El próximo 6 de mayo comienza el Año Jubilar de Estíbaliz concedido por el papa. ¿Qué significa esto para la Iglesia alavesa? ¿Van a hacer alguna actividad especial por parte de la diócesis?

Como todo año jubilar es una renovación de la iglesia. Con motivo de los cien años de la coronación canónica de la virgen, desde el próximo 6 de mayo hasta el 6 de mayo de 2024 es un año santo para los que peregrinen a Estíbaliz, se confiesen, vivan la eucaristía y la ofrezcan por las intenciones del papa y hagan alguna obra de caridad. En ese sentido, el Año Santo tiene un valor de justicia social, de ayuda a los más necesitados y de renovación de la vida cristiana, teniendo las actitudes ideales para seguir al señor. Por tanto, es una vuelta al primer amor. Para este Año Jubilar el gran regalo ha sido la comunidad de hermanas Peregrinas de la Eucaristía, que son las moradoras del santuario desde el 1 de mayo. Yo las conozco y las quiero mucho desde mis años de Navarra. Por tanto, estarán en la inauguración del año jubilar. Y es providencial que también esa misma comunidad venga a la parroquia de los Ángeles, con dos sacerdotes, un diácono y dos seminaristas, tras la marcha, con mucho dolor como nos lo anunciaron, de sus dominicos ante la falta de vocaciones.

El pasado mes de marzo cumplió siete años como obispo de Vitoria. ¿Qué balance hace?

Estoy muy contento y me gustaría jubilarme, cuando llegue el momento, tengo 62 años, en Vitoria. Estoy progresivamente contento, además. Desde la ilusión con la que comienzas el ministerio episcopal, ante la novedad y ante la inexperiencia y deseo de impulsar una comunidad cristiana, también se producen conflictos y tensiones que a lo largo de estos años también han sido providenciales para ir poniendo sobre la mesa común de la diócesis el planteamiento sinodal que todos estamos viviendo de la corresponsabilidad de la fe de los distintos acentos, estilos y carismas que hay en la Iglesia. Y veo que en estos siete años, la comunidad de la Iglesia de Vitoria es mucho más plural y se dan una serie de carismas que antes no existían o, al menos, no tenían un protagonismo tan grande. Veo que está cuajando una Iglesia plural, variada e incluyente. Estoy muy satisfecho de este proceso sinodal en el que cabemos todos, no sobra nadie y en el que progresivamente vamos compartiendo la tarea evangelizadora.

¿Y qué valoración hace de la Semana Santa?

Es un sentir común el aumento significativo de fieles en los oficios litúrgicos de Semana Santa porque atrás quedó la pandemia, porque hay un deseo de comunidad mayor y porque ha favorecido el buen tiempo también. Hay también un aumento significativo de personas hispanoamericanas que se van integrando en nuestras comunidades y en ese sentido, comienza a haber peticiones que no eran habituales hasta ahora, como los bautismos y confirmaciones. Y estamos teniendo peticiones para una eucaristía en inglés para la comunidad nigeriana de Vitoria que atraería también a personas de otras latitudes. Iniciativas, en definitiva, cada vez más diversas y no habituales.

La diócesis de Vitoria tiene más de 200 sacerdotes pero solo 21 seminaristas. ¿Qué estrategia se marca para atraer nuevas vocaciones?

De entrada, eso es positivo porque nos podemos encontrar como en otras diócesis, con 200 sacerdotes y dos seminaristas... Entonces, la estrategia es a nivel diocesano. Uno de los puntos del rejuvenecimiento de la diócesis es plantear la vida como vocación, la vida como llamada a la familia, a la vida consagrada o al sacerdocio. En la medida que las comunidades sean vitales y el sentimiento hacia el Señor sea apasionado y con alegría, en esa medida también las vocaciones a una entrega de voluntariado total, como la vida consagrada o sacerdotal, son más frecuentes. No hay otro camino y otra estrategia que la revitalización de la vida cristiana de las comunidades.

En cuanto a las religiosas, este año han anunciado varias congregaciones que cierran porque quedan muy pocas monjas y muy mayores. ¿Hay relevo? ¿Qué va a pasar al final con la presencia de esta congregación en Vitoria?

Va a ser más difícil porque lo que está sucediendo en todas las diócesis de España y, en general, de occidente es la falta de vocaciones en las congregaciones de tradición y eso hace que se vayan replegando o confiando sus proyectos a laicos con el mismo carisma. Es un hecho común en todas las diócesis pero es difícil de frenar, salvo excepciones de otras congregaciones jóvenes y otros movimientos que hay hoy en la Iglesia, pero el relevo en las mismas congregaciones está siendo difícil. Las Salesianas anunciaron su marcha temporal precisamente porque al haber una comunidad de Salesianos aquí, en Vitoria, sí es posible que entre ambas ramas puedan asumir algún proyecto diocesano y estamos en ello y con esperanza.

