Calefacción, luz, cesta de la compra, gasoil y alquiler de vivienda son gastos que se han disparado los últimos meses asestando un duro golpe a las economías familiares. Los ahorros merman y los sueldos no suben en igual medida que la inflación. Como consecuencia, las familias pierden poder adquisitivo. Hay hogares de todo tipo y color, pero quien más, quien menos, confiesa que, ahora, mira más el dinero que hace seis meses o un año.

A esta realidad de pérdida de poder adquisitivo, se suma la subida de los recibos que gira el Ayuntamiento para cobrar agua, basuras, vehículos, contribución urbana, centros cívicos, actividades deportivas, etc; impuestos, tasas y precios públicos municipales que serán un 3% más caros en 2024, según plantea el gobierno PSE-PNV. En el caso de las basuras, el incremento se eleva al 10% cuando, precisamente, el servicio de limpieza y recogida de residuos es de los más criticados por los gasteiztarras, junto al estado de los viales de circulación para los coches.

Operarios de limpieza tras la bajada. Alex Larretxi

Cifra el Ayuntamiento en seis euros al año la subida de los tributos municipales para una familia de cuatro miembros. Y justifica el incremento previsto argumentando que los servicios públicos cada vez cuestan más dinero al erario público.

La disyuntiva de aumentar o no los impuestos municipales divide a los partidos políticos, pero también a los vecinos de Gasteiz. En general, la ciudadanía entiende que tiene que pagar impuestos para recibir servicios, pero no entiende que los salarios no suban en la misma proporción ni comparte cómo, en ocasiones, se gestiona y gasta el dinero público en Vitoria.

En el trayecto entre Lovaina y Abendaño, seis amables ciudadanos expresan su opinión a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

La ciudadanía pide que la subida de impuestos se refleje en las calles DNA

Más limpieza y viales para coches

“No, no entiendo que el Ayuntamiento suba los impuestos, tal y como están los sueldos; además, luego no se ve en las calles el resultado de lo que tributamos”, se opone Julián, trabajador en una empresa del sector logísticos que opera para Mercedes.

“Noto mucho la subida de precio del gasoil y no todo el mundo vive en Vitoria, tengo compañeros que residen en Miranda y otros pueblos de alrededor de Gasteiz y no tienen otro remedio que coger el coche para ir a trabajar; a las familias les cuesta cada vez más llegar a final de mes porque los sueldos están al mínimo. Y los alquileres, tienes que compartir piso, no encuentras una vivienda en Vitoria por menos de 700 euros”, argumenta este residente en Gasteiz desde hace seis años.

Cuando llegué, Vitoria era una ciudad muy limpia, hoy no se ven operarios limpiando las calles como antes, y los jardines y parques están descuidados”, recrimina. Es ahí donde quiere ver reflejados los impuestos que paga. También en las rotondas y carriles de circulación.

“Hace seis años se veía mejor, han reducido carriles de circulación para los coches, las rotondas están todas pintadas de señales y alrededor de los contenedores siempre hay muchos residuos; muy mal se gasta el dinero público; al final, es dinero público que se están ahorrando en la limpieza, ya que hay basura por todos lados, y si vas por la Avenida del Zadorra hacia Makro, hay una larga fila de contenedores que parece que no se utilizan, pero allí están”, censura Julián.

En imágenes: denuncia de vecinos de Vitoria contra los nuevos contenedores por "pequeños, ruidosos y frágiles" DNA/Alex Larretxi/Josu Chavarri

En Adriano VI, Rubén trabaja en la rehabilitación de un edificio. “Carísimo está todo, todo”. Es albañil y, a pesar de que en un oficio como el suyo no le falta trabajo y llega bien a final de mes, ya que su mujer también trabaja, reconoce que hay hogares que lo pasan mal. “Ha subido una barbaridad el precio de la comida, de toda la cesta de la compra, así que con el mismo dinero tienes que medir más lo gastos, por ejemplo, a la hora de comprar aceite de oliva, me niego a pagarlo como si fuera whisky”.

“Pues si Vitoria sube los impuestos, más apretados estaremos, no vamos a hacer una revolución por eso”, se resigna. “Puedo entender la medida, pero al menos que lo que pagamos los contribuyentes se vea luego en las calles, lo que no puedo entender es lo del aceite de oliva siendo España un país exportador”, manifiesta un tanto indignado.

También Yolanda comprende que hay que pagar impuestos para recibir servicios. Sin embargo, cree que la subida tiene que ser equitativa, proporcionada. “Hay que pagar para que luego que arreglen las calles”, apunta esta monitora de comedor escolar que se incorporó tarde al mercado de trabajo, con el marido ya jubilado y ella a punto de cumplir los 65, aunque todavía tendrá que esperar a los 67 para retirarse.

Zonas verdes descuidadas

Vitoria aprueba como ciudad para esta residente en Haro. “Tiene mucha zona verde, aunque no siempre bien cuidada. Cuando veo a los trabajadores con una maquinita de nada quitando hojas y hierba en los alcorques de los árboles, pienso pero qué van a limpiar con eso..., en quince días está igual”, censura la calidad del servicio en sus ir y venir por Zabalgana y la zona de Arriaga.

En cambio, aplaude el servicio de transporte público, tanto el tranvía como los autobuses urbanos.

En definitiva, “entiendo que suban los impuestos, pero que sean sensatos a la hora de gastar ese dinero público, y que vigilen bien las ayudas que se dan, que ahora ya lo hacen, pero ha habido tales abusos durante años...”, apunta Yolanda.

José Ángel lleva 18 años vendiendo el cupón de la ONCE en Sancho el Sabio, desde 2005. Es de Ozaeta, pero trabaja en Gasteiz. Reconoce que la carestía de la vida ha repercutido de forma negativa en la venta de lotería, sobre todo por las tardes. “Se vende menos el cupón”, asiente desde su diminuto despacho de trabajo.

En imágenes: Denuncian suciedad en el Parque de Arriaga cedidas

“Me da igual, todo cuesta lo suyo, suben los impuestos, pues que suban; la política me da de lado. Sí desea que la crisis económica de las familias pase y se recupere la venta de cupones. Mientras, intenta ver la parte positiva de la vida: “siempre hay quejas, yo no me quejo”, se resigna, y eso que la vida ya le ha dado varios reveses.

Bienvenida cuenta orgullosa que en sus tiempos ejerció de modista “de alta costura” en Madrid. Junto a María, espera a una amiga en Lovaina, mientras ladea la cabeza para corroborar lo que ha subido la vida, los precios. “Sube todo, todo está más caro, que cómo veo una subida de impuestos, pues un pecado”. Asiente con la cabeza María, dependienta en una tienda de arreglos al tiempo que se retira del foco de la cámara de fotos. “Muy mal, no es justo, sube todo y el sueldo no alcanza”, lamenta.