Los médicos forenses de la Administración de Justicia, que realizaron las valoraciones mentales del acusado por matar a un joven en un pabellón industrial en julio de 2020, aseguraron que el procesado “conservaba su grado de comprensión”, cuando le mató. “Es una persona que tiene limitaciones, pero no estaba fuera de la realidad. Sabía la situación y el contexto de lo que estaba ocurriendo”, garantizaron.

“Entendemos que son unos hechos tan sumamente graves, que cualquier persona, incluso con déficit cognitivo, hubiera tenido un conocimiento básico de que eso es ilícito y muy grave. A pesar de su déficit de atención y sus problemas de consumos, conserva su grado de comprensión”, atestiguaron.

La Audiencia Provincial de Álava acogió ayer la cuarta jornada del juicio que dirime el asesinato con alevosía de un joven de 20 años, Ander, en un pabellón industrial abandonado de Vitoria-Gasteiz en julio de 2020, con la declaración de cerca de una veintena de testigos, entre ellos, médicos forenses, Policía Científica y agentes de investigación de la Ertzaintza, así como familiares de la víctima.

Tras reconocer los hechos que se le imputan desde la primera sesión del juicio, buena parte del protagonismo de la causa se centra en conocer las capacidades intelectuales del presunto asesino y su grado de conciencia a la hora de realizar los luctuosos hechos. Durante su declaración, el procesado aludió a sus “problemas mentales” y de “drogadicción” a la hora de asegurar, en varias ocasiones, que “no sabía lo que hacía” al cometer el asesinato, por estar “bajo el efecto de las drogas”. Unos argumentos que los médicos forenses descartaron ayer.

La pareja de médicos forenses que valoraron su salud mental explicado que padece “un déficit intelectual leve”. “En el test dio un 54%, por debajo de la media que se sitúa en el 90-100%”, pero mantenía las capacidades cognitivas “conservadas en el grado suficiente para saber lo que hizo”. De esta manera, los dos forenses médicos descartaron que pudiera padecer un brote psicótico en el momento que acabó con la vida del joven, además de confirmar que “no estaba fuera de la realidad”.

Los médicos forenses explicaron que el encausado, quien cometió el crimen con 18 años y tenía un diagnóstico de trastorno por consumo de sustancias, no se vio influenciado por el consumo de drogas y alcohol a la hora de acometer las agresiones. En este sentido, expusieron que las analíticas que se le realizaron “no registraban unos niveles muy altos”. “No era un rango de consumo muy alto” y “no influyen en la decisión ni voluntariedad de los hechos que se enjuician”, mantuvieron. Los rangos y valores” de las analíticas coinciden con “el ámbito terapéutico” del acusado, que tomaba tranquilizantes y relajantes musculares.