Son estrechos los lazos familiares que unen a Pepe Viyuela con Álava. Este verano regresa a estas tierras y lo hace por partida doble. Tanto hoy como mañana a las 19.30 horas ambos días, lidera en el Principal el reparto de la nueva versión que Paco Mir (Tricicle) ha realizado de un clásico como Las nubes, de Aristófanes. Además, con una propuesta bien diferente, el actor actuará el 27 de este mes en Zalduondo dentro de la programación de la Quincena Musical. Estará acompañando a Sara Águeda (arpa medieval) para dar vida a Los Milagros de Nuestra Señora, con textos de Gonzalo de Berceo.
Vuelve a un teatro que está a punto de cerrar las puertas para ser reformado.
–Uno no para de moverse y se encuentra donde va con circunstancias muy diferentes. Actúas, literalmente, donde sea. Además, es lo que me gusta. Me da igual actuar sitios pequeños o grandes, en la calle, en... El hecho de que el Principal se cierre para ser reformado es una buena noticia. Quiero decir, no que se cierre, sino que se reforme. Que los teatros se mejoren y se mantengan vivos y en buen estado, es importante. Cuando empecé, hace ya unos cuantos años, había teatros que estaban muy mal, en unas condiciones pésimas. Había poca inversión en ese sentido. Ahora la verdad es que da gusto porque la mayor parte de los teatros, vayas donde sea, están muy bien. Que se cuide un teatro da mucha alegría. Que el Principal vaya a estar un tiempo cerrado puede dar pena, pero el motivo por el que eso se hace es bueno, así que... Nos vamos a despedir de este Principal y volveremos luego a un teatro muchísimo más lustroso.
"Tanto mi mujer como nuestra hija, nuestro hijo, nuestro yerno y yo nos dedicamos a esto. Somos una familia de cómicos y lo llevamos, afortunadamente, bastante bien"
Llegan en plenas fiestas, que es un contexto que ¿juega a favor de la comedia o...?
–Partamos del hecho de que la alegría siempre es buena. Es una situación que ayuda. Cuando la gente va contenta al teatro porque estás de fiestas tiene una predisposición mayor para la comedia. Cada uno elige, por supuesto, porque habrá quien prefiera disfrutar de la alegría de la calle o quien se apunte a la alegría que puede proporcionar una comedia como esta. Lo bueno es poder elegir. La variedad de opciones es buena y la alegría nunca sobra, siempre ayuda a vivir.
El sello de Paco Mir
En esta versión de ‘Las nubes’, ¿qué queda de Aristófanes?
–La esencia. Él escribió Las nubes hace más de 20 siglos, pero el ser humano, en lo que está en su fuero interno y en su esencia, sigue siendo prácticamente igual. Seguimos teniendo las mismas pasiones, bajas y altas, seguimos siendo igual de mezquinos y de generosos. Cuando él habla en la función de la capacidad del ser humano para engañarse, del poder de la mentira y del engaño, de los discursos vacíos para convencer, sigue hablando de nosotros. No hemos cambiado tanto. Lo que pasa es que en esta obra se nota, y mucho, la mano de Paco Mir. Es un clásico que va de la mano con un autor contemporáneo. Ha quitado algunas partes que hoy hubieran resultado incomprensibles por determinadas referencias a la época que sería complicado comprender. Las ha sustituido por otras más cercanas a nosotros y que hacen que sea más sencillo entender la función. Habría que ver cómo se representaba la obra en su día. Seguramente no tenga nada que ver con lo que hacemos nosotros. Pero Aristófanes sigue presente.
"Es necesario tener cierto ego, todos lo necesitamos porque también es una forma de defendernos y de autoafirmarnos. Pero cuando se exceden unos límites, empieza a ser molesto"
En las entrevistas y en las ruedas de prensa, Paco Mir siempre se muestra como un hombre bastante, bastante serio.
–(Risas) Sí, parece algo contradictorio en alguien que se dedica a la comedia. Creo que eso tiene que ver con su carácter tímido. Es una persona que cuando está en el escenario, disfruta haciéndonos reír y cuando vive fuera de él, es una persona discreta, más bien parca en palabras. A mí también me sorprendió cuando le conocí personalmente porque me encontré con una persona seria que pensaba mucho lo que decía. Con todo, tiene mucho sentido del humor. Como director es un hombre muy educado y respetuoso. Escucha mucho las propuestas, aunque tiene su propio criterio y es el que prevalece. No tiene un ego desmesurado que le impida atender a lo que el resto del equipo le esté diciendo. Se trabaja muy bien con él. Es una persona inteligente y eso se nota.
