En el arranque de una nueva legislatura en el Estado español –siempre que el bloqueo político no termine frustrando la configuración de un gobierno y aboque a la repetición electoral– resulta imprescindible hacer balance de la situación del autogobierno vasco y sus avances durante los últimos cuatro años y plantear un escenario de futuro a corto y medio plazo. La pasada legislatura no ha significado un salto cualitativo en la mejora del autogobierno ni en el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika –reivindicación constante desde las instituciones vascas–, más allá de algunas transferencias como la de Prisiones. El Gobierno español, en este sentido, ha incumplido sus compromisos. Pese a ello, la defensa del autogobierno y de la agenda vasca no ha sido un eje sobre el que haya pivotado la campaña electoral de los partidos en Euskadi, salvo el PNV, que ha hecho de esta reivindicación su leit motiv y la plantea también como asunto crucial en las negociaciones para la posible investidura de Pedro Sánchez. No es sino la continuación del papel impulsor de la formación jeltzale –y que está en el ADN de su identidad en sus 128 años de historia que se cumplen hoy– en la concepción misma del autogobierno y en la creación del entramado institucional vasco, incluso frente a la actitud pasiva o violentamente obstruccionista de otras sensibilidades, bien por su ideología vinculada al proyecto de España o bien por su disputa política en la que el discurso de la construcción nacional solapaba la base del modelo socioeconómico marxista que no ha sido representativo de la mayoría nacionalista. Actitudes que, bajo la novedosa defensa teórica de la soberanía, se mantienen hoy día sin plasmación práctica real. El autogobierno vasco se ha construido sobre la base del modelo de bienestar y de desarrollo económico equilibrado. Es precisamente este concepto de la soberanía como pilar de la mejora de la vida de la ciudadanía lo que ha permitido que Euskadi esté a la vanguardia en niveles de bienestar y en medidas sociales, ejemplo que después han copiado y proyectado como avance histórico otros partidos en el Estado. De ahí que de cara a la nueva legislatura resulte vital la traslación de la agenda vasca y el reforzamiento y blindaje del autogobierno para alcanzar mayores cotas de soberanía en beneficio de la ciudadanía.
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