¿Qué pide para las próximas elecciones del 28M y para los candidatos, en unos comicios que estarán marcados por el adiós a Urtaran y a Elosegi, puesto que no serán candidatos en el Ayuntamiento de Vitoria y Juntas Generales?

La Iglesia pide a los políticos lo que pedimos todos los ciudadanos: que su servicio sea gratuito, desinteresado, no ideológico... En ese sentido, las elecciones municipales se desarrollan en un tejido social mucho más conocido y de interés público, más al margen de las ideologías políticas. Entonces, que ese servicio de nuestros políticos locales siga caracterizándose por la equidad, por la justicia, por la defensa de las personas más vulnerables y por la armonía social, sin divisiones y sin conflictos. Yo, en ese sentido, la experiencia que he tenido con el alcalde y el presidente de las Juntas Generales es muy buena, con la relación de la Iglesia en los conflictos que se pueden crear y que entre todos intentamos resolver. Me da pena que no se presenten porque la relación es muy buena y fecunda y espero que quien salga vaya también en la misma línea. Pedro Elosegi es voluntario de Estíbaliz, es organista, y con Gorka Urtaran hemos compartido y frecuentado muchísimos entornos, proyectos, hemos acompañado a muchísimas comunidades de interés social común. He estado contento con ellos y me da pena que se despidan.

La pobreza está aumentando, según alertan Cáritas, Berakah y diversas ONG alavesas.

Precisamente, ese es uno de los puntos comunes con las instituciones cercanas a la Iglesia: que tenemos un interés bárbaro, enorme, por reducir esa brecha de pobreza social y creo que, por desgracia, va en aumento. Colaboramos en proyectos comunes. Se acaba de lanzar en Rioja Alavesa el proyecto Lanagro y se ha constituido ya una empresa para que los temporeros que trabajen en ella y que habitualmente tenían unos pocos meses al año de trabajo y con malas condiciones familiares, se conviertan en trabajadores estables todo el año y con su mes de vacaciones. Se ha logrado crear unos itinerarios de los trabajos del campo compatibles con la estabilidad familiar y del lugar. Pequeños proyectos van surgiendo para acortar esta brecha social. Igualmente, los proyectos de Cáritas o de Berakah, como el de 13 casas, están logrando un alquiler de viviendas por la mediación de esta institución de la Iglesia. Berakah, para que con garantías de pago y de armonía vecinal, familias con bajo poder adquisitivo se puedan reubicar en estas viviendas de alquiler social.

¿Está la Iglesia conectando con los jóvenes? ¿Qué falla?

En el panorama de occidente, está descristianización, esta secularización terribles no de los jóvenes, sino de los padres y de los abuelos, confluye en un alejamiento de los jóvenes de la fe y en nuestra diócesis, por desgracia, este alejamiento es mayor que en las comunidades vecinas y estoy contento porque las últimas iniciativas están cuajando. Por ejemplo, van más de 50 jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y esto a cinco meses vista, creo que es muy significativo. Se está trabajando en una línea identitaria en los colegios concertados y en las clases de religión de los colegios públicos. Estoy contento del cariz que va tomando la pastoral juvenil hoy en nuestra diócesis.

¿Qué tal con el obispo de Bilbao, y con el nuevo obispo de Donostia? ¿Hay sintonía entre ustedes?

Sí. Ha habido una acogida muy buena desde el inicio porque somos hermanos en el presbiterado. Ya teníamos un cauce, las reuniones interdiocesanas, que junto con Pamplona abordamos temas comunes y estamos intensificándolas porque hay muchas más materias que actualizar y estamos en ello con mucha alegría y sin tensiones.

En mayo se cumple un año de la gran asamblea diocesana del Sínodo en el Palacio Europa en la que hubo más de 1.400 aportaciones de personas de todo el territorio. ¿Ha unido o a dividido a los fieles este Sínodo?

Sin ninguna duda, ha unido. Ha dado la posibilidad de hablar con transparencia, respeto y cariño de los temas fundamentales de la Iglesia y si bien eso, puede generar momentos de conflicto, la evolución ha sido maravillosa porque se ha asumido lo que es identitario y común a toda la Iglesia y todos los estilos y se ha palpado una libertad para acentuar algunos aspectos que algunas comunidades y grupos de vida cristiana viven con más intensidad, sin que haya exclusión de nadie. Es efectivo ese dialogo intereclesial que facilita también una evangelización más rica y pluriforme.

En cuanto a la salud del papa, que ha tenido varios sustos ¿cómo lo ve?

Yo le vi el año pasado y me parece que hay mucho bulo de por medio con la salud del papa porque como él dice, tiene una buena salud para sus 86 años. Creo que hay mucha gente decepcionada porque el Papa no se deja manipular según los antojos de cada uno y me parece que tiene una vitalidad enorme con los achaques propios de una persona de esa edad. Tiene mucha mejor salud de lo que algunos creen.