Tampoco Pepe Viyuela es un hombre con un ego desmesurado...
–Intento no tenerlo demasiado hinchado (risas). Es necesario tener cierto ego, todos lo necesitamos porque también es una forma de defendernos y de autoafirmarnos. Pero cuando se exceden unos límites, empieza a ser molesto. El yo excesivo estorba bastante. Así que procuro, aunque no sé hasta qué punto lo consigo, no tener demasiado ego.
Actúa en ‘Las nunbes’ con su hijo que, en la función, hace, de hecho, del hijo de su personaje. ¿Cree que a Samuel Viyuela le molesta mucho que le digan aquello de ‘eres el hijo de...’?
–No, no le molesta. Lleva toda la vida con eso (risas). Además, todos somos hijos de alguien. Pero bueno, fuera bromas, él, creo, está más que liberado de esto. Tiene su camino, su carrera y su personalidad. Navega solo. En esta ocasión, nos ha tocado ser padre e hijo y lo llevamos muy bien los dos. Sabemos diferenciar muy bien entre lo que es la familia y lo que es el trabajo. Durante los ensayos y cuando estamos en el escenario, nos comportamos más como compañeros que como familia. Por ejemplo, yo nunca le doy consejos a mi hijo a no ser que me los pida. No ejerzo de padre en los ensayos. Para eso ya hay un director y él ya tiene una edad. No tiene ya 15 años (risas). Él es un profesional de la interpretación. Así que lo llevamos muy bien y, de verdad, es muy bonito poder trabajar juntos. Nos permite viajar, además en todos los sentidos, no solo geográficamente. También es cierto que la mía es una familia que está llena de actores y de actrices, por lo menos ahora. Tanto mi mujer como nuestra hija, nuestro hijo, nuestro yerno y yo nos dedicamos a esto. Somos una familia de cómicos y lo llevamos, afortunadamente, bastante bien.
Próxima visita a Álava
Seguirá su agenda profesional tras pasar por Vitoria pero es que vuelve usted a Álava a finales de mes. Lo hace junto a Sara Águeda para actuar en Zalduondo. ¿Con tantas cosas en la cabeza, cómo se organiza uno?
–Es que, encima, acabamos de estrenar, también con Sara, una función en el Festival de Almagro titulada Guitón Onofre. Con ese texto he estado trabajando tiempo. Ahora ya está en mi cabeza. Con Las nubes he tenido que repasar ahora porque hacía un tiempo que no hacíamos la obra. Así que uno se va organizando. Pero lo que voy a hacer con Sara en Zalduondo no es para mí tan complicado porque es una lectura. Todo, al final, es un viaje. Vas viajando por personajes, situaciones, compañías, compañeros, ciudades... A veces es un poco complicado compaginarlo, pero también tiene una ventaja y es que no te aburres. No tienes tiempo (risas). Es mi trabajo y no solo no me quejo, sino que me considero una persona afortunada por poder hacer tantas cosas diferentes. Además, me gustan todas.
En el montaje que le devolverá a Álava el próximo día 27, música y palabra se unen. Hablaba de que no era una cuestión de memorizar sino de leer. Pero eso también tiene lo suyo.
–La lectura de un texto tiene que estar llena de sentido. No se puede leer de cualquier manera. No es como leer el prospecto de una medicina. En este caso, son Los milagros de nuestra Señora y son textos que tienen un contenido y una sensibilidad. Hay toques de humor y sabes cuando llegan, tienes que responder a esos estímulos que propicia el texto. Es algo que ya hemos hecho bastante. Además, Sara y yo nos entendemos bastante bien. Lo que yo he descubierto es que un recital con alguien que interpreta de la manera que lo hace Sara con el arpa, es mucho más fácil que hacerlo en solitario. Al público se le hace más fácil seguir todo. La música aporta escenografías espirituales y emocionales. Cuando montamos este recital, no pensamos que iba a funcionar tan bien. Es curioso como un poeta del siglo XIII como Gonzalo de Berceo tiene tanta presencia hoy y su palabra puede llegar a cautivar a tanta gente.