Durante ocho horas se pudo ver este martes subido a una plataforma, colocada en el exterior del campanario de San Miguel, al relojero Pedro Suescun ya que su empresa, la vitoriana Relojería Miriam-Hermanos Suescun, es la encargada tanto del mantenimiento de su maquinaria, como de los trabajos para su rehabilitación, que comenzaron el pasado 8 de septiembre, ante el “estado de desgaste que presenta el reloj y el riesgo de deterioro irreversible que presenta”.
“Hoy lo que hemos hecho es la instalación de la plataforma de trabajo para la reforma de la esfera, tanto para pintarla como para desmontar las agujas. He estado ocho horas allí subido, así que imagínate cómo estoy ahora”, explicaba a DNA Pedro Suescun, poco después de esta jornada más de vértigo que nunca y para la que tomó las debidas medidas de seguridad, como el casco y las cuerdas a las que iba sujeto.
Junto con su hermano Alfonso se encarga desde 1996 de poner a punto relojes como los de esta iglesia de Vitoria junto con los de San Vicente, San Pedro, Plaza España, centro cívico Iparralde, iglesia de San Cristóbal y colegio Samaniego.
“Hoy lo que hemos hecho es la instalación de la plataforma de trabajo para la reforma de la esfera, tanto para pintarla como para desmontar las agujas"
De los más antiguos
Este de San Miguel, tiene de peculiar que “es de los más antiguos en funcionamiento (data de 1857 y fue fabricado por Tomás De Miguel en su taller de Madrid) y que es el único no fabricado en Vitoria”, detallaba con precisión Suiza Pedro Suescun en una entrevista apenas unos días antes de la bajada de Celedón, cuando todas las miradas de la ciudad se ponen en su esfera la tarde del 4 de agosto.
La última actuación para mejorar su estado se remonta al año 2000, cuando se hizo frente a su suciedad, óxido y desgaste de la maquinaria. Y ahora, cuando acabe su última reforma, “cambiará su sonoridad”, al haber recuperado las piezas originales de su maquinaria.
3 meses sin reloj
Los trabajos de restauración del reloj de la torre de San Miguel, que dieron comienzo el pasado 8 de septiembre, continúan en marcha con el objetivo de conservar el valor histórico y patrimonial de este emblema de la ciudad. Por su relevancia histórica y patrimonial, su conservación "es prioritaria al tratarse de un bien cultural emblemático de la ciudad”, según explicaba Jon Armentia, concejal de Hacienda, cuando se comunicaron los trabajos que dejarían a Vitoria sin uno de sus relojes más icónicos durante tres meses.
Larga historia
El reloj de la torre de San Miguel data de 1857 y fue fabricado por Tomás De Miguel en su taller de Madrid. Un reloj, como describió el fabricante en la propuesta que envió al Ayuntamiento, "fuerte y de buena construcción que marque las horas y minutos, con ruedas de bronce, piñones de acero, con su esfera de cristal raspado con su marco, cuyo disco sea de ocho pies de diámetro y su quinqué de reverbero para iluminarla”.
La última actuación para mejorar su estado se remonta al año 2.000, cuando la empresa encargada del mantenimiento realizó una serie de trabajos para hacer frente a la suciedad, óxido y desgaste de la maquinaria.