Se terminó la escenografía ambigua de Alberto Núñez Feijóo respecto a la ultraderecha de Vox. Ya no hay lugar para la retórica de su portavoz, Borja Sémper, que calificó de populista y de adversario al partido de Santiago Abascal. Los acuerdos de gobierno del PP con su aliado de extrema derecha están materializándose allí donde le necesita para ostentar poder. En ese sentido, es un escenario calcado al que manejó en su día el predecesor del candidato a presidente del Gobierno, Pablo Casado. En Andalucía, Vox marcó la pauta al Gobierno de Moreno Bonilla en políticas sociales desde enfoques ideológicos contra el fomento de la igualdad de género y la protección de la diversidad en la orientación sexual. Incluso con la mayoría absoluta cosechada por el PP el pasado año en el parlamento autonómico, continuaron las concesiones. El caso de Castilla y León, ya con Núñez Feijóo como presidente popular, consolidó una alianza que ahora se reproduce en Valencia y se reproducirá allí donde los números le den poder. No basta con sugerir que Vox es un aliado indeseado para liberar al presunto centroderecha liberal español de la responsabilidad de haber arrastrado el centro de la ideología social, de la recuperación de la memoria histórica y de la estabilidad en principios y valores democráticos a un espacio radicalizado en el discurso y en las políticas que implementa allí donde tiene ocasión. El PP encara las próximas elecciones generales cabalgando desbocado hacia la alianza con el radicalismo nacional-derechista español para alcanzar La Moncloa. La bronca, el caos y el reproche; la criminalización del rival político y el divergente intelectual están en el ADN de esa coalición y anima a preservar los valores democráticos frente a ella. En vísperas de la constitución de ayuntamientos, el Partido Popular vuelve a situarse en la periferia de la sensibilidad socipolítica abrumadoramente mayoritaria en los territorios forales. Al homologar como socio a Vox, se descalifica a sí mismo ante terceros en un escenario excluyente para cualquier fuerza política que articule su discurso en términos de convivencia y respeto a la diversidad y acaba alimentando su propia exclusión de los consensos mayoritarios hasta acabar señalado por el mismo cordón sanitario que la ciudadanía vasca reclama para Vox.