Los datos de evolución del empleo y afiliación a la Seguridad Social en el mes de junio volvieron a ser positivos en el Estado y en los territorios forales. No faltan motivos para congratularse por los mismos ni tampoco razones para consolidar una estrategia de transformación de la economía que va a ser sometida de nuevo a tensiones a medida que se reduzca la capacidad de financiación de las empresas por el encarecimiento de la misma. Es en el marco de lo acometido en los últimos años y de la perspectiva de los próximos meses en el que es oportuno interpretar los récord consecutivos de cotizantes a la Seguridad Social o el descenso del desempleo. Junio ha ofrecido datos positivos en ambos apartados tanto en el Estado como en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. Lo que no puede hacer perder de vista que el ciclo positivo se está ralentizando y obligará a nuevas adaptaciones. La evolución del empleo, que ya había alcanzado niveles de prepandemia, está también ahora en cifras previas al impacto de la crisis global de 2008. Una tendencia que no oculta los vaivenes naturales del proceso de desarrollo socioeconómico. Incluso la presunción de una posibilidad de crecimiento continuo –según la teoría revisada en 1993 por Lauchlin Curry– contempla los desequilibrios de la economía como parte del proceso de reorganización continua de los procesos productivos. La lectura de los datos en el corto plazo anima los discursos más escépticos destacando la ralentización del descenso del paro en el último trimestre. Para caer en esa visión sería preciso obviar la evolución del desempleo, por encima del 17% en la CAV, rozando el 19% en Nafarroa o el 27% en el Estado en 2013 y 2014. La transformación de la economía acometida tras la crisis financiera global ha implicado reorientar en términos de apuesta innovadora y tecnológica el tejido productivo, que ahora se verá impelida a acometer una nueva fase. En ese marco, lo que no se ha modificado es la necesidad de inversión y la transformación del empleo con nuevos impulsos a la formación. Estos factores incidirán en la nueva adaptación de la producción y la empleabilidad y auguran el reajuste propio de todo cambio, más si cabe con el actual encarecimiento del crédito. Seguir reduciendo el desempleo pasa por seguir transformando las estructuras que crean puestos de trabajo.