Un hombre ha sido condenado por la Audiencia de Álava a más de 17 años de cárcel por violar, intimidar, golpear y robar a su sobrina durante casi tres décadas, desde 1992 cuando la niña tenía 11 o 12 años, hasta el año 2020, sin que ninguno de sus familiares o allegados detectase lo que ocurría.
La sentencia dictada por la Audiencia alavesa le imputa dos delitos continuados, uno de agresión sexual y otro de robo con violencia o intimidación. Además de la pena de 17 años y 3 meses de cárcel le obliga a indemnizar a la víctima con 20.000 euros y le prohíbe acercarse o comunicarse con ella durante los próximos 27 años.
En 1989 la niña empezó a vivir en el mismo domicilio de su tío, en casa de sus abuelos maternos. Entre tío y sobrina se fue creando un vínculo afectivo y él se convirtió "en la figura paterna que nunca había tenido".
Cuando la menor cumplió 11 o 12 años su tío, nacido en Gipuzkoa, empezó a realizar algunas "conductas de naturaleza sexual" con la pequeña mientras jugaban con videojuegos, cuando volvían en coche de una jornada en la playa en San Sebastián o cuando la niña se duchaba en casa.
En 1994 murió el abuelo de la pequeña y él se convirtió "en la figura dominante en el domicilio".
Poco a poco, se agudizaron las agresiones sexuales y las violaciones en el domicilio en el que convivían cuando no había nadie más en la casa, mientras la menor desarrolló una anorexia nerviosa y comenzaron los ingresos psiquiátricos.
Pisos compartidos
En 1999, la adolescente alcanzó la mayoría de edad y comenzó a trabajar. A partir de ese momento su tío le empezó a pedirle dinero y cuando ella se negaba, ya que no se lo devolvía, él la golpeaba, dándole puñetazos hasta conseguir que se lo entregara.
Con 19 años, la víctima se fue a vivir a pisos compartidos pero eso no impidió que él siguiera forzándola "a mantener relaciones sexuales, a veces como represalia por no haberle dado dinero" y otras incluso habiéndoselo dado, explica el fallo judicial.
Tras iniciar en 2008 una relación sentimental, la joven se casó en 2013 con su novio, matrimonio que duró hasta 2017. Durante ese tiempo continuaron los "episodios de violencia física" por parte del acusado para que le entregase dinero e incluso en una ocasión mantuvieron relaciones sexuales con penetración tras argumentar su tío que ella "era suya", lo que la víctima "interpretó una infidelidad hacia su marido".
Todo ello le provocó problemas psiquiátricos que culminaron con su internamiento en un Hospital Psiquiátrico. A su salida de este centro se repitieron los encuentros con el procesado, que siguió pidiéndole dinero y, en caso de no recibirlo, la agredía y mantenía con ella un acto sexual forzado.
La última violación se produjo en octubre de 2020. Como consecuencia de estos hechos la joven sufre un "trastorno de estrés postraumático, acompañado de un trastorno depresivo mayor recurrente y síntomas disociativos de los que no se recuperará", destaca el tribunal.
Sentencia
Aunque el acusado negó todos los hechos, dijo que nunca le había hecho tocamientos, ni la había pegado o pedido dinero, la Sala da total credibilidad al testimonio de la víctima.
También a la hija del acusado, que relató en el juicio que su padre abusó de ella cuando tenía 9 años y vio además como en una ocasión, cuando iban en coche, su padre echó la mano hacia atrás y tocó el muslo de la denunciante.
La sentencia recalca además que las patologías mentales que padece no afectan a su credibilidad y que los peritos que la han tratado no han apreciado "atisbo alguno de fabulación".
Por todo ello, impone al acusado una pena de 17 años y 3 meses de cárcel, sentencia contra la que cabe interponer un recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.