ejemplares ayer protagonistas en Agurain.
Motosierras
A cambio se sucedieron otras actividades que van camino de afianzarse en el calendario. Entre ellas, el concurso de corte con motosierra. Las inmediaciones de la iglesia de Santa María acogieron la quinta edición del certamen de talla con motosierra de Araba Stihl-Eziolaza Amalur, que empezó a las 10.00 horas con seis participantes junto al stand que también ofreció una exhibición profesional a cargo de Abel de Vicente, del Equipo Hacha.
Concurso equino
También se pudo disfrutar del Agurain de un certamen imbricado en el sector agroganadero, ya que Salvatierra se volvió a convertir un año más en punto de referencia del mejor ganado equino de Euskadi de la raza caballo de monte del País Vasco y, por ende, en el mejor escaparate del campo alavés.
Por décimo quinto año consecutivo, los mejores ejemplares del caballo de monte del País Vasco se enfrentaron en el concurso morfológico de ganado equino de Euskadi organizado por Asgaequino.
Y, por supuesto, no faltó el corcuso de quesos. De textura firme a la vez que suave y agradable al paladar, con un aroma y sabor intenso tanto en su variedad natural, o blanco, como en ahumado. Así eran los quesos que un año más, y ya van treinta y ocho, se presentaron al concurso de queso provincial de quesos de pastor.
Se congregaron en torno a una veintena de productores con sus quesos más lustrosos para que un jurado experto, en el cual participan miembros del Comité de Casta Oficial de la Denominación de Origen Queso Idiazabal, valorase su forma, corteza, color de la pasta, ojos, olor, textura, sabor y regusto.
Los ejemplares presentados, según las bases del concurso, debían ser quesos elaborado con leche de oveja latxa, de la propia explotación, sin pasteurizar. Además el queso debía ser propio de la campaña del ejercicio actual y tener una curación mínima de dos meses, de producción elaborada en la misma cuba.
Las piezas presentadas a concurso oscilaron entre los 900 gramos y los dos kilogramos. En total se constituyeron cuatro mesas de cata con el objetivo de elegir el mejor queso alavés. En cada una de ellas hubo personas cualificadas como un técnico del Comité de Cata así como elaboradores de queso de otras provincias.
Los quesos, una vez catados por el jurado, fueron puntuados de manera que los diez primeros clasificados podrán participar en el concurso de Euskal Herria, que cada año se celebra en una provincia diferente. Los resultados de los quesos alaveses en estos concursos de Euskal Herria han sido muy destacables, y así, a lo largo de su historia, en más de una docena de ocasiones el concurso ha sido ganado por un queso alavés.